Yesterday, entre el homenaje a The Beatles y la Sociología de los últimos sesenta años

Yesterday, entre el homenaje a The Beatles y la Sociología de los últimos sesenta años por Carlos Ibañez y Pilar Cañibano

Con estos diecisiete versos, una guitarra acústica y un cuarteto de cuerda el premiadísimo director Danny Boyle pone en marcha el guion compuesto por Richard Curtis sobre una historia de Jack Barth y Mackenzie Crook. El resultado es una de las películas más frescas de los últimos años. Con una resolución sencilla, y retumbando de fondo durante todo el metraje un gracias a los cuatro chicos de Liverpool, que consiguieron que la música tenga un antes y un después de ellos.

Ayer

Y comienza con ese título y esa realidad: ayer mi vida era de una manera y hoy es todo lo contrario… La tranquilidad, el entumecimiento que otorga el aparente fracaso social cuando sabemos que el éxito consiste en la felicidad, y no en la conquista del mundo… Pero la reflexión nace de la experiencia…

Todos mis problemas parecían tan alejados

Las complicaciones comienzan tras el apagón, metáfora de lo que está a punto de llegar… ¿Podríamos imaginar que la bebida más comercializada e imperialista del mundo no existiera? Y sobre todo ¿Alguien sería capaz de concebir el universo musical actual sin los FabFour, sin su revolucionario legado mucho más allá del auténtico placer que supone escuchar los sonidos de sus creaciones?

Y el ensueño poético del fracasado se convierte en el imperio del éxito…

Destacar el inestimable papel de Ed Sheeran haciendo de sí mismo y reconociendo públicamente que la música de aquel perfecto desconocido es mejor que la suya. Hay que tener una fe inquebrantable en ti mismo para compararte con los Beatles sabiéndote de antemano perdedor. Y más siendo el actual ídolo de masas que es el pelirrojo de Halifax. La siempre cumplidora Lily James toma el control de la película al modo de Harry Lime en El Tercer Hombre: un personaje intermitente ante la cámara pero siempre presente en el inconsciente del protagonista, y por ende en el de los espectadores. Ella es el eje de la acción junto a las partituras y letras de aquellos muchachos de The Cavern. Espectacular su diálogo sobre When I’m Sixty Four, comienzo y fin de todo en la habitual circularidad magistral de los guiones de Curtis, desde el más banal Cuatro Bodas y un Funeral al más sustancioso La Chica del Café, al estilo de los de las comedias de Wilder y Diamond o la soberbia docena que nos dejó Ernest Lehman.

Ahora parece que están aquí para quedarse

Para Jack los problemas crecen como crece su éxito, como crece la mentira… Y el ritmo de comedia sofisticada pierde un poco de velocidad y calidad en beneficio de las canciones de los homenajeados. Aparece el famoso Nowhere Man en Moscú mientras suena la hilarante y descontextualizada Back in the USSR, un elemento discordante en medio del jolgorio ocasionado por el británico de origen indio Jack Malik, tocando el tema con el que da comienzo el álbum homónimo de la banda y que popularmente conocemos como el Álbum Blanco. Himesh Patel da la talla como actor y cantante en este instante, aunque desde el comienzo del fi lm ya nos había demostrado su vis cómica. Ante sus padres y un vecino completamente ausentes a su esfuerzo y su talento, Jack se desespera tras varios intentos de cantar y tocar al piano… Una canción perfecta subraya la situación: Let it Be, es decir, Déjalo Estar… Un no cantes ya más niño, al modo de pequeño camarote de los Hermanos Marx en Una noche en la ópera

Oh, creo en el ayer

Curtis y Boyle tejen la bola de nieve de una hermosa mentira tras la declaración del protagonista sobre la verdad. Pero nadie le cree… Y la chica, imprescindible en los argumentos de Curtis, continúa tomando protagonismo. Ellie, representante, amiga y apoyo incondicional de Jack, llega a creerse relegada por él al no ver su nombre en los numerosos post its que, en realidad, son para recordar las canciones de los álbumes de los Beatles. Jack las apunta todas, incluidos los temas con nombre de mujer: Julia; Dear Prudence; Michelle; Martha, my dear o Eleanor Rigby. Ellie no lo sabe. Además ignora el contenido de las letras: una madre, una cuñada, un ligue francés, una perrita que se hace sus necesidades en una alfombra, o una anciana solitaria enterrada en Liverpool. En realidad tampoco sabe que Jack la echa de menos. Se siente muy solo sin ella y añora el ayer…

De repente

De repente le llama Ed Sheeran y de don nadie pasa a telonero de la estrella del pop actual, al que el escritor critica en voz de ese secundario, también íntimamente necesario para Curtis en sus guiones, quien le dice que no haga raps… Por motivos evidentes. De nuevo el cantante encaja bien, como a lo largo de toda la historia este golpe en forma de gag. De repente don nadie es alguien. De repente compite con él en componer un tema en diez minutos. De nuevo Jack Malik entona un tema de los borrados del inconsciente colectivo, otro guiño para que el final en Wembley sea redondo y no forzado. De repente todo empieza a encajar entre sonidos amables y conocidos para el conjunto de los espectadores. Y comienza el fuego del éxito, ése que quema muy pronto si no se sabe administrar, tal y como le cuenta Lennon a un cantante de folk, Danny Collins, en una carta que no llegó hasta treinta años más tarde a su destinatario, hecho que inspiró la película. Y que también encaja aquí en el círculo de círculos concéntricos que es esta comedia, tan fi el a su guionista y no tanto a su director aunque logran conformar un buen equipo, equilibrado y sin extravagancias, que era en lo que podría haber desembocado si hubiese tenido más de Boyle que de Curtis.No soy la mitad de hombre de lo que solía ser El maravilloso impostor se debate entre las mieles del triunfo y la hiel de la mentira. Recuerda letras a medias mientras se encamina hacia la nada que es una bola de nieve que crece y engorda sin parar. Toda su hombría se difumina, paulatina pero inexorablemente, entre los entresijos de la repulsiva industria musical. Esa máquina de hacer dinero, esa tiranía de la que nos muestran pinceladas, como el personaje alegórico que interpreta la magnífica actriz Kate Mc- Kinnon, aquí calculadamente sobreactuada. Jack, como otros personajes anteriormente escritos por Curtis, comienza a verse superado por las circunstancias, como el William de Notting Hill o el Lawrence de La Chica del Café. Y sabemos que habrá una circunstancia que cambiará todo porque la ética de los personajes del celebérrimo guionista está por encima de todo, inevitablemente. Parece que al escritor no le gustan los personajes oscuros, como Tom Ripley, que le puedan caer bien al espectador. Y en medio de toda la vorágine de la fama su chica se aleja, esa mitad que todo hombre cede gustoso para ser más fuerte… Aunque el mismísimo John Lennon, en unas declaraciones a la revista Rolling Stone en 1973, dejó claro que no somos una mitad sino un ser completo que busca otro ser completo para crecer exponencialmente.

Hay una sombra cerniéndose sobre mí

La sombra, evocando al clásico de Hitchcock, es la de la duda. Una universal: ¿sigo adelante con la mentira dejándome llevar, o tomo las riendas de mi vida y doy la cara? Y comenzamos a ver como el muñeco de la industria se va enfrentando poco a poco… Mientras reaparecen viejos personajes del otrora guionista de Mr Bean: el rockero agotado y sincero como Billy Mack en Love Actually, magistralmente interpretado por el incomparable Bill Nighy; o la eterna enamorada en silencio Fionna que representa Kristin Scott Thomas en Cuatro Bodas y un Funeral. También vemos al tipo que se endereza para ser él mismo y ganar el 50×15 de la televisión india en la oscarizada Slumdog Millionaire. Boyle tiene toda una cohorte de personajes capaces de rehacerse a sí mismos en su filmografía, desde el yonky escocés de Trainspotting hasta el astronauta en busca del sol del Icarus II tan extrañamente inadvertido para la crítica que interpretase Cillian Murphy en Sunshine, sin olvidar al pijo americano de La Playa. Todos ellos estaban repletos de sombras sobre sus cabezas y todos buscaban la luz, metáfora que en el caso de la cinta de Boyle de 2007 era todo un canto a la humanidad.

¡Oh!, ayer, vino de repente

Ellie reaparece, y lo hace en Liverpool tras un homenaje a las películas que rodó Richard Lester con los Beatles, carreras ante los fans incluidas. Las texturas del color empleadas iluminan la situación haciéndonos comprender el momento. Ese eterno sí pero no que domina su amistad en ese extraño peldaño, suspendido entre la subida y la bajada, en el que gravita una relación cuando incluye momentos eróticos. El homenaje a Strawberry Fields, a Penny Lane y a Eleanor Rigby dispara la beatlemanía del espectador con guiños e imágenes en tono falso documental. Desde la butaca esperamos progresos en la historia de los protagonistas al alcanzar la noche,… y el bar, y la cena, y el mini bar de la suite,… Y todo vuelve a enfriarse tras arder. Y Curtis y Boyle nos transmiten que el infierno existe, y es mucho más frío que el de Dante y Virgilio bajo las calles de Jerusalén en el Medievo.

Por qué ella hubo de marcharse, no lo sé

Y nos quedamos ahí, colgados como Jack y Ellie, entre el miedo y la esperanza a la manera spinoziana, aunque en el fondo sabemos que es una comedia y que el miedo que encierra toda esperanza es fútil en este caso. Pero el sádico que es todo buen guionista, palabra de Billy Wilder, retuerce al enemigo en su butaca y el binomio creativo nos muestra el desamparo del que se va… Curtis se auto plagia como en prácticamente todas sus películas, salvo quizás en Cuestión de Tiempo, donde el tormento viene tras un accidente de tráfico de su hermana que el protagonista desea cambiar. Pero en el resto siempre hay un adiós, que se convierte pronto en un hasta luego y en un cálido hola final.

Ella no me lo diría

Jack muere un poquito más en la soledad de Los Ángeles, en la pecera de un estudio monumental. Su único aliado es un tipejo extraño y colocado que siempre le acompaña, como un reinventado Sancho Panza británico. Aunque los protagonistas, también bastante quijotescos, jamás llegan a la grandeza de los cervantinos. Y la historia se vuelve a coser por donde estaba más rota, como diría Lubitsch. Y es que, si algo está deshilachado es que hay hilo, y eso es lo que necesita todo buen autor para que la historia no se le escape. O eso opinaban Kurosawa y Ray, dos de los grandes maestros que contribuyeron a que la industria cinematográfica se convirtiese en arte. Ellie reaparece en medio de las soledades de Jack de manera nada esplendorosa y descolocando al supuesto cantautor. Y todo comienza a recomponerse con un guiño de nostalgia: esta es la persona de nuestros orígenes juntos,… a modo de te echo mucho más de menos de lo que estoy dispuesta a reconocer. Como decía Joe Mankiewicz: «el cine es para quien lo sabe ver y escuchar»

Metí la pata

La broma pesada de la cinta llega cuando Sheeran corrige el título de la emblemática canción Hey Jude de McCartney para que sea Hey you (Hey tú), haciéndola chirriar, para solaz de unos pocos en la sala y probablemente también en el guion… A cualquier aficionado a la música la primera le suena como debe dentro del contexto, pero el segundo título es obra de Roger Water dentro de la joya que es The Wall. Y con esa metedura de pata de los productores y músicos sin talento, que se permiten corregir a los clásicos con la pretensión de hacerlos más actuales y populares, llegamos a los albores del fi n con un apoteósico momento.

Así que anhelo el pasado

Una reunión en la discográfica pone de manifiesto la estupidez, rezuma esnobismo y deja clara la dictadura de lo económico y políticamente correcto; donde todos opinan menos el supuesto autor de la obra. El músico en solo la pieza del engranaje que brilla, un adorno sin voz ni voto. Después del cónclave, Jack decide presentar su álbum en la terraza de un hotel junto a una de esas gélidas playas del sur de Inglaterra que no invitan al baño. Emula el famoso último concierto de The Beatles del treinta de enero de mil novecientos sesenta y nueve en la azotea de la Apple, cuya idea tomaron de la grabación que hizo Godard en Nueva York con Jefferson Airplane unos meses antes para la presentación de House At Pooneil Corners, dentro de su agotadora búsqueda de la experimentación. Además, en este momento destaca un gag y un por qué en forma de submarino amarillo agitado al viento por una mano grande, la del Nowhere Man, que reaparece junto a una señora de Liverpool y ahí se desencadena el fi n,… casi el fi n. El rendido agradecimiento y los cariñosos reproches de los fans que recuerdan a los Beatles genuinos… son tan hermosos para los oídos que te reconcilian con la industria, sobre todo en estos tiempos en los que el común de la gente no pisa un cine o va a escuchar sólo su propio hozar en cubos de palomitas entre succiones de refrescos carbonatados. Y nos hacen un regalo, al menos para los que continuamos sentados y atentos en el patio de butacas.

Ayer

Ellie aparece para volver a desaparecer pero, como Ariadna, deja un hilo para que este Teseo del siglo XXI pueda escapar del laberinto que él mismo ha creado y del que no sabe salir, y lo consigue con sonrisa languideciente y lágrimas titilantes. Y Jack sabe que debe acudir a una cita: nuestro regalo.

El amor era un juego tan fácil de jugar

Se va a buscar un cottage en la isla de Wight, otro guiño para amantes de la banda de Liverpool, y allí se encuentra con un anciano encantador,… John Lennon. Todos los que nos hemos criado con los sonidos de aquel hombre, asesinado a los cuarenta años en la puerta del edifi cio Dakota, sentimos un instante mágico de reconciliación con la vida y lo que nos arrancó aquel ocho de diciembre del mil novecientos ochenta. No podemos evitar rememorar la frase del médico que atendió a los medios tras no haber podido salvarle la vida, y entonces toma cuerpo: «Creo que el mundo podría haber sido sustancialmente mejor si hubiéramos podido salvarle» Todo lo que allí se dicen Jack y John es algo que cada persona debe interpretar en clave propia, en una intimidad que los aquí firmantes no deseamos alterar ni influir. Es toda una lección de vida: el éxito de vivir está en la felicidad de ser. El amor era un juego tan fácil cuando él estaba…

Necesito un lugar para huir

Y el mejor lugar de huida pasa por salir del Dédalo en el que él solito se ha metido y para ello, otro círculo más que cierra el guionista, pide ayuda a su descubridor Ed Sheeran, para que le deje tocar en Wembley. Aquí hay un tanto de nacionalismo inglés: el estadio nacional y la estrella con la camiseta de la selección. Chauvinismo les ha sobrado siempre a los isleños. Y Jack usa todos los recursos a su alcance para hacer buenas las palabras de Lennon y sale a por todas en un escenario mítico, con muchos más éxitos musicales que deportivos, afortunadamente para el mundo. En el ‘Live Wembley’ nos regalan extractos de algunas de las mejores canciones de los Fab Four. Después Jack confiesa su mentira ante todo el mundo, regala su grabación (para trombosis cardiaca de la alegoría del Capitalismo rampante actual) y se rinde ante Ellie tras hacer un juego con la pantalla gigante que hay tras el escenario, de ese gusto hortera que hay ahora para ocultar que quizás no es tan bueno el espectáculo por todo lo que se paga hoy por una entrada, pero que Boyle aprovecha para redondear la historia que nos está contando.

Oh, creo en el ayer

Y para retornar a su particular ayer en el que tanto cree, sólo puede hacerlo, como Dante para alcanzar el Paraíso, de la mano de su particular Beatriz: Ellie. En este momento del cuento, el hilo tendido tras deshilacharse su tejido común se cose, con esos finales tan de Curtis, a los que calificaremos de estrambotes porque es poner en imágenes lo evidente. Lo hace en todas sus películas: niños, embarazos y futuros pluscuamperfectos que desmoronan la historia, dejándola casi para espectadores de palomitas.

Por qué ella

Porque Ellie lo es todo en la historia de este don nadie al que un apagón mundial convierte en víctima de un accidente en el que pierde dos dientes… Y que recuerda, más o menos, la discografía de The Beatles, lo que le catapultó a otros lugares donde no quería estar. Y hasta aquí esta visión particular de una película a través de la letra de la canción que le da nombre y la sociología de dos tiempos, tan cercanos y tan distantes, unidos por una discografía inmaculada.

¿Qué? ¿Sin “Sgt. Pepper”? Eligiendo las canciones de YESTERDAY

Sin duda, la música y las letras de las canciones contribuyen a que la narración de YESTERDAY avance a lo largo del metraje. «Richard eligió las canciones con mucho esmero», explica el supervisor musical Ilhan. No solo importa qué canciones son las elegidas, también el orden en el que se oyen, ya que la propia música crea un arco narrativo en el viaje de Jack. «Las canciones son muy importantes», continúa Ilhan. «Porque en ese orden, en esos momentos, cuentan la historia». Para Curtis, elegir entre la plétora de canciones de Los Beatles no fue tarea fácil. «Hemos tratado de representar todas las facetas del trabajo de Los Beatles —su lado más rockero, más romántico, más reflexivo», dice Curtis. «Mantuve una relación extraña con las canciones del grupo mientras escribía la película. Intentaba no escucharlas demasiado porque pensaba “¿Qué recordaría Jack?”. Un día, Danny le pidió a Himesh que nombrara todas las canciones que pudiera de Los Beatles. Fue difícil. Lo que tienes que hacer es repasar los discos». A continuación, Curtis explica por qué se eligió cada canción.

Yesterday”: «Paul McCartney sentía que era la muestra perfecta de genialidad. Fue una canción tan milagrosa que cuando la escribió, pensó que debía de haberla soñado o plagiado. En la película, es la primera canción de Los Beatles que Jack toca tras su accidente, y la reacción de sus amigos al oírla le da a Jack (y a nosotros) la primera pista de que está pasando algo raro. Sus amigos le aseguran que jamás la han oído y se creen que él la ha escrito. Para esa escena, necesitas una canción perfecta con la que todo el mundo se quedaría con la boca abierta al oírla. Por eso elegí “Yesterday”. Después tenemos a Jack grabando una selección de canciones —”She Loves You”, “I Want to Hold Your Hand”, “I Saw Her Standing There”— que transmiten esa alegría de Los Beatles de los primeros 60, cuando solamente están él, Ellie y su amigo Gavin (ALEX ARNOLD)».

In My Life”: «Esta es la canción que Jack interpreta en el canal de televisión local, es la que Ed Sheeran ve. Pensamos que estaría genial meter una canción perfecta y sofisticada y, curiosamente, “In My Life” es la canción que Ed tocó recientemente para Paul y Ringo. Resulta encantador que sea esta la canción que Ed escucha. También quisimos que fuera una indirecta que, al final de la canción, Ellie cree que es una declaración de amor…, pero no lo es».

Back in the USSR”: «En su primera noche como telonero de Sheeran en Rusia, Jack decide tocar una versión de esta canción para captar la atención de un público distraído que no está ni remotamente interesado en escucharle. Sobra decir que consigue llamar la atención de los asistentes. Simplemente, pensamos que sería un buen tema para que Jack tocara en Rusia».

The Long and Winding Road”: «Mientras están de gira, una noche Sheeran reta a Jack a una competición amistosa de composición después de un concierto. Jack “crea” este clásico en cuestión de minutos. Para esta competición entre Jack y Ed, queríamos algo que sonara perfecto al instante. Se me ocurrió que “The Long and Winding Road” era el ejemplo ideal».

Penny Lane,” “Eleanor Rigby” y “Strawberry Fields Forever”: «Las tres son clásicos, pero a Jack, guiándose solo por la memoria, le resultan las más difíciles de rememorar en detalle. Están puestas en la película para recordarnos que aunque las conocemos, detallar las letras es harina de otro costal. Intenté escribir “Eleanor Rigby” cinco veces de memoria y ninguna de las veces lo conseguí». “Here Comes the Sun,” “While My Guitar Gently Weeps” y “Hey Jude”: «Estas son las canciones que Jack graba en Los Ángeles, con un poco de ayuda de Ed Sheeran, como potenciales singles para su próximo álbum. Jack empieza a grabar en Los Ángeles y queríamos abrir el abanico, por eso incluimos dos temas de George, “Here Comes the Sun” y “While My Guitar Gently Weeps”. Y “Hey Jude” nos dio uno de los muchos momentos cómicos de la película. La canción está para poder hacer un chiste, cuando Ed la cambia a “Hey tú”». También durante esta sesión de grabación Jack intenta meter música de su propia cosecha en el disco, cosa que no funciona. «Jack mete una de sus canciones y claramente no está a la altura de la brillantez de Los Beatles. Eso supone un encontronazo con la realidad y un amargo recordatorio de su falta de talento como compositor».

Help!”: Para el lanzamiento de su disco, Jack interpreta esta canción en el tejado de un pub frente a una multitud enfervorecida. «En este punto, Jack está atravesando una crisis metafísica. Está con la chica equivocada y haciendo cosas por el motivo equivocado. Ahí es cuando canta “Help!”. La canción era interesante por ese motivo. La interpreta como una canción alegre y encantadora, pero en realidad es un grito de socorro. John Lennon la describió como su “canción Bob Dylan”. Eran canciones de desesperanza y, a la vez, exuberantes».

All You Need Is Love”: «Esta canción representa el momento en el que Jack comprende lo que realmente importa. “All You Need Is Love” es el mensaje que Jack ha olvidado y que vive en el corazón de la película. Tras tocarla, le confiesa a Ellie cómo se siente y que se ha equivocado en todas las decisiones ».

Este artículo sobre Yesterday, entre el homenaje a The Beatles y la Sociología de los últimos sesenta años está publicado en Revista Atticus 39

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Yesterday, entre el homenaje a The Beatles y la Sociología de los últimos sesenta años

Carlos Ibañez – Pilar Cañibano

Revista Atticus