Teatro – Desatadas con Paz Padilla

Crítica Teatro Desatadas

Teatro Zorrilla

El Teatro Zorrilla nos presenta Desatadas, una comedia que se construye a partir de escenas independientes, que poseen todas un fondo común, la mentira y la locura que tiñe todas las situaciones de la vida actual. La religión, el miedo a la soledad, el engaño en la pareja, la competitividad en el ámbito profesional, la crueldad familiar, el desamor y hasta la muerte o la locura.

Una comedia, en la que espectador pasa de la carcajada a un silencio que se transforma en un momento de reflexión roto. El reto de Paz Padilla es hacer varios personajes. Nada que ver con lo que ha hecho antes.

 

Tres mujeres internadas en un centro de salud mental pasan allí los días esperando a que les den el alta. Pero dado su mal estado, esa situación parece estar muy lejana todavía. Mientras tanto, las tres nos relatan episodios de su vida cotidiana, a veces en pareja y, otras, por separado, y nos damos cuenta que muy bien de la cabeza no están. Este es el planteamiento de Desatadas, una comedia escrita y dirigida por Félix Sabroso que utiliza el humor como la mejor arma para combatir la cruda realidad. ¿Dónde está el límite que separa la normalidad y la locura? ¿Acaso no deberían estar internadas otras muchas personas con las que compartimos nuestro día a día y que tienen ciertos comportamientos neuróticos?

Lo mejor de Desatadas es, sin duda, la presencia de Paz Padilla que tiene un don excepcional para la comedia. Es incuestionable que la actriz tiene muchísima gracia. De hecho, es la artífice de los momentos más divertidos y desternillantes de la obra, protagoniza los mejores sketches, pero hay uno especialmente con el que los espectadores llegan a llorar de la risa y es ese en el que su personaje cuenta cómo fue la comunión de su hija, tipo la boda de Farruquito. Las carcajadas  del público inundan el Teatro Zorrilla y se deshacen en aplausos hacia la gaditana.

Pero Paz no está sola, la acompañan Rocío Marín y Natalie Pinot, dos fantásticas actrices con una gran vis cómica, muy bueno y divertido el sketch en el que Rocío interpreta a una escritora de éxito que acude a una firma de libros y allí se encuentra con su mejor amiga de la adolescencia, encarnada por Natalie, a la que la vida no le ha sonreído precisamente.  Me hubiera gustado acompañar a Natalie a la cena en la que por fin declaró su ferviente amor a su mejor amigo, pero claro delante de su mujer, sus hijos y los invitados que allí estaban.

Una obra donde nos muestran situaciones cotidianas en las que el espectador, en varias ocasiones, se puede sentir identificado. Todo ello con una sencilla escenografía que se complementa con proyecciones audiovisuales y juega con las luces para dar profundidad al espacio. Además, esto se ve apoyado por un acertado vestuario, que con sus pequeños y sutiles cambios nos transportan a cada entorno en el que se encuentran los personajes.

¡Desátate y vive la comedia! Un poco de locura nunca viene mal…

Luisa Valares

Revista Atticus