Crítica teatro – Intensamente azules de Juan Mayorga

Intensamente azules en la Casa de las Artes, Laguna de Duero

Intensamente azules del dramaturgo Juan Mayorga, llega a la Casa de Las Artes, Laguna de Duero, Valladolid.

Una historia que partió de un hecho real que le ocurrió al propio Mayorga, y que él mismo ha relatado en varias ocasiones; “Todo comenzó cuando en unas vacaciones de Semana Santa, en un pueblo de Andalucía se me rompieron las gafas, soy miope  y me di cuenta de que mis gafas de natación eran graduadas. Decidí utilizar las gafas de nadar para el escándalo de mis hijos, porque se sentían humillados cada vez que entraba a un supermercado. La gente se creía que yo quería provocar, cuando lo único que intentaba era no romperme la crisma”. “De alguna manera, empiezo a escribir el texto, y claro está escrito con gafas de natación azules”, explica el autor y director, que casi enseguida vio que en las palabras escritas que iban surgiendo en esa narración, publicada por La uña rota en forma de libro ilustrado con dibujos de Daniel Montero Galán, había una vocación de ser pronunciadas, de llevarse al teatro, más allá del disfrute de ser leídas. Fue el reencuentro con el actor César Sarachu, al que Mayorga ya dirigió en Reikiavik, el que decidió finalmente al dramaturgo a hacer de ese relato un montaje teatral.

Intensamente azules interpretado por César Sarachu, nos traslada a ver los distintos momentos de la vida con otro color, o entender cosas que no entendemos y si las cambiamos de color ¿quizá sí?… Este personaje vuelve a leer El Quijote y entiende cosas que jamás había comprendido antes, va al cine y ve siete veces seguidas El perro andaluz. Asalta estanterías en la Biblioteca Municipal en busca de títulos a los que antes no osaba acercarse. Incluso se atreve con El mundo como voluntad y representación, la magna obra del filósofo alemán Arthur Schopenhauer, y no se le escapa una. La felicidad de este hombre que ve el mundo a través de unas gafas de natación azules es inmensa, y hasta se atreve a cantar boleros tras leer esos densos tratados de filosofía. Hemos disfrutado de un gran actor que traslada al escenario el humor, la magia, la ilusión y la poesía de ver el mundo en azul.

César Sarachu, un único actor sobre el escenario que se desdobla en diez personajes más a lo largo de la función, en un escenario minimalista, acotado en un cuadrado que marca una luz de color también azul. El narrador solo se desprende de sus gafas para nadar y para dormir, además de para dar voz y cuerpo a los otros personajes con los que se va encontrando, incluido el propio Rey de España, mientras extrae objetos diversos de un cubo de espejos. Siguiendo la estela de El Quijote, no se sabe a ciencia cierta si lo que narra este personaje de gafas azules son recuerdos, imaginaciones o invenciones. Lo que sí está claro es que es protagonista de una gran historia de amor, aquella que resurge diferente ahora con su mujer.

Es algo mucho más que un monólogo. Es un espectáculo hilarante y divertido, una producción teatral, en la que el espectador es invitado a viajar a la memoria invadida de la imaginación de ese hombre de la calle, que lleva un globo de Mickey, que habla con su hija pequeña que es el balón de baloncesto o su hijo el mayor en forma de cámara de vídeo.

Como dice el refrán popular: “nada es verdad ni es mentira; todo es según el color del cristal con que se mira”.

texto y fotografías: Lusia Valares

Revista Atticus