63 SEMINCI Crítica Jaulas de Nicolás Pacheco

63 SEMINCI Crítica películas Jaulas

Ópera prima de Nicolás Pacheco

Y nos contaron una historia nacida en la Andalucía más pobre sobre la miseria, sobre el orgullo, sobre lo que es capaz de hacer por sacar la cabeza del muladar una persona. A ratos parecía que la única protagonista era la miseria: económica y existencial, pero, de repente, nos encontramos una comedia disfrazada de Solas, de Benito Zambrano, como si las protagonistas fuesen todavía más menesterosas y veinte años atrás.

Las jaulas son para canarios, jilgueros, cuerpos, mentes y almas. Para todo lo que socialmente rechazamos con ese término tan de moda: aporofobia. Pero también para todo lo que es moralmente desasosegante: personajes oscuros, basura humana y mujeres luchando por salir adelante.

 

Entonces aparece el elemento positivo, el comediante a su pesar, siempre con música tradicional rumana de fondo, como rumano es el muchacho de dieciocho años que viene en una furgoneta destartalada desde el país de los Cárpatos para labrarse un futuro. Y un futuro le busca un personaje que desea casar a su hija a cualquier precio, un panadero local que lo que más desea es ser abuelo y que acelera todo en su vida para no morirse sin esa ilusión cumplida porque su única hija es poco agraciada y es una persona apocada y pusilánime. Pero el rumano, que recuerda un poco al albañil polaco de Bajo El Sol De Toscana, se ha enamorado de la adolescente que pretende huir del cenagal que es su vida con un padre vergonzante y una madre con más soberbia que talento para administrarla.

Como no podía ser de otra forma el director y guionistas mezcla comedia y tragedia bajo el paraguas del drama vital y se miente si cree que nos engaña tapándonos los ojos al final de la cinta.

La protagonista, Estefanía de los Santos, algo sobreactuada, mantiene varios duelos interpretativos: con su hija y con su hermana, pareciendo una película, así, de mujeres, al estilo Cukor, cuando en realidad es, ya lo he dicho antes, una historia sobre las miserias, y la miseria humana.

            El director, Nicolás Pacheco, no nos sitúa en ningún momento fuera de la suciedad y eso, a veces, corre en su contra, porque la narración se anquilosa en charcos y entornos groseros y eso nos dice que la historia y sus protagonistas no tiene futuro y que su vida será eso tan repugnante que nos inculcaron de niños de valle de lágrimas, aunque al final trate de edulcorarlo con ese final cegándonos, que no quitándonos la visión.

Os dejo un tráiler:

https://youtu.be/C97yFFeh8YE

 

Carlos Ibañez

Revista Atticus