63 SEMINCI Crítica película Los informes de Sarah y Saleem

Crítica película Los informes de Sarah y Saleem

63 SEMINCI The Reports on Sarah and Saleem

Sarah y Saleem mantienen una tórrida relación amorosa. Pero esta relación tiene una serie de ingredientes que la convierten en un autentico polvorín en la ciudad de Jerusalén. Sarah es isarelí. Saleem es palestino. Sarah es la dueña de un bar de la parte occidental de Jerusalén. Saleem se dedica por el día a repartir pan y por la noche hace entregas de pedidos especiales en Belén, tras cruzar el muro. Sarah es la mujer de un coronel del ejército judío. Saleem está casado y esperando un bebé de su esposa Bisan.

Cuando Sarah le comenta a su amiga y dependiente del café que ha engañado a su marido David, esta le dice, no te preocupes, no pasa nada. Todo se supera. Esas cosas pasan. Pero cuando, al insistir, le dice que se ha liado con Saleem que es palestino… pero, ¿te has vuelto loca?

Eso es imperdonable. Toda esta relación ilícita destruirá a las dos familias. Un, en principio, banal suceso, desencadena el caos. Sarah y Saleem, al cruzar en una de esas escapadas furtivas, se ven envueltos en una pelea de bar terminando por convertirse en una situación de enredo. La simple disputa se complica al interceder un alto miembro de la seguridad de Belén. Un papel mal firmado en que Seleem se auto inculpa para justificar su liberación.

La situación todavía se complica un poco más al sospechar que Saleem pudiera estar reclutando a la mujer para así poder obtener información de posibles intervenciones contra los palestinos. Una relación tórrida, amorosa, se vuelve un asunto de estado por la presión social y política. Se ha tejido una red de mentiras que ni la verdad puede desenredar.

Se produce un juego de poderes. Sarah se convierte en la dueña de la llave del destino de Saleem. Su confesión puede hundir en la cárcel a su amante o acortarle la duración de su cautiverio. Bisan lucha contra todos, contra su familia sobre todo en la busca de justicia para su esposo. Saleem es infiel pero no es un terrorista. Su desesperación le llevará a pedir a Sarah que cuente toda la verdad. A todo esto, no hay que olvidar que estamos en Jerusalén y que hay toda una maquinaria del Estado dispuesta para vigilar y tener información acerca de todas las personas y en un momento dado montar todo tipo de chantajes para obtener un beneficio.

La segunda película del palestino Muayad Alayan es intensa, llena de ricos matices. Lo que, en un principio sería simplemente el deseo del cuerpo del otro, un simple impulso irracional, cuyas consecuencias solo quedarían en el ámbito íntimo de los dos matrimonios, se convierte en una cuestión de Estado. Sarah es considerada como traidora en su propio país y, sin embargo, Saleem es considerado como un héroe entre los suyos salvo, lógicamente, para su esposa.

Luisjo Cuadrado

Revista Atticus