Teatro – Pídeme perdón de Perigallo Teatro

Casa de las Artes, Laguna de Duero. Pídeme perdón de la Compañía Perigallo

La Casa de Las Artes cierra la temporada con Perigallo Teatro y una gran propuesta Pídeme Perdón o cómo volver a la calle del Mariano.   

Pídeme perdón es una historia escrita por Javier Manzanera y Celia Nadal, con unos textos maravillosos que te hacen pensar, sonreír, llorar… Abordan el bullying escolar, la violencia adulta y el miedo, todo esto envuelto en un hermoso papel de regalo: la comedia. Reflejan el absurdo social que hemos construido, mostrando a personajes que no son buenos ni malos, sino individuos condicionados por sus taras de infancia. Flor y Pedro, sin saberlo, entrelazan sus vidas desde muy atrás. Se necesitan, se deben algo, hacen lo más difícil: tomar conciencia, perdonarse y seguir jugando.

Pídeme Perdón nos mete en la vida de tres personas que, en un acto de responsabilidad, deciden atravesar sus taras de infancia con la íntima esperanza de recuperar la mirada del niño. Son tres personas que no se resignan. La sala en silencio, nos hacen reflexionar porque cualquiera de los que estamos allí hemos podido ser víctimas o verdugos de alguien. Nuestros tres personajes también, y no lo saben, o al menos no lo saben todo… lo van a descubrir. Las historias de cada uno avanzan, y descubrimos que sus vidas están más entrelazadas de lo que creíamos. Se necesitan, se deben algo. La vida que llevan parece sencilla, pero cuando miran de cara al miedo, y atraviesan la puerta, entonces es cuando nos demuestran que puede haber esperanza de cambio. Y no se puede pretender el cambio sin estar dispuesto a arriesgar.

Pídeme perdón es una obra que habla de la infancia, en la que todo se perdonaba por seguir jugando. La historia que cuenta la Compañía Perigallo tira de nostalgia y poética, ternura y violencia, contundencia y ambigüedad. Cuentan la historia de tres personas que no se resignan. Tres valientes que muertos de miedo deciden afrontar los temas no resueltos porque si no, no pueden avanzar dignamente. Miran de frente a la tara que cada uno arrastra, y hacen todo lo que está en su mano para resolverla. Se responsabilizan de su propia felicidad.

Es una historia sobre el dolor que se puede sentir y la necesidad de escucharlo, y le da a la obra una dimensión muy amplia. El teatro es un espacio donde se pueden hacer todavía estas cosas, donde el espectador viene en persona, respira al mismo tiempo que el resto del público, escucha y realiza el viaje junto con otras personas. Para mí esta obra tiene mucho de escuchar, aprender, descubrir puntos de vista distintos, ponerse en lugar del otro, y saber que no hay una sola verdad. Mientras la veía  me iba poniendo en el lugar de cada personaje y pensaba que cada uno tiene razón. Y es bueno que eso tan complejo le pase al espectador, porque resulta fácil decir que este es malo y está bien que sufra, pero es terrible que te duela el sufrimiento de todos, que sientas que ese dolor también te pertenece.

Estos personajes buscan la verdad que es un trabajo personal costoso, me parece una actitud tan valiente y tan admirable…lo contrario de la indiferencia, que, por frustración, cansancio o vagancia, termina siendo el peor de los males. Quieren comprender cómo han llegado a esa situación. Eso para mí es el teatro. El público puede realizar el viaje que hacen ellos, escuchan, se incomodan, se conmueven, cambian de opinión, intentan tomar partido y no pueden, porque todos son víctimas.

Javier Manzanera, Celia Nadal y Pedro Almagro, tres actores como la copa de un pino, con una gran sensibilidad y una interpretación brutal. He salido emocionada y con el corazón en un puño, porque cada uno de nosotros puede tener a alguien muy cercano con alguna historia similar. Es fácil mirar las taras de los demás y no las nuestras propias, por eso la vida siempre ofrece la oportunidad de poder Pedir Perdón.

texto y fotografías: Luisa Valares

Revista Atticus