Música – Maui de Utrera en Valladolid

Maui de Utrera en la Sala Concha Velasco del LAVA, Valladolid

El público que esta noche ocupa sus asientos en la Sala Concha Velasco está dispuesto a disfrutar de la música no estandarizada. El clima que se respira en la sala es de expectación; hay buenas vibraciones en el ambiente. Lo más interesante es siempre lo que no se puede definir. 

En casa de Maui, en Utrera, lo habitual era que estuviera llena de músicos contando y cantando historias. Uno de ellos era el Gran Bambino… Procuro olvidarte, siguiendo la ruta de un pájaro herido, procuro alejarme de aquellos lugares donde nos quisimos… Ahí aprendió Maui que para sobrevivir artísticamente a largo plazo, lo mejor es evitar atajos.

Sus recuerdos conforman,-como no podía ser de otra forma- una tradición oral, una imán  físico con el pasado que ahora en el escenario trata de trasmitir al público que le aplaude, a manos llenas.

Su eclecticismo es su tesoro. Su grupo de esta noche suena a las mil maravillas. Se ve a le legua, que han llegado con tiempo para ensayar  y que todo estuviera a la altura que la ocasión merece. Canta, baila, toca el violonchelo, tiene chispa, alegría y buen humor. ¡Casi na! Su mayor virtud es que poco a poco, como el que se acerca a una fuente y con una mano aprieta  el grifo y con la otra recoge el agua y se lo lleva a los labios para calmar su sed, así, Maui va dando de su arte y generosidad al público del LAVA.

En las canciones de Maui hay de todo, como en botica. Ha bebido de la gran Martirio, de Bambino, de sus vecinos, de todo aquel que tenía algo que decir. Una esponja, vamos. Y además sus canciones tienen ritmo y salero. Solo había que mirar la cara del público que por un momento parecía que había sufrido un liftin colectivo y se había quitado veinte años de encima. Es lo que tienen las canciones de Maui.

La música, toda la música siempre está llena de ideas ajenas. El asunto, y eso lo hace Maui a la perfección, es adaptarla al contexto y sobre todo a tu personalidad. Maui vive apartada de la liturgia del consumo de la música “sonajero”. Sabe que el único talento es el trabajo, y en eso a ella, no le gana nadie. ¡Vayan a verla y sabrán lo que vale un peine!

Marcos Pérez

fotografías: Nacho Carretero