Crítica Día de lluvia en Nueva York de Woody Allen

La luz crepuscular de Woody Allen

Ficha

Título original: A Rainy Day in New York

Dirección y Guion: Woody Allen

Intérpretes: Timothée Chamalet, Elle Fanning, Selena Gomez, Jude Law, Liev Schreiber, Annaleigh Ashford, Rebecca Hall, Diego Luna, Cherry Jones, Will Rogers, Taylor Black

Fotografía: Vittorio Storaro

Montaje: Alisa Lepselter

Duración: 92 min.

Público adecuado: +16 años

Distribuidora: A Contracorriente

Estreno: 11 de octubre de 2019

Sinopsis

La comedia romántica de Woody Allen Día de lluvia en Nueva York narra la historia de dos universitarios enamorados, Gatsby (Timothée Chalamet) y Ashleigh (Elle Fanning), cuyos planes para un fin de semana romántico juntos en Nueva York se arruinan tan rápidamente como el sol da paso al chaparrón. Pronto se separan, y cada uno por su cuenta experimenta una serie de encuentros fortuitos y aventuras cómicas.

Cuando el periódico de la universidad encarga a Ashleigh –criada en Arizona–, una  entrevista en Manhattan al director de cine Roland Pollard (Liev Schreiber), Gatsby aprovecha la ocasión para mostrarle sus lugares favoritos en la ciudad. Alma antigua, Gatsby ama el Nueva York vintage, y organiza un abarrotado itinerario de lugares típicos como el Bar Bemelman del Café Carlyle.

El bien organizado plan de Gatsby se ve pronto desbaratado cuando Pollard invita a Ashleigh a ver una proyección de su próximo film aún inconcluso. Ashleigh se ve pronto arrastrada a una serie de vertiginosos encuentros que le llevan de Pollard al guionista Ted Davidoff (Jude Law), pasando por la estrella de cine Francisco Vega (Diego Luna).

Abandonado a su suerte en la ciudad, Gatsby acaba por ocupar el día con Chan (Selena Gómez), la perspicaz hermana menor de su exnovia. También aparece en una fiesta organizada por sus adinerados padres, en donde tiene una conversación trascendente con su madre (Cherry Jones).

A lo largo de ese irreal día lluvioso en Nueva York, Ashleigh descubre que acaso no sea quien creía ser, y Gatsby toma consciencia de que, aunque sólo se vive una  vez, puede que baste si encuentras a la persona adecuada.

Comentario

Estamos ante la quincuagésima película de Woody Allen. Podríamos esperar una cinta conmemorativa, pero el director neoyorquino sigue a lo suyo: haciendo películas, casi de forma anual, con un presupuesto limitadito sin grandes superproducciones que tienen como resultado final una película intimista, llena pequeños detalles, romántica, nostálgica y con dosis de humor.

Allen ha elegido, para esta ocasión, como su alter ego a un actor menos conocido, Timothée Chalamet, dando vida a un personaje que lleva por nombre Gatsby (como el protagonista de la novela de F. Scott Fitzgerald). Es un hombre «antiguo» que le hubiera gustado haber nacido hace unas cuantas décadas antes. De gustos refinados y amante del cine clásico, es un joven criado en el Upper East Side que reniega de sus raíces burguesas. Le gustan los garitos de piano-club, le fascina la música de esos años y, por supuesto, le encanta los días lluviosos. Es un gran romántico que tiene su centro neurálgico la ciudad de Nueva York. Y allí es donde quiere llevar a pasar un fin de semana al que considera el amor de su vida: Ashleigh.

Día de lluvia en Nueva York es una película tranquila, en la que no sucede nada extraordinario (como en la mayoría de la vida de los mortales) y todo se ajusta a un guion muy estudiado. La posibilidad de disfrutar de un romántico fin de semana en la Gran Manzana altera la rutina de los estudiantes. Y al final del mismo sus vidas habrán cambiado. A su director se le critica que estas últimas entregas no aportan nada a su filmografía. Pero lo cierto, es que estamos ante una deliciosa porción del gran pastel que supone toda su filmografía. A pesar de que a él le importe poco o nada pasar a la posteridad, las siguientes generaciones seguirán visionando y estudiando su cine. No es una obra maestra, pero resulta ser una cinta encantadora, intimista, divertida que deleita a buena parte de los espectadores.

De lo mejor del cine de Woody Allen es el análisis que hacemos de los personajes que desfilan por la pantalla. En esta ocasión, nos encontramos (una vez más en el cine del director neoyorquino) con personajes que dudan de sí mismos, que tienen un conflicto con su propia identidad. Veamos. Gatsby, en principio, se nos presenta como un joven con cierta seguridad. Ha decidió ir a una universidad «de segunda» y hacer una carrera de humanidades en contra de los deseos de su acaudalada familia. Cree disfrutar del gran amor en la persona de Ashleigh y no tiene problemas para ganar dinero con el juego. Pero la lucha que mantiene con su madre le mantiene en una duda constante sobre su papel en el mundo. Una charla con su progenitora (sin desperdicio) dará un giro en su vida.

Ashleigh (Elle Fanning), la chica paleta de Arizona, la pizpireta e ingenua Ashleigh y la graciosa estudiante que se enfrenta al mundo de la manera más cándida inimaginable. Ese viaje a Nueva York le va a suponer darse de bruces con un mundo real donde conocerá al director, al guionista y al actor y se sentirá una mujer deseada ante sus fauces. El primero representa esa especie de amor platónico, es el director deseado (un guiño del propio Allen a su figura), de cine de autor, de culto y ella una joven advenediza se siente en la cúspide al tener la posibilidad de hacerle una entrevista. Asleigh es tan tan tan inocente y pura que no sabe discernir lo que es una primicia y hasta no sabrá su nombre ante la presencia del actor Francisco Vega, un adonis que representa el típico papel de actor joven guapo que va de una flor a otra. Para Ashleigh es el amor físico, justo lo contrario que representa el guionista Ted Davidoff. Este es un amor más intelectual. También cada uno de estos personajes del séptimo arte tienen sus propias contradicciones: el director que duda constantemente de su obra; el guionista que vive a la sombra del director y tiene un conflicto con su pareja y el actor trata de que no se le encasille en el papel de donjuán pero no duda en abonar el típico cliché de ser un actor que trata de tirarse a todo lo que se mueve negando, incluso, su relación con su novia. Y otro de los personajes del universo de Allen es la joven Chan. Su conflicto revive cuando vuelve a ver a Gatsby y no sentirse deseada (ya le pasó unos años antes cuando estaba enamorada mientras salía con su hermana). Algunos de los personajes se caracterizan porque mantienen casi una identidad oculta que anhelan que sea descubierta.

La línea argumental nos la presenta a través de dos tramas paralelas. Del tronco común, la relación de ambos estudiantes, parte por un lado el paseo nihilista por la ciudad de Nueva York y, por otro lado, el viaje de iniciático a la vida de Ashleigth, tan dulce, tan inocente ella. Gatsby tiene planificado cada hora. Un golpe de fortuna le ha proporcionado un buen dinero y no duda en llevar a su amada a los mejores sitos de Nueva York. Incluso cosas tan turísticas como un paseo con un carro de caballos por el Central Park o una visita al Museo Metropolitan. Tras verse tocados sus planes iniciales un paseo por la ciudad en la que se reencontrará con amigos (como es el caso de la joven Chan) que tenía un tanto abandonados y con los fantasmas de su familia. Ashleight, la jovial y fresca Ashleight tiene una cita para una entrevista con el afamado director, pero se mete en una dinámica cuando le invita a seguirle. La realidad que ella conocía se viene abajo al experimentar otro mundo.

En cuanto a la actuación, cada uno de los personajes tiene un rol muy bien perfilado en el guion. Conjuga actores consagrados con noveles. Fanning está fresca y divertida, en un papel difícil, ya que entre lo ridículo y gracioso hay una fina línea y la actriz lo supera con buena nota. Chalamet resulta muy convincente de un joven intelectual y snob que nos recuerda ineludiblemente al imberbe Woody Allen en una película tan mítica como Manhattan. Liev Schreiber se muestra más encorsetado y, por lo tanto, más comedido en su actuación de director inseguro (esas mismas dudas… ¿serán las que tiene el director neoyorquino con sus propias creaciones?). Jude Law se muestra más suelto en el papel de guionista en perpetuo conflicto. Ambos brillan pero les falta más desarrollo, más presencia en la película. Diego Luna tiene poco espacio para sobresalir, digamos que cumple con su papel. Selena Gomez nos sigue sorprendiendo como actriz. Representa a la hermana de la exnovia y cada vez que sale en la pantalla con su dulce rostro nos deja unas perlas deliciosas con su humor ácido, sin sobreactuar, convincente. La veterana Cherry Jones es la madre rebosante de dinero y de mala baba que será la protagonista de un sorprendente giro en el guion. Brillante.

Allen ha vuelto a «su ciudad». De todos es sabido que Woody Allen está enamorado de la Gran Manzana, o, por lo menos, de aquella ciudad a la tanto añora. No vemos en la pantalla las cosas que detesta, por esa razón no vemos esos pequeños establecimientos que ahora proliferan a modo de barberías hipsters, o bares de nuevo diseño con precios desorbitados o esa juventud que no le gusta que se desviven con sus móviles y sin embargo les cuesta ir a los bares de música al cine o a pasar un día en el museo (o unas horas). De la mano de Vittorio Storaro recorremos una ciudad con la lluvia como protagonista y esa luz dorada crepuscular que ilumina no solamente las calles sino los corazones de los intérpretes. Con Café Society, Storaro llegó al final de cine de Woody Allen y lo hizo para quedarse. Asombran los espectaculares interiores como El Bar Bemelman del Café Carlyle meca del jazz neoyorquino junto con un hall de un hotel y algún loft espectacular.

Woody Allen nos entrega una nueva película romántica, con el amor como protagonista, pero también las relaciones humanas en general, con sus neuras, sus inseguridades, sus miedos, sus encuentros y desencuentros. Y que nos muestra esas interioridades del mundo del cine. Una comedia con jugosos diálogos, que nunca deja de interesar y con un excelente giro de guion bien marcado hacia el final del segundo acto que provocará esa cambio en los protagonistas. Sobria, lúcida y mordaz.

Os dejo un tráiler:

Luisjo Cuadrado

Revista Atticus