Silencio, por favor de Jesús Puebla

Silencio, por favor

Espectaculo del mimo Jesús Puebla

Casa Zorrilla, Valladolid

Revista Atticus no se ha querido perder el gran espectáculo que tuvimos en el Jardín romantico de la Casa Zorrilla “Silencio, por favor” de Jesús Puebla, un actor con más de treinta años en los escenarios nacionales e internacionales.

Empieza la tarde en Valladolid con una gran tormenta, pero solo  podía ocurrir una cosa; que saliera el sol para recibir a un gran artista, le recibimos en silencio y sin dudarlo Jesús sale con su rostros pintado de blanco y una gran ronrisa, el publico sonrie pero enseguida nos hace partícipes y las sonrisas se convierten en carcajadas.  Este espectáculo de pantomima en el cual nos va representando historias mediante la mímica, sin diálogos ni palabras, apoya su narración con expresiones, gestos y movimientos corporales, su cuerpo como medio de expresión, lo hace con sutileza, con un estilo muy personal y trabajado, nos hace improvisaciones abriendo la participación del público.

Jesús Puebla como escelente mimo que es, hace un estudio del lenguaje corporal, abarca todos los movimientos, desde los más deliberados como besar, estrechar la mano, dar una bofetada, mirada… hasta los totalmente incoscientes: abrir los ojos o la boca por sorpresa o miedo, levantar los hombros cuando no sabemos algo… El lenguaje corporal es en parte instintivo y en parte aprendido e imitativo y este mimo lo clava  con sus historias: Globos, el cowboy, el fakir, la carta, el golpe, ¿una carta?, el hombre del tren y hasta el fin del espectáculo.

Los mimos no son payasos y Jesús nos ha acercado a este género,  como buen mimo nos ha enseñado su alma, un mimo que ha transmitido una tranquilidad celestial, sensible  y que posee un excelente sentido del humor, persona observadora de todo lo que ocurre a su alrededor y todo esto ha ocurrido porque es un buen actor. Un espectáculo digno de ver, con una escelente elección de música e iluminación por Chari González, para cada historia.

 

Luisa Valares

fotografías: Sofía Guijarro

Revista Atticus