Crítica película Sweet Country de Warwick Thornton 62 SEMINCI

Crítica película Sweet Country de Warwick Thornton

62 SEMINCI de Valladolid

El director, Warwick Thornton, retoma un género antiguo que aparece muy poco en las carteleras actuales.

Basada en una historia real y ambientada en 1929,  este western actual es un retrato de la sociedad australiana de principios del siglo XX y de las relaciones de los colonos con los aborígenes a los que consideran sus esclavos, incluso en el momento temporal en el que se desarrolla la historia.

El protagonista, un aborigen de mediana edad y de gran dignidad, llamado Sam, lleva una vida “tranquila” junto a su esposa Lizzie, como trabajador en las propiedades del predicador Fred Smith (Sam Neill), que cree en la igualdad entre los seres humanos, independientemente de su color. Cuando Harry March, un veterano soldado trastornado y borracho vuelve del frente, Sam y su familia son “enviados” a colaborar en la restauración de su rancho. La relación se complica por el mal trato y el abuso hacia la familia de Sam, que se ve obligado a disparar a Harry en defensa propia. Sabedor de que el haber matado a un hombre blanco le convierte en criminal , huye junto a su mujer hacia el interior, a los inhóspitos desiertos del Territorio Norte, para evadirse de una justicia para blancos. La persecución la encabeza un viejo militar, el sargento Fletcher (Bryant Brown), que no consigue atraparle. Sam se entrega  y la justicia le absuelve.  Sin embargo, de vuelta a las tierras de Fred, los blancos deciden apretar el gatillo, cobardemente y de lejos, y ejecutar su propia sentencia, ante la impotencia de Fred que deja una pregunta en el aire…

La película, de casi dos horas de duración, muestra la dureza y hostilidad de los habitantes de Australia a principios del siglo XX. Los invasores llenos de odio y con existencias indignas, se creen dueños de la tierra y de los aborígenes a los que consideran de su propiedad y sobre los que descargan su propia frustración humillándoles, aunque uno de ellos sea su propio hijo… La violencia racial está presente a lo largo de toda la historia, reforzada con flashbacks y flashforwards que anticipan o recuerdan momentos atroces.

Destacan los contrastes entre las polvorientas tierras ocupadas por los blancos y los desiertos puros e indómitos paisajes agrestes, aún sin colonizar.

Llama la atención la metáfora sobre la división de la pantalla en la que alternan las imágenes de un patíbulo con la construcción del frontal de una iglesia… ¿diferentes tipos de justicia? ¿Advertencia?…

En cuanto a los personajes, su escasísimo dialogo unido a la lentitud general de la acción, dan como resultado la impresión de que la ‘cinta’ se haya quedado en ‘pausa’ o transcurra a cámara lenta. Esta carencia de ritmo la hacen un tanto pesada.

Sweet Country es una denuncia del racismo y la violencia sobre los que se fundó la Australia moderna a través de una película dura e impactante, con un rodaje cuidado, especialmente en la fotografía de bellos y enormes paisajes a través de los que Thornton expresa el drama.

 

 

Carlos Ibañez – Pilar Cañibano

Revista Atticus