Crítica película Dónde estás, Bernadette de Richard Linklater

En busca de nuestro Ítaca

Dónde estás, Bernadette de Richard Linklater

Ten siempre en tu mente a Ítaca.

La llegada allí es tu destino.

Pero no apresures tu viaje en absoluto.

Mejor que dure muchos años,

y ya anciano recales en la isla,

rico con cuanto ganaste en el camino,

sin esperar que te dé riquezas Ítaca.

Ítaca (fragmento) – Constantino Cavafis

Ficha

Título original: Where’d You Go, Bernadette

Año: 2019

Dirección: Richard Linklater

Reparto: Cate Blanchett, Kristen Wiig, Billy Crudup, Judy Greer, Laurence Fishburne, Troian Avery Bellisario, Jóhannes Haukur Jóhannesson, James Urbaniak, Zoe Chao, Claudia Doumit, Zachary Davis Brown

Duración: 104 min.

País: Estados Unidos

Guion: Richard Linklater, Holly Gent Palmo, Vincent Palmo Jr. (Novela: Maria Semple)

Música: Graham Reynolds, Sam Lipman

Fotografía: Shane F. Kelly

Productora: Distribuida por Annapurna Pictures. Annapurna Pictures, Color Force

Género: Comedia. Drama | Secuestros / Desapariciones. Adolescencia

Sinopsis

Bernadette Fox (Cate Blanchett) es una mujer de Seattle que lo tiene todo: un marido que la adora y una hija brillante. Cuando desaparece sin dejar rastro de forma inesperada, su familia se embarca en una aventura emocionante para resolver el misterio de dónde puede haber ido Bernadette. Adaptación del libro homónimo de Maria Semple.

Comentario

Bernardette Fox (Cate Blanchett) es una mujer que lo tiene todo: un buen marido, con una notable posición en una de las grandes empresas de Seattle (aunque peca del gran mal del siglo XXI -dedicar más tiempo del deseado al trabajo, dejando un lado a la familia-), que la quiere; una hija sensata, que parece muy centrada en ese momento de la vida en que está dejando a un lado la adolescencia; y, Bernadette, también tiene un brillante pasado. Este pasado es como una rémora. Fue una arquitecta muy sobresaliente, en Los Ángeles, que recibió, muy joven, una importante beca (MacArthur) que le permitió hacer un proyecto soñado. También le permitió codearse con lo más granado de la arquitectura del momento, haciéndose con una reputación en un mundo dominado por los hombres, al ser considerada como una de las grandes. De repente desapareció de la vida. Su matrimonio con Elgie (Billy Crudup) y el nacimiento de su hija Bee (la debutante Emma Nelson) hicieron que su vocación pasara a un segundo plano. Ahora vive en su mundo, inadaptada a una ciudad, Seattle, con la que mantiene una relación de amor/odio. Bernardette nació para crear y eso es lo que echa de menos. A su vida le falta algo.

Tal es la desidia que la inunda, que vive en una vieja casona llena de historia pero que se encuentra en un pésimo estado. Inmensa, desvencijada, destartalada y con múltiples goteras. Únicamente agudiza su ingenio para poner un balde, con una toalla dentro para amortiguar el sonido, debajo de cada gotera. Ella que fue capaz de construir la casa bifocal, aprovechando una nave abandona de gafas (nombre debido al uso de innumerables gafas bifocales para la realización de cortinas y algunos elementos decorativos) o la Casa de las 20 millas (realizada exclusivamente con los materiales autóctonos situados en un radio de 20 millas) ahora no hace nada con su casa. Incluso la maleza, las zarzamoras que hay detrás de la misma amenazan con invadir no solamente su finca sino la de sus vecinos. La casa no deja de actuar como una analogía de su propia vida, del estado emocional por el que atraviesa Bernardette Fox.

Está enemistada con el mundo. Se muestra neurótica y solo es capaz de relacionarse con pequeños grupos de hasta tres personas. Lo demás le agobia. Nadie parece comprenderla. Ni su propio marido, ni la vecina, ni la farmacéutica, ni las madres del colegio. Solo su hija la comprende y la admira. Con ella tiene una estrecha relación desde las dificultades que tuvo tras su parto (tras cuatro abortos espontáneos). Esa es la única razón que parece justificar su comportamiento: lo dio todo por sacar adelante a la pequeña Bee. Ese era su proyecto vital. Alrededor de ella se ha creado su propio mundo (el mundo de Bernadette). Hay una delgada línea entre la cordura y la locura. Entre la apatía cotidiana y la genialidad creadora. Bernardette ha nacido para crear. Pero ahora su hija ha decidido marcharse a un internado, adelantando así el inminente abandono del nido. Y esto, le revuelve la vida.

Estrambótico también es que la única persona que le ayuda en su día a día sea su asistente virtual, Manjula. Bueno en realidad no tan virtual. Se relaciona con ella por medio de emails. Todo se lo dicta (no deja de tener un marido ducho en esas artes): desde la compra de productos hasta la reserva de billetes, pasando por la cita con los médicos.

Una de los grandes méritos que tiene la nueva entrega del director tejano es contar con la interpretación de Cate Blanchett para el papel principal. Lleva casi todo el peso de la acción. Consigue transmitirnos esas dudas, esos miedos, esa fragilidad y esa vulnerabilidad. Es un personaje que, en un principio, no busca la simpatía del espectador (como no busca la de sus convecinos). Poco a poco vamos sabiendo sus razones para haberse «ausentado» de la vida social y al final, acabamos por quererla. Cómo no la vamos a querer si es capaz de hacer un siete a la moqueta para dejar salir una rama que anda buscando la luz. Blanchett resulta muy convincente. La vimos en un papel con ciertas similitudes en Blue Jasmine (Woody Allen, 2013), atormentada, parlanchina. Pero en esta ocasión con más vis cómica. Consigue aquello que es tan difícil que es dar las tres dimensiones y profundidad a un personaje literario. Parece un papel casi pensado para ella. El resto del elenco no desmerece en absoluto. Billy Crudup en el papel de marido/empresario de éxito es un buen contrapunto en la vida inestable de su esposa. Bee está interpretado por la debutante Emma Nelson y lo hace de forma admirable sin desentonar al lado de esa rutilante estrella. La vecina Audrey (Kristen Wiig) es un punto filipino. Interpreta a una madre arquetipo de la urbanita de las urbanizaciones de alta alcurnia más preocupada por lo que pasa en el exterior de su vivienda de lo que acontece en el interior. Perfeccionista y cotilla. Se luce en esos minutos que la brinda Linklater.

No lo parece, pero la nueva película de Linklater tiene mucha enjundia. Deja un poso en nuestras cabezas que con el paso del tiempo van dando un nuevo sentido a las historias que nos cuenta. Hay mucha verborrea en forma de diálogos de la propia protagonista con sus allegados y de la narración de su hija que es quién nos cuenta la historia. Hay algunas reflexiones que bien merecen ese repaso si se tiene la oportunidad. Muchas veces dejamos de hacer lo que amamos porque «se nos imponen» ciertas obligaciones. A veces no vivimos la vida que quisiéramos. Dónde estás, Bernardette nos viene a decir que siempre hay tiempo para emprender aquello tantas veces hemos pospuesto. Es lícito perseguir nuestros sueños para alcanzar esa dosis de felicidad que toda vida debe de contener. Nadie nos dijo que iba a ser fácil. Pero con nuestra felicidad hacemos más felices a los que tenemos a nuestro lado. La cinta no cae en un dramatismo barato ni en una filosofía de sobremesa, gracias al humor el director pone el acento en ese drama humano insuflando vida al relato con una serie de personas que le ayudan (el funcionario de la CIA, la psicóloga, el farmacéutico o la vecina).

WYGB_03896_R Emma Nelson stars as Bee Branch and Billy Crudup as Elgie Branch in Richard Linklater’s WHERE’D YOU GO, BERNADETTE, an Annapurna Pictures release. Credit: Wilson Webb / Annapurna Pictures

¿Habías oído que el cerebro es como un mecanismo de descarte?

Pongamos que alguien te da un regalo. Por ejemplo, un collar de diamantes. Y lo abres y te encanta. Estás súper feliz al principio, y al día siguiente te sigue haciendo feliz pero un poquito menos. Y un año después ves el collar y piensas: bah, esa antigualla.

¿Por qué el cerebro tiene ese mecanismo? Por supervivencia.

Tenemos que estar preparados para experiencias nuevas porque podrían conllevar peligro.

¿No estaría genial poder reconfigurar eso ahora que ya no nos saltan encima muchos tigres de dientes de sable? Parece un fallo de diseño que la configuración por defecto de nuestro cerebro sea el peligro en la supervivencia en lugar de algo como la alegría y el agradecimiento.

Bee (hija de Bernardette Fox)

Como toda buena película que se precie de ello, no podía faltar un tema musical poderoso. Mientras madre e hija viajen en su automóvil, cantan (bajo la lluvia) al unísono el tema de Cindy Lauper Time After Time:

Tumbada en mi cama, escucho el tic tac del reloj,

y pienso en ti.

Atrapada en un círculo,

la confusión no es nada nuevo.

Recuerdos de noches cálidas,

casi dejadas atrás,

maletas de recuerdos,

un tiempo después…

De vez en cuando te me imaginas,

caminando muy por delante de ti,

tú me llamas,

yo no puedo escuchar lo que has dicho,

entonces dices, «ve más despacio»,

yo me quedo atrás

el reloj gira hacia atrás.

Si estás perdido, puedes mirar y me encontrarás,

una y otra vez,

si te caes, te atraparé, estaré esperando,

una y otra vez.

If you fall, I will catch you, I will be waiting

Time after time

Pocos directores como Richard Linklater tienen una filmografía tan variada. Está considerado como uno de los primeros y más exitosos que emergieron durante la década de los años 90. Nos regaló esa fresca visión de las relaciones de una pareja a lo largo de casi dos décadas en tres entregas y en tres escenarios de Europa. Se trata de la trilogía Antes del amanecer (1995), Antes del atardecer (2004) y Antes del anochecer (2013), protagonizada por los actores Julie Delphy y Ethan Hawke. Al director tejano le debemos también otro experimento, Boyhood (2014), sobre la adolescencia de un joven rodada a lo largo de doce años, el mismo tiempo que tardó en rodar la película pues los personajes son los mismos y los plasma a lo largo de ese periodo de vida. Es un director de cine de autor que, aunque no renuncia a la taquilla, nos deja su buen hacer en estas interesantes propuesto que rondan el cine indie: historias intimistas centradas en personajes peculiares que se salen fuera de la norma. Son películas americanas que rechazan frontalmente la manera de hacer el cine en Hollywood y que presenta una visión y un concepto muy personal del cine. 

La película está basada en la novela llena de humor y aventuras Dónde estás, Bernadette que se publicó en 2012. La obra de Maria Semple, no tardaría en alcanzar los primeros puestos de la lista de superventas del New York Times. Centrada en el fascinante personaje que es Bernadette Fox. Planteaba muchas dificultades su traslado a la gran pantalla ya que es una novela epistolar, cuya historia se desarrolla a lo largo de una serie de cartas y correos electrónicos en los que la hija, Bee trataba de averiguar el paradero de su madre (una estructura parecida la contemplamos en La pesca del salmón en Yemén, Lasse Hallström, 2011).

Richard Linklater nos ofrece un sólido trabajo que tiene como resultado final una propuesta muy acertada, interesante, contada bajo el punto de vista de la hija y que tiene como tema principal ese vacío que tiene una persona creativa cuando, por diversas circunstancias, ha dejado de hacer lo que ha venido ha realizar en esta vida: crear. La película funciona gracias a una buena adaptación, a unos brillantes diálogos y a una puesta en escena notable. Todo ello con el refuerzo de la gran actuación que realiza Cate Blanchett. Nos lanza un mensaje de que hay que buscar el equilibrio entre lo que deseas y lo que realmente puedes conseguir. Viajar a la Antártica no está al alcance de todo el mundo, pero no hay que dejarse llevar por el desánimo ni el desaliento en la búsqueda de nuestra Ítaca.

La arquitectura en Dónde está Bernadette

Una vez más, cine y arquitectura se dan la mano. En este caso nuestra protagonista es una mujer arquitecta. En su juventud recibió un prestigioso galardón. En su obra trató de integrar la naturaleza y la arquitectura (esas dos palabras en una misma frase).

Hay cuatro referencias a cuatro obras que aparecen claramente en la película del director tejano.

La casa de las 20 millas

Bernadette proyectó una casa moderna a la que llamó la Casa de las 20 millas. Situada en Los Ángeles, la denominó así porque la construyó con material procedente de un radio de 20 millas alrededor de la propia vivienda. Una adelantada en cuanto a la arquitectura sostenible. Con ella ganó la beca MacArthur y le sirvió para darle un tremendo empujón a su carrera y ganar prestigio entre sus colegas.

La arquitecta vendió la casa con tan mala fortuna que el comprador era su propio vecino. Un gañan que nada más adquirir la derribó y amplió el aparcamiento de su propia casa. Así el solar pasó a ser ocupado por los coches del propietario.

Producción tuvo que «construir» la casa de las 20 millas. En la película vemos el proyecto, así como distintas fases de lo que se supone la construcción de la vivienda como si de un material de la época fuera. Un gran logro.

La vivienda de Bernardette Fox

Tras esa humillación Bernadette huyó a Seattle. Una vieja escuela desvencijada, situada en lo alto de una colina es la vivienda de la arquitecta, en la que vive junto a su marido y a su hija. Una cosa es el exterior y otra bien distinta son los interiores. Para la recreación de la vivienda se echó mano a tres ubicaciones distintas. Por un lado, lo que es la propiamente la vivienda de la familia, conocida como Straight Gate, un hogar católico de finales del siglo XIX, para niñas caprichosas, en las afueras de Seattle, se utilizó una casa situada en Pittsburg, la mansión Hays (realmente hay un proyecto para salvar el edificio que data de 1870 construido al estilo italiano del Segundo Imperio), ubicada en las afueras de la ciudad. Buena parte de la película se rodó en esta ciudad. Y, por otro lado, para interiores se echó mano de otras casas de la zona.

Para la decoración de los interiores de las habitaciones, se recrearon piezas de arte y distinto mobiliario. Para ello se echó mano de todo tipo de artistas y creadores locales.

La biblioteca de Seattle

Un lugar recurrente en la vida de Bernadette Fox y en el que parece encontrarse en su medio, es la Biblioteca Central de Seattle. Es obra del estudio OMA (dirigido por el arquitecto holandés Rem Koolhaas, hoy día está integrado por más de cien arquitectos -él es el creador entre otras de la Casa de la Música en Oporto-). El estudio se alzó ganador del proyecto que se convocó en diciembre de 1999. Con él pretendía reformular el concepto tradicional de biblioteca adatándolo a un nuevo requerimiento de las instalaciones para convertirlo en lo que ellos llamaron «almacén de información». Los puntos principales de su propuesta se basaban en: dividir la biblioteca en diferentes secciones; aprovechar las tecnologías para comprimir al máximo el espacio necesario de almacenamiento; crear nuevos espacios para atraer a un público nuevo; y, considerar a la biblioteca como un nuevo espacio social, centro de diferentes actividades y abierto al público, evitando ese carácter de fortaleza que tradicionalmente tiene este tipo de edificios.

Para llevar a cabo estas propuestas se creó un edificio de cinco plataformas, formando cinco volúmenes, uno encima de otro, desplazado de forma aleatoria respecto a su eje vertical.

Se buscó una estética particular teniendo en cuenta la propia geografía de Seattle. Al exterior presenta una fachada de vidrio y acero a base de superficies facetadas que han generado un nuevo icono urbano.

En su diseño, se tuvo muy en cuenta la sostenibilidad del edificio que contribuyera a reducir el gasto energético y el impacto medioambiental del edificio. Premisas que eran muy del gusto de nuestra protagonista Bernadette Fox.

La base en la Antártida

“La gente como tú debe crear. Si no lo haces, eres una amenaza para la sociedad”.

El nuevo proyecto que le rescatará de la desidia a nuestro protagonista, Bernadette Fox, será la nueva construcción de una base científica situada en la Antártida. Un viaje que le servirá como catalizador para que las cosas cambien en su vida.

Las imágenes que aparecen con los títulos de crédito en realidad son las de la Halley Station. Es una base permanente del British Antarctic Survey del Reino Unido ubicada en la barrera de hielo Brunt frente a la costa Caird del mar de Weddell en la Antártida. La primera instalación data de 1956. Se han ido añadiendo distintas fases hasta la última que se construyó en 2012. Esta es la que Richard Linklater le atribuye a Bernadette. A través de una serie de bocetos y una secuencia a cámara rápida, vemos como se construyen una serie de módulos in situ, una vez que los materiales se encontraban allí. Esto era lo que realmente deseaba y añoraba la arquitecta. Toda esa parafernalia que se tenía que preparar para instalar allí una base. Hasta el último tornillo se tenía que traer del continente.

Desde este lugar los científicos han conseguido importantes descubrimientos, como el del Agujero de la Capa de Ozono en 1985.

Se trata de una serie de módulos que albergan las diferentes estancias para acoger a los científicos y todas las instalaciones para la realización de los diferentes estudios. Están construidos sobre una especie de plataformas de acero con esquíes para su desplazamiento en horizontal, así como en vertical. Se elevan anualmente para evitar la acumulación de hielo.

Ese es uno de los grandes secretos y logros de la construcción: se puede desplazar. Los pilares se elevan sobre el suelo y al estar dotados de grandes esquíes se pueden deslizar por el terreno antártico, permitiendo así el desplazamiento de cada módulo.

Es una cadena (se la conoce como «ciempiés») que consta de ocho módulos (en vivos colores: siete azules y uno rojo, el central). Las temperaturas en la base no suelen superar los 0 grados centígrados y la mínima puede llegar a -55º. En la actualidad es la base científica más moderna del mundo.

Los módulos están conectados entre sí por una especie de brazos flexibles. En su interior hay laboratorios, oficinas, salas de estudio, dormitorios, salas de reunión, plantas de energía. El módulo central, más grande que el resto, sirve como centro neurálgico, como gran espacio social de todos los habitantes: espacios de descanso y ocio, bar, comedor y un gran ventanal a modo de mirador.

Es obra de ingeniería avanzada del estudio Hugh Broughton y costó treinta millones de euros.

Uno de los principales problemas que afecta a la base son los derivados del cambio climático. El evidente deshielo y las grietas que se forman hacen peligrar la viabilidad de la base. El mes de enero de 2017 debido a la aparición de una enorme grieta se tuvo que desplazar más de 23 km. Pero aún así los peligros eran más que evidentes. Se tuvo que abandonar, momentáneamente, la base. En Julio del 2019, se encontraba en modo autónomo. Posee un innovador sistema de energía que le permite transmitir los datos. Parte del equipo acude en los meses de verano.

Como anécdota de la película, no se pudo rodar en la Antártida y se sitúo la filmación en Groenlandia. Eso no quiere decir que no sufrieran de los embates del temporal que los pilló en pleno rodaje. Eso sí los pingüinos se tuvieron que añadir digitalmente.

Os dejo un tráiler:

Luisjo Cuadrado

Revista Atticus