Cultura e Historia. A modo de editorial

CULTURA E HISTORIA

A modo de editorial

Imagina a todo el mundo,                                                                                                             viviendo el día a día…                                                                                                               Imagina que no hay países,                                                                                                            no es difícil hacerlo.

Nada por lo que matar o morir,                                                                                                       ni tampoco religión.                                                                                                                   Imagina a toda el mundo,                                                                                                        viviendo la vida en paz…

Puedes decir que soy un soñador,                                                                                                     pero no soy el único.

ImagineJohn Lennon

«El problema catalán, como todos los parejos a él, que han existido y existen en otras naciones, es un problema que no se puede resolver, que sólo se puede conllevar… un problema perpetuo… un caso corriente de lo que se llama nacionalismo particularista… las naciones aquejadas por este mal son en Europa hoy aproximadamente todas, todas menos Francia [por]… su extraño centralismo».

José Ortega y Gasset

Revista Atticus es una publicación cultural. En ella participamos un grupo de personas ataviados con el puro deleite del esfuerzo en la investigación, el conocimiento y la divulgación histórica.

La cultura y la producción científica son lo único que realmente distingue al ser humano del resto de los animales que pueblan la tierra, y cuando éstas caen en determinadas manos los hombres nos volvemos más bestias que los que así denominamos. Un lamentable ejemplo de manipulación cultural lo constituyen las expresiones fanático-xenófobas, pura soflama propagandística utilizada por cualquier tipo de nacionalismo (eufemismo provinciano de los acaudalados con ansias de poder). Y como caso de producción científica, cualquier tipo de arma contra la humanidad, y siendo más concretos sirva el ejemplo de las paradigmáticas bombas que Truman ordenó lanzar sobre la población civil en Japón. Cuánta razón tenía Hobbes…

«El nacionalismo es la chifladura de exaltados echados a perder por indigestiones de mala historia.»

Miguel de Unamuno

En Revista Atticus no hacemos, ni hablamos, ni difundimos opiniones sobre la política, pero sí sobre la historia, su esclarecimiento, conocimiento y divulgación. Y precisamente, por lo mucho que nos comprometemos en la búsqueda de la verdad rigurosa de los hechos históricos, nos agraden o no, pensamos que alguien debería rememorar pequeños fragmentos de la historia a algunos beligerantes y vociferantes individuos, españoles a su pesar, que ahora califican al resto de los habitantes de su país de rancios y atrasados.

Bienintencionadamente, les invitamos a sentirse orgullosos, como nosotros, de los numerosos héroes compaisanos suyos que han prestado servicio y derramado su sangre por la grandeza, los valores y la libertad de este territorio nuestro, llamado España. Y les recordamos que han formado parte del devenir histórico de este país aunque algunos, bien por ignorancia, o por cerrazón, lo nieguen. Los hechos han sido censurados, sustituidos, falseados y tergiversados, confeccionando una “nueva historia” a medida. Son tantas las mentiras sobre un pasado reino independiente, heroico y brillante, que parece más la leyenda de El Príncipe Valiente, que un discurrir de hechos humanos como es el  suceder auténtico de cualquier sociedad a lo largo de los siglos, con sus aciertos y sus errores… y sus horrores.

No podemos evitar mencionar nuestro disgusto, como amigos y defensores de la cultura que somos, a causa de las subvenciones que los políticos de turno en el poder, en claro ejercicio propagandístico goebbelsiano, regalan interesadamente a “pesebreros” a los que denominan de línea editorial cercana, en lugar de reconocer abiertamente que son sus voceros. Y aquí no excluimos a ninguno de los partidos que han ostentado el gobierno en este país y sus regiones y comunidades, aunque algunos se empeñen en aparecer como inmaculados para mofa ajena y sonrojo propio. Claro, que el arrebol sólo ha lugar cuando se tiene vergüenza…

En lo que respecta al idioma, a la lengua común, que en vez de acercarnos como el instrumento de comunicación que es, se ha convertido en arma arrojadiza con la connivencia de un puñado de votos en el parlamento, fomentado por la ley D’Hont, el sistema de recuento más antidemocrático que existe, y su escalofriante proximidad al famoso plebiscito de Teodoro Obiang, en el que hasta los muertos se levantaron a apoyarle y consiguió un 130% de los votos del censo. Y esto tiene que ver con el ascenso al poder del catalanista patriarca de un tristemente conocido clan… cuyo mayor afán han sido sus bolsillos y los de su familia… Piensen que la historia puede repetirse, sobre todo si se desconoce, o se oculta deliberadamente.

 

«Todo nacionalista se obsesiona con alterar el pasado. Se pasa parte de su tiempo en un mundo de fantasía en el que las cosas ocurren como deberían y transferirá fragmentos de este mundo de fantasía a los libros de historia cada vez que pueda. Hechos importantes son suprimidos, fechas alteradas, citas removidas de sus contextos y manipuladas para cambiar su significado.»

Notas sobre el nacionalismo, 1945. George Orwell

 

En esta sinrazón que vivimos hoy día, cabe preguntarnos: ¿qué es ser español? Son muchos los eruditos que han tratado de aportar un poco de luz a esta interrogante planteada casi desde las uniones dinásticas de Castilla y Aragón (en los comienzos del siglo XII); incluso cuando nuestros ancestros ya habitaban aquello que se conocía como Hispania. No se han puesto de acuerdo (Mariano José de Larra, Ortega y Gasset, Unamuno…) en describir los rasgos de esa identidad. Lo que no admite ninguna duda es que ser español (o ser catalán) no tiene ningún mérito. Dicha condición se adquiere por el mero hecho de haber nacido en tal o cual lugar. Es decir, uno no elige donde nace (otra cosa es que por mor del feroz capitalismo, hoy se pueden comprar nacionalidades, sin ningún rubor, a golpe de talonario). Las naciones no son entes inmutables. Son construcciones de los humanos levantadas a lo largo de la historia. Pero es esta historia común, la convivencia, el aglutinante de un territorio. Y la convivencia se basa en el respeto.  Y el respeto conduce a la libertad. Y la libertad es la forma suprema del conocimiento…

Y ahora nos gustaría hablar brevemente de los tristes espectáculos de los últimos días y en especial de lo sucedido en el día del 1-O (1 de octubre)… y compararlo con la mejor película que se ha rodado como crítica a cualquier tipo de nacionalismo: Sopa de Ganso (1933, Leo McCarey), la joya de los Hermanos Marx. En ella, el mentecato (siempre hay uno en estas tramas) grita continuamente «¡Es la guerra!» mientras un listillo (que también suele haberlo), en este caso Rufus T. Firefly (no el actual grupo psicodélico español), interpretado por Groucho, va “sacando tajada” de su completa inutilidad. El problema es que en la realidad que nos ocupa ha habido, hay y habrá heridos, y no un divertido film plagado de gags. El problema es que los cuatro hermanos no pretendían mentir a nadie, y aquí hay una cuadrilla que lleva décadas tergiversando la Historia y prostituyendo la cultura a su interesado capricho hasta convertirla en una ficción lamentable que en lugar de engrandecer el espíritu depaupera nuestra calidad y cualidad de humanos hasta transformarnos en meras marionetas. El problema es que en 1714 tomaron partido por el perdedor de la Guerra de Sucesión, como Madrid, dicho sea de paso, y salió mal…Y que hemos permitido toda clase de mentiras y afrentas a cambio de algunos votos. El problema es que no aprende lo mismo un niño que otro en este país, que por ejemplo el Ebro, para algunos niños, no nace en Fontibre sino en algún lugar de España. El problema es que en lugar de educar en la capacidad del pensamiento libre, el respeto y la tolerancia, están esclavizando a sus hijos convirtiéndolos en autómatas del odio y pensamiento único. Su cerrazón les está robando el futuro. La educación al servicio de la propaganda. Por cierto, hablando de niños, alguien tendría que recordar que es ilícito, además de inmoral, utilizar y llevar a niños a eventos políticos… Puestos a olvidar, tampoco recordamos la ratificación, que a todos incumbe, del Convenio de La Haya, acontecimiento histórico para la defensa de los derechos de los niños.

Pero como parece que todo vale, seguiremos en la trinchera de “la estrellada” unos, y de la Constitución, que no apoyaron, los otros. Y en el medio quienes les sufrimos y sufriremos, catalanes y españoles, porque hay muchos que se sienten así… y merecen expresarse también. ¿O es que ellos no tienen derecho a ser escuchados ni libertad para elegir? Les recordamos que hay muchos catalanes que han puesto a su tierra en el mapa mundial, engrandeciéndola, y en lugar de honrarles como merecen… les han insultado, vilipendiado, agredido y obligado a abandonar su casa y su tierra por expresarse…, por sentirse españoles. Algunos lamentables ejemplos lo han sufrido Isabel Coixet, Joan Manuel Serrat (quien se negó a ir a Eurovisión porque no le dejaron cantar en catalán), o Augusto Ferrer-Dalmau (a quien tuvimos la oportunidad de entrevistar recientemente –Revista Atticus Siete-), que con el gran orgullo de ser catalán ha situado su tierra en el mundo y, a pesar de ello, le hayan empujado al exilio por sentirse además español. Tres ejemplos, en tres ámbitos de nuestra cultura, y hay otros muchos más… demasiados. Qué atrevida es la ignorancia y que frágil es la memoria amigo Sancho. Y esto sí que es política y, por desgracia, será historia por culpa de toda una recua de incultos, y esto atañe a todos los dirigentes políticos, españoles o catalanes, del gobierno de España o del gobierno de Cataluña, porque han demostrado ser unos irresponsables, indignos de la confianza que en ellos hemos depositado además de una incapacidad manifiesta, aunque se sientan arropados y jaleados por todos sus lacayos, tan indoctos como ellos.

Nosotros, seres humanos, estudiosos, seguiremos con la cultura y la Historia, las de verdad, aunque duela, a pesar de ellos, a pesar de todo.

«De entre todas las historias de la historia, la más triste es la de España, porque termina mal».

Jaime Gil de Biedma

Revista Atticus