Crítica Jojo Rabbit de Taika Waititi

Película Jojo Rabbit. el fin de la inocencia

Ficha

Título original: Jojo Rabbit

Año: 2019

Duración: 08 min.

País: Estados Unidos

Dirección: Taika Waititi

Guion: Taika Waititi (Novela: Christine Leunens)

Música: Michael Giacchino

Fotografía: Mihai Malaimare Jr.

Reparto: Roman Griffin Davis, Scarlett Johansson, Thomasin McKenzie, Taika Waititi, Sam Rockwell, Rebel Wilson, Alfie Allen, Stephen Merchant, Archie Yates, Luke Brandon Field, Sam Haygarth, Stanislav Callas, Joe Weintraub, Brian Caspe, Gabriel Andrews, Billy Rayner, Christian Howlings, Gilby Griffin Davis, Hardy Griffin Davis, Curtis Matthew, Robert East

Productora: Coproducción Estados Unidos-Alemania; Defender Films / Piki Films / Czech Anglo Productions / TSG Entertainment. Distribuida por Fox Searchlight

Género: Comedia. Drama | II Guerra Mundial. Sátira. Nazismo

Sinopsis

Jojo «Rabbit» Betzler (Roman Griffin Davis) es un solitario niño alemán perteneciente a las Juventudes Hitlerianas que ve su mundo puesto patas arriba cuando descubre que su joven madre Rosie (Scarlett Johansson) esconde en su ático a una niña judía (Thomasin McKenzie). Con la única ayuda de su mejor amigo imaginario, un niño un poco idiota, Jojo deberá enfrentarse a su ciego nacionalismo.

Taika Waititi and Roman Griffin Davis in the film JOJO RABBIT. Photo by Kimberley French. © 2019 Twentieth Century Fox Film Corporation All Rights Reserved

Comentario

Estamos en los finales de la Segunda Guerra Mundial, en un pueblecito de Alemania. Un niño, apenas diez años, vive con su madre. Es un fanático del régimen nazi, un adorador de Hitler, hasta el punto de que lo ha convertido en su amigo imaginario. Jojo Betzler está enrolado en las Juventudes Hitlerianas y durante un campamento de adiestramiento resulta herido de consideración. Al lanzar una granada esta rebota contra un árbol explosionando muy cerca de él. Ya no resultará el guapo ario. La esperanza de llegar a conocer, de verdad, al Führer se esfuma para siempre. Pero, a pesar de su evidente cojera, le encargaran tareas menores, pero necesarias, como recoger chatarra para la industria bélica, pegar carteles llamando a la movilización… Jojo pasa la mayor parte del tiempo solo. Su madre, Rosie, sale temprano de casa a buscarse la vida. En su deambular por la casa descubre, en el desván, que se madre esconde a una niña judía, Elsa. Esta circunstancia removerá los cimientos nacionalsocialistas del renacuajo Jojo. Pero el Tercer Reich está llegando a su fin. Las bombas comienzan a caer muy cerca de su casa. Y eso ya no tiene tanta gracia. Cuando el desastre asoma por la puerta de su vida, Jojo se tienen que replantear sus convicciones. Tal vez los judíos no son esos ogros. Tal vez los nazis no sean tan guais como el creía.

La película cuando arranca te lleva a la risa y a la reflexión de una manera sutil. Una genialidad. Mientras vemos como los fanáticos seguidores del nazismo vitorean a su líder, a Hitler (por si quedaba alguna duda), suena de fondo el tema de The Beatles (en alemán) I Wanna Hold Your Hand -Quiero tener tu mano-:

Oh sí, te diré algo,

Creo que lo entenderás.

Cuando te lo diga

Quiero tomar tu mano,

Quiero tomar tu mano,

Quiero tomar tu mano,

Tras este potente comienzo, el polifacético director neozelandés Taika Waititi (Thor Ragnarok, 2017) nos ofrece esta «extraña» película con el nazismo y a Adolf Hitler como tema principal. Más que nunca conviene recordar aquí cual es la definición de extraño: «Que es muy distinto de lo habitual, natural o normal y tiene algo de extraordinario o inexplicable que excita la curiosidad, sorpresa o admiración». Claro que Jojo Rabbit es distinto de lo habitual, no tiene paragón. Qué suscita curiosidad, sorpresa y… admiración (ya lo creo) y extraordinaria e inexplicable. Esto último es lo que pretendo al escribir esta crítica. Vamos a ello.

(From L-R): Sam Rockwell, Scarlett Johansson, Roman Griffin Davis and Rebel Wilson in the film JOJO RABBIT. Photo by Larry Horricks. © 2019 Twentieth Century Fox Film Corporation All Rights Reserved

Waititi dirige e interpreta su propia creación (con la base de la novela de Christine Leunens El cielo enjaulado). Es decir, que parte con una libertad de acción que se nota en el resultado final de esta fábula de un niño supernazi, que pertenece a las juventudes hitlerianas, que tiene como amigo invisible, ni más ni menos, que al propio Adolf Hitler (su papel). Acometer una comedia de humor negro sobre uno de los personajes más infames de los últimos tiempos, responsable de la muerte de millones de personas, y salir indemne, no es una cuestión baladí.

Uno de los grandes puntos a favor que tiene la película es el elenco de actores: Sam Rockwell (capitán Klenzendorf), Scarlett Johansson (Rosie, madre de Jojo), Thomasin McKenzie, la joven judía Elsa (muestra buena química con Jojo) y los «grandes actores» Roman Griffin Davis (Jojo) y su regordete amigo Archie Yates (Yorki).

Rockwell da vida a un capital nazi, rudo, dominante, pero que tiene un lado reprimido muy al contrario de lo que exige el Führer a su tropa. Llena la pantalla sin estar mucho tiempo presenta. Está colosal. Scarlett Johansson (en su papel de Rosie), lo mejor que puedo decir es que su actuación no chirria. Se muestra misteriosa (hay que agradecer a los directores que no nos den todo mascado y dejen algo a la imaginación), sensible y dulce. Muestra una gran complicidad con Davis. La joven Tomasin McKenzie constituye otra promesa del cine gracias a su solvente interpretación de atormentada judía.

Stephen Merchant, Alfie Allen, Sam Rockwell and Roman Griffin Davis in the film JOJO RABIT. Photo by Kimberley French. © 2019 Twentieth Century Fox Film Corporation All Rights Reserved

En cuanto a los niños. el primero (Griffin) interpreta, da vida, al sagaz Jojo Betzler. Es un crío mediatizado que se ha convertido en un auténtico hooligan, un fanático del nazismo y Hitler es su dios, además de ser su amigo invisible. Junto con Waititi es el alma y el ser de la película. Representa a la perfección esa fidelidad al Führer cuando acude al campo de adiestramiento para formarse en las Juventudes Hitlerianas. Hasta que ve los ojos al conejo. Ahí ya es cuando empieza a cuestionarse su filosofía y replantearse su propio punto de vista, sobre todo cuando descubre que los ruidos del desván no los producen unas ratas. Comienza a investigar cómo son en realidad los judíos. Y descubre, a través de Elsa, que no tienen cuernos, que no tienen garras, ni patas, que no duermen boca abajo, ni tienen cuerpo de vampiro y que si los conoces… hasta se te puede llenar el estómago de mariposas. El conocimiento arroja luz, demostrando así que la ignorancia es un terreno en barbecho ideal para el abono de las ideas preconcebidas y los prejuicios tan proclives en el fascismo.

La interpretación de Griffin Davis es fresca, convincente, natural y en ningún momento pierde esa inocencia que le da su corta edad (diez años). A su lado, con breves apariciones, está otro mozalbete gordito, inocetón al que te llevarías para casa, sin duda, si estuviera tan desamparado como aparece en la película. Se trata de Archie Yates (Yorki), el amigo «de la infancia» de Jojo. Provoca varios momentos hilarantes con su ternura.

No puedo olvidarme, ni menospreciar la gran actuación del propio Taike Waititi de apariciones breves, concretas y contundentes que proporcionan una buena parte de esa vis cómica que tiene la película. Su papel caricaturesco, hecho a su medida, como dictador nazi, como un ser ridículo, infantiloide, que trata constantemente de alentar al pequeño Jojo para que sea el nazi más grande, digno servidor de Alemania y orgullo de la raza aria (Jojo reniega de su abuelo que no era lo suficientemente rubio). Interpreta a un Hitler exagerado, pomposo, afectado, tanto en sus gestos como en los consejos ilógicos que le da al propio niño (como ese ofrecimiento constante de un cigarro) que ridiculizan todo su ideario.

El director no se muestra tibio a la hora de cariturizar al régimen nazi. Jojo Rabbit es una burla total del nazismo, de Hitler y toda su industria bélica, incluida la Gestapo, a la que también se le da caña en una hilarante secuencia digna de los Monty Python cuando acuden a la casa de Jojo en busca de un posible judío refugiado y tienen que saludar cada uno de sus miembros, poniendo en solfa los protocolos nazis y toda su parafernalia.

Son varias las películas que afrontan el nazismo con una vis cómica. El gran Dictador (Charles Chaplin, 1941), una obra feroz y controvertida donde hay una clara crítica al nazismo, fascismo, antisemitismo y a las dictaduras en general. Ser o no ser (Ernest Lubitsch, 1942), donde se bromea con la amenaza que suponía los nazis –hay que tener en cuenta que tanto esta como la anterior película se realizaron en pleno conflicto bélico-. Incluso tenemos realizaciones con algún niño como protagonista. La vida es bella (Roberto Benigni 1997), donde un judío, dueño de una librería, tienen que echar mano de la imaginación para proteger a su pequeño hijo de los horrores de un campo de concentración nazi. El niño del pijama a rayas (Mark Herman, 2008), donde un crío vive una extraña existencia paralela al otro lado de la alambrada y que es la narración de la manera, inocente, de adentrarse en el mundo de los mayores. Seguro que Wikiki ha tenido en cuenta estas películas. pero, sin duda, Jojo Rabbit es más deudora del cine de Wes Anderson, por el uso de colores chillones como la frontalidad de sus planos (me viene a la mente una de sus más disparatadas propuestas como fue El gran hotel Budapest, 2014).

Jojo Rabbit es una obra arriesgada, valiente, necesaria. Utiliza el humor negro para poner el acento en ese episodio tan execrable como fue el ascenso del nazismo de la mano de un loco fanático que llevó a su país a una Segunda Guerra Mundial. Cuestiona ese fanatismo por medio del humor para atacar temas controvertidos e invitarnos a la reflexión sobre las ideas extremistas, sobre la xenofobia, el racismo y la persecución de todos aquellos que son diferentes. Es un alegato cómico que nos advierte del peligro y del peaje que hay que pagar por permitir que la intolerancia triunfe. «Pongámosle fin a la ignorancia y sustituyámosla por amor» (Taika Waititi).

Os dejo un tráiler:

Luisjo Cuadrado

Revista Atticus