Teatro – Copenhague en Casa de las Artes

Teatro – Copenhague

Casa de las Artes de Laguna de Duero

Llega a la Casa de las Artes Copenhague, un drama intenso sobre la ética de la ciencia.

Niels Bohr, padre de la física atómica moderna, y Werner Heisenberg se conocieron cuando éste era un chaval de 20 años que se atrevió a decirle en público a él, un dios para sus colegas, que sus cálculos estaban equivocados. El científico danés, lejos de enojarse, arrastró al joven alemán a un paseo campestre en el que hicieron buenas migas, y  tres años más tarde, le concedió una plaza de ayudante en el Instituto de Física Atómica de Copenhague. Pronto, el discípulo acabó de deslumbrar al maestro: en apenas un año, desarrolló la mecánica cuántica, y en dos más, formuló el principio de incertidumbre.

Una obra del escritor y dramaturgo británico Michael Frayn, probablemente su mejor obra teatral, una de las piezas más premiadas y representadas de los últimos años. Este hecho histórico sirve a Michael Frayn para lanzar sobre el escenario una serie de problemas que trascienden la realidad, usando el teatro para invitar a la reflexión. En esta ocasión está dirigida por Claudio Tolcachir, con escenografía y vestuario de Elisa Sanz, iluminación de Juan Gómez Cornejo, todos ellos logran envolvernos en su atmósfera,

La obra trata del encuentro lleno de enigmas que estos dos grandes científicos mantuvieron en 1941 en la capital de Dinamarca durante la II Guerra Mundial. Para el espectador comprender el sentido de esta obra puede resultar difícil  ya que sitúa, en un principio, la acción después de muertos ambos científicos, y desde el más allá, vuelven a revivir aquel encuentro que fue decisivo tanto para la historia como para sus propias vidas. Copenhague  expone la compleja relación entre dos hombres de ciencia, una relación que ya sea fraternal, entre padre e hijo o entre maestro y pupilo, en medio de la Segunda Guerra Mundial. Y si bien es cierto, la política los divide y el lenguaje científico que emplean les sirve de salvavidas para continuar la charla, el tema central es el encuentro de dos seres humanos llenos de memorias, afectos y rechazos. Además, estos hombres no son dos científicos ordinarios: son el físico danés Niels Bohr (Emilio Gutiérrez Caba) y el matemático y físico alemán Werner Heisenberg (Carlos Hipólito), cuyo trabajo fue fundamental para la creación de la bomba nuclear, estando ambos en diferentes bandos durante la guerra. Este encuentro se realizó en Copenhague y la conversación de la que somos testigos es sólo una especulación de lo que en realidad pudo suceder. En medio de ellos, la esposa de Bohr, Margrethe (Malena Gutiérrez) es el necesario nexo entre estos dos hombres muy competitivos entre sí, pero que en el fondo se admiran y quieren. Por razones que no están establecidas históricamente, estos dos gigantes de la ciencia mundial rompieron relaciones permanentemente después de este encuentro, todo está rodeado de misterio, pues se sabe que contrariamente a lo previsto, la conversación duró solo unos pocos minutos y la única versión que hay es la relatada por Aage  hijo de Bohr,  que a su vez la escuchará de su padre. Con idas y venidas en el tiempo, estos tres personajes nos van relatando los lazos de amistad, y los secretos guardados.

El espectador se da cuenta que estamos ante una reunión de espectros, que teatralizan esta conversación en varias oportunidades para encontrar respuestas a las interrogantes planteadas. Buen teatro, con una dramaturgia de alto nivel, Copenhague es un drama intenso, denso y con una interpretación magistral de Emilio Gutiérrez Caba y Carlos Hipólito, no nos dejan de sorprender, su emoción y lágrimas hacen que los pelos se pongan de punta en más de una ocasión. Malena Gutiérrez está notable, asume con gran solvencia y dignidad el rol de la esposa de Bohr, sólo con el hecho de escuchar y ver a estos tres grandes actores ya merece la pena estar en el teatro, defienden y disfrutan con valentía estos textos…

Un teatro de conciencia, con debate interno que se prolonga en su recuerdo.

Luisa Valares

fotografías: Chuchi Guerra

Revista Atticus