El Lazarillo de Tormes – El Buscón – Teatro

Teatro Zorrilla, El Lazarillo de Tormes – El Buscón

El Teatro Zorrilla inicia un fin de semana con el ciclo de “La Picaresca”, obras clásicas de nuestra literatura universal, El Lazarillo de Tormes y El Buscón.

Nunca antes un clásico había tenido la oportunidad de que lo acompañase la poderosa guitarra de José Luis Montón, acordes que se unen a la única voz del Lazarillo de Tormes que se representa a través de Antonio Campos, que bajo la piel de un solo intérprete, un “bululú”, se nos representan los personajes protagonistas en ambas obras, plasmando la esencia del Siglo de Oro español, le da la mano a guiños cargados de actualidad, escenificando la clase baja y vagabunda de una época. Un antihéroe pregonero y astuto, un pícaro que pasando de amo en amo sufría la hambruna del pobre Siglo de Oro. Afortunadamente y a pesar de todo, una vez pudo conseguir una vida más llevadera, es en ese momento de su vida donde Lázaro resume su visión de la realidad, y se presenta como un insignificante «don nadie». Se manifiestan ecos jondos donde el Siglo de Oro y la actualidad se dan la mano a través del humor y la ironía que rezuma del propio texto acentuándolo con toques de bulerías, fandangos o soleares que tienen su propia voz entre las cuerdas flamencas y los dedos de José Luis Montón.

La picaresca es un género que surge en España alrededor de 1554. La obra que le da nacimiento al género es La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades, cuyo autor se desconoce. El personaje central es el pícaro, un niño o joven perteneciente a una clase social baja que, por lo general, ha perdido a sus padres. Además, no posee un oficio cierto y encuentra ocupación en servir a un amo. Es un marginal, un vagabundo a quien lo acosan el hambre y el maltrato, y que debe recurrir a ardides y engaños para sobrevivir. La historia que nos cuenta se corresponde con las experiencias que el protagonista va teniendo con varios amos pertenecientes a distintas clases sociales. Su carácter es realista y su aspecto, satírico. La descripción de los amos y las desventuras que el personaje vive con ellos son motivo para desarrollar una aguda crítica a las clases sociales más altas. La crítica va dirigida, en especial, a la nobleza, que peca de soberbia, y a algunos representantes de la Iglesia, cuyo comportamiento contradice el espíritu del cristianismo, el ambiente en el que se desarrolla la obra muestra los aspectos más bajos de la sociedad: el hambre, el delito, la corrupción, la mendicidad. La obra tiene una forma autobiográfica, es el mismo pícaro quien cuenta sus andanzas, con un lenguaje popular, por medio de un relato divertido, revela su profunda amargura y su desencanto  por la vida.

La vida del Buscón o Historia de la vida del Buscón, llamado don Pablos; ejemplo de vagamundos y espejo de tacaños. Esta novela se divide en tres libros, el primero de ellos tiene siete capítulos, el segundo seis, el tercero y último, diez. Visto de este modo puede parecer un poco arduo de leer, pero… este montaje que hemos disfrutado en el Teatro Zorrilla está recreado en un sólo acto, sin descanso y con una duración de hora y cuarto. Nos presentan esta novela picaresca para divertimento de la corte, tal y como era deseo de su autor. Probablemente puede defraudar al conocedor del texto, y ayuda al desconocedor del mismo a interesarse por una novela que quizás, nunca hubiese leído, a no ser que fuese de obligada lectura. Esta vez su interprete Antonio Campos sigue la línea de la picaresca iniciada por el Lazarillo. El Buscón es la fábula de uno de los autores más importantes de la literatura española Francisco de Quevedo, crea un juego a través de uno de los divertimentos más antiguos que se conocen: el Teatro. Un actor entra por casualidad en un desván lleno de objetos teatrales, un simple libro antiguo se convierte en una excusa perfecta para jugar a ser aquello que no eres, Antonio Campos en sus personajes nos demuestra que es un actor versátil, natural, humilde, disciplinado, moldeable y rápido. Con una madurez consolidada a la hora de interpretar cualquier tipo de personaje, se enfrenta y enamora al público que ocupa el patio de butacas.

Luisa Valares

fotografías: Chuchi Guerra

Revista Atticus