64 SEMINCI – Crítica El plan de Polo Menárguez

Sección Oficial – Crítica El plan de Polo Menárguez

Ficha

Título original; El plan

Año: 2019

Duración: 79 min.

País: España

Dirección: Polo Menárguez

Guion: Polo Menárguez (Obra: Ignasi Vidal)

Música: Pablo Martín Caminero

Fotografía: Alejandro Espadero

Reparto: Raúl Arévalo, Antonio de la Torre, Chema del Barco

Productora: Capitán Araña

Género: Comedia. Drama | Amistad

Sinopsis

    Son las nueve de la mañana de un caluroso día de verano en el barrio madrileño de Usera. Paco, Ramón y Andrade, tres amigos que llevan en paro desde que cerró la empresa en la que trabajaban, han quedado para ejecutar un plan. Cuando por fin se reúnen, un contratiempo les impide salir de casa: el coche que necesitaban para trasladarse está averiado. Mientras buscan otra manera de llegar a su destino, se ven envueltos en una serie de incómodas discusiones que poco a poco derribarán sus muros y arrancarán sus máscaras.

Comentario

“¡Oh, señor, si alguna vez hubiera podido escribir la cuarta parte de lo que vi y sentí bajo aquel árbol…, con qué sencillez habría demostrado que el hombre es naturalmente bueno y que sólo por las instituciones se vuelven malvados los hombres”.

Cartas a Malesherbes

Jean-Jacques Rousseau

El planteamiento de la película de Polo Menárguez no puede ser más sencillo: Tres amigos, Paco (Antonio de la Torre), Ramón (Chema del Barco) y Andrade (Raúl Arévalo) sen encuentran en paro. Sus días, «sus lunes al sol» transcurre de la mejor manera posible juntándose para charlar, hacer planes y hacerse compañía. Son antiguos trabajadores de una empresa de seguridad que tuvo que cerrar. Una mañana se citan para llevar a cabo un plan. Pero por diversas circunstancias que van sucediendo a lo largo del comienzo de esa jornada, no llegan a salir de la casa de Paco. Surgirán discusiones, incómodas charlas, encuentros y desencuentros que pondrán en cuestión su amista. Son hombres cuarentones, que se cierne sobre ellos un futuro muy negro que los tiene al borde del precipicio.

Tan sencillo es el planteamiento que se puede desarrollar en un único espacio. Esto nos lleva a la obra teatral homónima en la que se inspira del libro de Ignasi Vidal.

La película constituye una crítica social a esos dos males de nuestra sociedad. Uno es el paro, la precariedad laboral y el otro basta con encender el televisor para saber de qué hablo. Es muy importante en esta película acudir «lo más virginal» posible. Incluso me cuestiona esta crítica, pero la considero necesario porque es una de las películas más potentes emitidas hasta el día de hoy en la 64 SEMINCI. Trataré de justificar esa opinión y más a raíz de un pequeño debate que se produjo en la sal de prensa al termino del pase en el Teatro Calderón por la mañana de este casi invernal día.

Son tres hombres, tres identidades bien distintas, con unos roles bien definidos. Tienen muchos puntos en común, pero cada uno de ellos tienen rasgos diferenciadores. Arranca la película con Ramón, un hombre casado y con hijos que acude a casa de Paco. Se ha obsesionado con la predestinación, con el querer saber si el hombre está marcado, si sus actos son fruto de su decisión o si lo lleva en su carnet genético, cuestionando el precepto de Jean Jaques Rousseau de que el hombre es bueno por naturaleza. No ha dudado en abrazar el psicoanálisis y en acudir a la filosofía para tratar de encontrar la razón por la que se encuentra en el paro.

Paco (Francisco Javier) se encuentra en su casa esperando a los dos amigos para llevar a cabo el plan a seguir ese día. Es un hombre metódico, le gusta la puntualidad y el compromiso.

Andrade (Enrique para su madre) es todo lo contrario. No le gusta el compromiso. Hasta su pareja tiene la fecha de caducidad. No le gustan las imposiciones y es el bala perdida de los tres.

Los comportamientos de los tres protagonistas están muy estereotipados. Hay machismo, hay desdén hacia la mujer, y hay la típica duda de si es la sociedad la culpable de lo que pasa hoy día en el mundo (véase Jocker).

El plan nos muestra una estampa costumbrista de la España finisecular y la de comienzos de este siglo XXI. Tres hombres juntos, en el salón de la casa, bebiendo cerveza a primera hora de la mañana, algún canuto, solo falta el televisor encendido. Sus realidades están aderezadas de hartazgos de las parejas por la situación que provoca el paro, infidelidades conyugales y la dificultad para salir de ese círculo vicioso.

Las actuaciones de Arévalo, de la Torre y del Barco (habitual en algunas de las representaciones teatrales) son magistrales. Ponen mucho oficio, y corazón, para dar vida a estos personajes que son, lamentablemente, habitantes comunes de muchos rincones de nuestras ciudades. Ellos solos, sin más artificio, son los que tienen que mantener la tensión (con algún subrayado de la música que proporciona ese dramatismo muchas veces previo al clímax). Unos diálogos acertados, sentidos y pegados a la calle. Una tensión argumental que está muy bien conseguida y que su director ha sabido lograr despejando así las dudas que tenía el autor de la obra, Ignasi Vidal, de la conveniencia de llevar al cine este libreto que tanto éxito y recorrido ha tenido y sigue teniendo en buena parte del mundo.

Tan solo ochenta minutos, más drama que comedia, pero que han dejado un buen sabor de boca, a los asistentes de esta jornada matinal en la 64 SEMINCI, con ese potente y sorprendente desenlace final.  

En la rueda de prensa se produjo un debate que venía a cuestionar la película con aspectos que se alejan del cine. Vivimos un momento que cualquier puede ver heridos sus sentimientos al proyectar una película que toque un tema en concreto. No solamente afecta al cine, es lo que se viene en denominar lo políticamente correcto. Si el autor ha creído necesario echar mano del sistema límbico para tatar de excusar el comportamiento que el propio protagonista tiene ante su situación tras su rechazo laboral, no quiere decir esto que eso sea la JUSTIFICACIÓN para lo que sucede en el mundo real. No es una apología de nada la película. Es una denuncia social. De acuerdo que muestra a unos personajes que resultan un tanto estereotipados y que cuestiona la masculinidad (un varapalo para el hombre que queda bien reflejado en cómo uno de los protagonistas es incapaz de atinar en la taza cuando está orinando). Su comportamiento en la pantalla recoge, en buena medida, lo que está sucediendo fuera de ella. pero, repito, el director no lo justifica. Polo Menárguez expuso que su punto de vista: «se trata de mirar cara a cara esas masculinidades, no de justificar nada. Es más, es una crítica a esas masculinidades».

Vayan al cine. Es la mejor manera de crearse su propia opinión.

Chema del Barco, Polo Menárguez y el productor Nacho La Casa: Foto: Luisjo

Luisjo Cuadrado

Revista Atticus