Teatro – El castigo sin venganza

El castigo sin venganza

Teatro Calderón, Valladolid

En esta obra de Lope de Vega todos los personajes cuentan la verdad, su verdad a través del lenguaje y las situaciones que llevan implícitas una mentira que se accionan  cuando interesa (para eso sirven las mentiras) y desconciertan al espectador que se deja abrazar por ellas.

Todos en algunos momentos de nuestra vida hemos adoptado una identidad falsa, cómica, vergonzosa, irritante… como le ocurre a cualquier intérprete. Y en esas situaciones surgen aspectos que escapan de nuestra comprensión, es inevitable.

Esta noche todo el reparto que pisa las tablas del Teatro Calderón no escatima esfuerzos y se tiran a la piscina sin flotador. Da gusto ir al teatro para ver El castigo sin venganza, teatro lleno, con buenas vibraciones y el personal con cara de satisfacción, ¿qué más se puede pedir?

Nunca se baña nadie dos veces en el mismo río. Lo mismo pasa cuando vas al teatro. El espejo en el que contemplamos el argumento sirve como telón de fondo para comprender la historia, no podría ser de otra forma, de una historia común.

La versión de Álvaro Tato y la dirección de Helena Pimienta tienen la atmósfera del teatro bueno. En esta obra, prima la palabra pero también la escenografía que me encantó.

El reparto tiene vida y acerca la vida de sus personajes de manera brillante y cercana al espectador. El viaje que proponen dura una hora y cuarenta minutos y muestran los impulsos, las traiciones, los sueños, la venganza, el desamor… liderado por ese “peazo” actor que se llama Joaquín Notario que convenció a todo el patio de butacas por su naturalidad, presencia,  fuerza y realismo ¿para qué queremos más?

La verdad brota desde la primera frase en Beatriz Argüello, con esa voz natural que llega nítida al espectador y esa energía para iluminar una ciudad entera que seduce y encanta a partes iguales.  Y así podría seguir uno por uno, porque la actuación coral será recordada durante mucho tiempo por estas tierras.

Evidentemente, hay cosas que cuestan entenderlas a la primera. Esto no es manejar un móvil que tienes recompensa automática. Aquí es necesario concentrarse, es necesario un poco de esfuerzo para asimilar el lenguaje, la voz. Hay cosas que cuestan, claro, pero si queremos saber lo que está pasando en el mundo o qué está sucediendo en nuestro entorno una buena manera de estar enterados es acercarse al Teatro Calderón.

Marcos Pérez

Revista Atticus