Crítica película Venganza bajo cero con Liam Neeson

Que bien os sienta la muerte

 

“Algunos provocan alegría a donde quiera que van; otros cuando se van”.

Oscar Wilde

Ficha

Título original: Cold Pursuit

Año: 2019

Duración: 118 min.

País: Reino Unido

Dirección: Hans Petter Moland

Guion: Frank Baldwin (Remake: Kim Fupz Aakeson)

Música: George Fenton

Fotografía: Philip Øgaard

Reparto:

Liam Neeson, Laura Dern, Emmy Rossum, Julia Jones, William Forsythe, Elysia Rotaru, Tom Bateman, Aleks Paunovic, John Doman, Domenick Lombardozzi, Raoul Trujillo, Ben Hollingsworth, Emily Maddison, Nathaniel Arcand, Victor Zinck Jr., Arnold Pinnock, Wesley MacInnes, Chris Logan, Bradley Stryker, Tom Jackson, Micheál Richardson, Elizabeth Thai, Loretta Walsh, Glen Gould, Jim Shield, Nels Lennarson, Dani Alvarado, Ben Sullivan, Lucy Ssuubi

Productora: Coproducción Reino Unido-Noruega-Estados Unidos-Canadá-Francia; StudioCanal / Paradox Films. Distribuida por Lionsgate

Género: Thriller. Acción. Comedia | Venganza. Remake. Comedia negra. Mafia

Sinopsis

Un conductor de quitanieves lleva una vida tranquila hasta que la muerte repentina de su hijo hace que se vea envuelto en una guerra entre narcotraficantes, armado solo con maquinaria pesada y la suerte del principiante. Remake de la película noruega Uno tras otro.

Comentario

Tras ver Venganza bajo cero (Cold Pursuit) y someter la película al escrutinio de la tertulia con los amigos frente a una buena copia de vino y algo más sólido, son muchos los detalles que afloran. La hilaridad con que está construido el film  con ese toque surrealista en muchas escenas; el brillante papel del hijo menor del traficante; los chistes alrededor de los indios nativos, el significado del apellido del protagonista… y así un buen puñado de ellos. De esta manera lo primero que me viene a la mente a la hora de enfrentarme a mi reseña, es que la película «da para mucho». Son numerosos detalles los que comentamos al final. Sin embargo, buena parte de la crítica le da la espalda. Algunos por cuestiones como la que no están definidos los papeles; otros que si se trata de un remake ¡del propio director! y que, por lo tanto no ofrece nada nuevo y así un buen número de ellas.

Por mi parte voy a tratar de plasmar por qué me ha gustado (y bastante) y, por lo tanto, porque representa Venganza bajo cero, una buena opción para acudir al cine.

La sinopsis se puede definir, prácticamente, en dos párrafos de apenas cinco líneas cada uno.

Nels Coxman (Liam Neeson), vecino de Kehoe (una ciudad vacacional de deportes de invierno), es nombrado ciudadano del año. Su trabajo consiste en despejar las carreteras, con su maquina quitanieves, para que la gente con sus coches pueda transitar por ellas. Como un guardián a la intemperie, siempre está dispuesto. Nels vive alejado de la civilización, en las altas montañas, en un refugio de lujo junto a su mujer Grace (Laura Dern) y su hijo Kyle (Micheál Richardson).

Todo parece ir sobre ruedas. Nels se muestra más inseguro frente al micrófono para dirigirse a sus conciudadanos a la hora de recoger el galardón, que para abrir un talud de más de dos metros con su quitanieves. Su hijo Kyle trabaja de auxiliar de personal de tierra del aeropuerto. Por culpa de su compañero y amigo se ve envuelto en un turbio asunto de drogas que dará con su cuerpo en la morgue. A partir de ese momento, Nels se vuelve un hombre desconocido que solo busca la venganza llevándose por delante su propio matrimonio. A este hilo argumental hay que sumar otra u otras venganzas de las mafias rivales. Aparecen por ahí los nativos americanos (hay que recordar que esta región, las Montañas Rocosas, han sido el hogar de muchos pueblos indígenas americanos, como los apaches, sioux o cheyennes –entre otros-); los narcotraficantes de droga con su lujoso modo de vida (inmenso casoplón, coches imposibles como el último modelo X del Tesla); una agente de policía que se toma muy en serio su trabajo. Con estos ingredientes tenemos la acción asegurada (y el divertimento).

Esto de la venganza por la muerte de un hijo y, encima, de la mano de Liam Neelson, como que nos suena demasiado (el actor ha protagonizado una trilogía bajo el título Venganza). Para más inri, la película es un remake de una creación noruega del propio director. Entonces… ¿por qué llevarla a la gran pantalla de nuevo? Un motivo lo podemos encontrar en la evidente falta de ideas. Aunque más bien la razón sería que se echa en falta productores que apuesten por creaciones que se salgan del trillado campo de explosiones, persecuciones y tiros, muchos tiros. Es decir, que se apueste por un cine independiente y alejado del cliché del cine americano. Solo así se entiende que se decida «recrear» esta película (con secuencias copiadas tal cual) para extenderlas al público norteamericano y al ávido, allende sus fronteras, del típico blockbuster (os recuerdo: aquel cine que se hace con la intención de llenar las salas de medio mundo a base de apostar por invertir grandes cantidades de dinero en la promoción y con alguna estrella de por medio y, por supuesto, grandes efectos especiales).

Venganza bajo cero, aúna la estética de Fargo (1996), la hilaridad de los hermanos Coen y la resolución de Quentin Tarantino.

Es inevitable la referencia a Fargo por varias razones. Por supuesto, la ambientación. La presencia de la nieve, aunque con diferentes matices. En aquella, Fargo, el níveo protagonista actuaba casi como para reforzar el rojo de la sangre, es decir, que potencia ese aspecto de violencia. Aquí es para marcar el carácter casi indómito de su protagonista. Incluso bajo la tempestad, Nels acude, una y otra vez, con su máquina para abrir el camino, en ese inhóspito paisaje. Aunque sangre… también aquí hay mucha. Otra referencia a Fargo, pero sobre todo a los hermanos Coen es la hilaridad de los comentarios. La cinta no solo destaca por ese humor negro, sino por la comicidad, por la brillantez de sus diálogos. Una vaga reminiscencia sería la inigualable Un funeral de muerte (2007, Frank Oz) en donde una situación tan cotidiana como es la muerte se eleva a las cotas más disparatadas de comicidad. También, en algún momento nos recuerda a esas películas iniciales de Woody Allen (como Bananas,1971, o Toma el dinero y corre, 1969) o en plena madurez (Misterioso asesinato en Manhattan, 1993, o Match Point, 2005). La tercera, y última, referencia a la que podemos aludir es a Quentin Tarantino. Disparos a bocajarro, a tutiplén, y con la sangre salpicando hasta la pantalla es marca del director estadounidense. Mucho de esto lo lleva Molland a la gran pantalla.

Con todo ello, el director noruego Hans Petter Molland, imprime carácter a su obra. Nos deja alguna perlas muy ingeniosos o escenas exquisitas. Cabe destacar la situación que se produce en la morgue cuando el matrimonio acude a reconocer a su hijo. La camilla está situada muy baja y tienen un mecanismo antediluviano para hacerla subir y que el difunto quede a la altura de la cintura, para así poder reconocerlo. Se trata de un pedal que chirría cada vez que lo pisa y, la camilla, asciende, lenta, lentísima. Con esa espera se produce una situación tensa, inquietante, incómoda con el ñi, ñi, ñi que corta el silencio rozando el surrealismo, todo ello potenciado por el sabio manejo de la cámara a la hora de buscar un enfoque en contrapicado. Son escasamente unos pocos minutos que se hacen eternos, como esos silencios de ascensor ante una persona con la que no tienes nada.

Otro toque surrealista es el personaje del hijo del narcotraficante Wiking (Tom Bateman). Todo el bien dibujado y definido. Sufre acoso escolar, pero no les puede pegar a sus compañeros porque se estaría poniendo a su altura; amante de la música de Bach; compañero de juegos de los guardaespaldas de su padre y falto de cariño hasta el punto de casi hacer migas con Nels («¿has oído hablar del síndrome de Estocolmo?» -magnífico).

Otro toque de humor es la sucesión de los nombres de los muertos, con su apodo, que van desfilando por la pantalla. Y son unos cuantos. Con una estética cercana al spaghetti western de Sergio Leone. Un guiño gracioso es al final, en los títulos de crédito, con el desfile del elenco «por orden de desaparición».

Hay unos cuántos golpes más como son el narco al que le preocupa lo que come su hijo hasta el punto que le marca una dieta; los gánsteres indios que juegan a tirarse bolas antes de un tiroteo… Son situaciones desternillantes y que te dejan un buen sabor de boca: lo que acabo de ver no es la octava maravilla, pero es un digno producto.

Si algo se le puede criticar es, por decir algo, la falta de definición en un personaje como es la mujer de Nels. Apenas está esbozado y aparece y desaparece sin ninguna justificación. Sin darle desarrollo.

El resultado final es una película de lo más original. Rompe un poco el cliché de un padre/marido corriente que de repente demuestra ser el súper agente 007 (¿pero con quién he estado yo viviendo estos años). En Venganza bajo cero el protagonista se muestra torpe, no sabe matar, ni tienes las herramientas para ello. No cae en el ridículo. Pero con lo que tiene al alcance se va cargando uno a uno y hasta da gusto verlo como lo hace, porque, la violencia, se nos ofrece con ese digno toque de humor negro que trivializa la muerte y la sangre se diluye como lágrimas en la lluvia.

Os dejo un tráiler:

Luisjo Cuadrado

Revista Atticus