Crítica Elle la nueva entrega de Paul Verhoeven

Crítica de Elle. El arte de la provocación

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Película: Elle

Dirección: Paul Verhoeven.

Interpretación: Isabelle Huppert, Anne Consigny, Charles Berling, Virginie Efira.

País: Francia. Año: 2016. Duración: 130 min.

Género: Drama, thriller.

Guion: David Birke.

Música: Anne Dudley.

Estreno en España: 30 Septiembre 2016.

 

Sinopsis

 

Michèle es una de esas mujeres que parece no sentirse afectada por nada. Dirige una gran empresa de videojuegos y maneja los negocios y su vida sentimental con mano de hierro. Un día es atacada en su casa por un misterioso desconocido y su vida da un vuelco.

 

Comentario

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Las películas de Paul Verhoeven se han basado en tres pilares: ciencia ficción, efectos especiales y violencia. Y estos pilares se han ido amoldando en lo que se puede considerar dos etapas en su carrera cinematográfica. El director neerlandés se dio a conocer internacionalmente con Delicias turcas (1973). A raíz del éxito dio el salto a Hollywood con dos grandes taquillazos: Robocop (1987) y Desafío total (1990). Su cine en estos momentos ha girado hacia los efectos especiales y a la presencia de escenas violentas. Dos años después, atenúa la violencia y los efectos creando una de las grandes películas no solo en la producción de Verhoeven sino en la historia del séptimo arte. Me refiero a Instinto básico protagonizada por Sharon Stone y Michael Douglas. En ella va a introducir un nuevo elemento: la provocación. Años después volverá a la violencia y a los efectos especiales con El hombre sin sombra (2000).

La provocación. Aquel mítico cruce de piernas fue un momentazo. Fue la comidilla de los críticos. Fue el fotograma más «manoseado» para tratar de ver si llevaba bragas o no y qué es lo que se veía en su lugar. Provocación, eso es lo que logró.

Esta provocación es la protagonista de Elle. La película arranca con una agresión a la protagonista, Michèle. Casi no tenemos información, casi no vemos al agresor, lo que sucede, sucede fuera de campo. Y lo que nos va a llamar poderosamente la atención es la reacción que tiene después la protagonista. La indolencia que muestra, la apatía en su comportamiento en los minutos posteriores y la tranquilidad con que se dispone a cenar (llama a un restaurante chino para que le lleve sushi) es una muestra de provocación.

Toda la vida (y por lo tanto, todos sus actos que nos relatan) esta mediatizados por un terrible suceso que ocurrió cuando Michèle tenía tan solo diez años. Un padre sicópata dejó tras de sí un reguero de sangre que acabó con su vida en la cárcel. Esposa e hija tuvieron que huir de la ciudad para emprender una nueva vida tratando de escapar de su pasado.

 

Una vez más, la cena familiar navideña (una de las últimas que recuerdo sucedió en Agosto de John Wells) va a constituir un hervidero que acabará por explotar poniendo sobre la mesa todas miserias familiares. Esta escena es clave en la historia de Elle. Nos pone de manifiesto cómo es la relación que mantiene Michèle con su entorno, con su familia y amigos. Vemos la relación con su anciana madre, adicta a los retoques y disfrutando de un novio cuatro o cinco décadas más joven. Vemos la relación que tiene con su hijo «empanao», inmaduro, un nini francés que tiene una relación con una joven que se ha quedado embarazada. Es curioso de ver como siente el rechazo que le provocan los besos de ambas parejas, la de su madre con el gigoló y la de su hijo con su novia. Besos que se le clavan en el cuerpo. Michèle también quiere controlar la relación que tiene su ex con una de sus alumnas. Y también a los vecinos (ella ultracatólica y él un reprimido de libro) que parece ser los típicos controladores que vigilan la seguridad de la urbanización; y, por último, también quiere tener a su lado a su mejor amiga y su marido. Todo estallará antes de los postres. Lo que sucede en el transcurso de la cena es la muestra palpable (junto la relación con sus empleados) de que no tiene una relación «normal» con la gente que la rodea. La vida de Michèle no está condicionada por la brutal agresión con que arranca la película. No. A Michèle se le jodío la vida cuando a los diez años su padre fue detenido y encarcelado de por vida. Un trauma infantil que deviene en una mujer sociópata con un trastorno de la personalidad.

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Isabelle Huppert esta soberbia en su papel de sociópata. Cara dulce, mirada aviesa y retorcida inteligencia. Está en pantalla prácticamente la totalidad de la cinta. Es uno de esos papeles que te marcan una carrera. Bien definido y mejor interpretado. Otro personaje bien dibujado es el del hijo de Michèle. Indolente, aburguesado, inmaduro y aniñado.

Verhoeven toca muchos palos. Desde la violación, el sadomasoquismo, el voyerismo, la violencia en los videojuegos, las relaciones extramatrimoniales… y todo ello con un leve toque de humor que desengrasa la contundencia de las imágenes. En cuestión de gustos… los colores y en cuestión de sexo… pues allá cada uno lo que haga tras la puerta en su espacio de intimidad. Por supuesto que siempre respetando a la otra persona. Esa es la fina línea de la que nos habla Verhoeven en su película. Nos habla de que en el sexo no hay fórmulas, ni existen los buenos modales. Desde luego que un no es un no. Pero que hay personas que intentan rebasar ese límite tanto por un lado (entonces se convierte en un violador) como por el otro (esto es masoquismo). La primera conducta (forzar) si se hace dentro de la pareja, y existe el consentimiento, entra a formar parte del juego en el que pueden participar ambos. Para ello, se entienden que establecen sus límites y determinan cuando la caricia es sustituida por la bofetada. Otra cuestión bien distinta es cuando, de hecho, supone una violación, un acto forzado sin consentimiento alguno. Verhoeven, en definitiva, juega con la seducción y la perturbación. Nos provoca y le gustaría ver nuestra reacción desde la pantalla.

A la magnífica dirección se le añade un soberbio montaje. A lo largo de la película va a utilizar el recurso de volver a visionar la agresión desde diferentes puntos de vista, rememorando el suceso, idealizando el acto o maquinando lo que hubiera tenido que hacer. Te mantiene en constante tensión y sin decaer más que lo justo para tomar resuello. Brillante.

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Elle es provocadora, es afilada, es poliédrica, es un film que nos muestra a una mujer sociópata, que se ha tenido que sobreponer al desastre emocional provocado por tener un padre sicópata que le arruinó su infancia. De aquello, ha resultado ser Michèle una mujer compleja, con una gran coraza de frialdad que evita tener contacto con aquellos que le hicieron daño. Esto se traduce en que no acude a la justicia ni a la policía ¿Para qué? Verhoeven puede generar controversia por cómo trata una violación, pero él no juzga sino muestra a un personaje cómo se comporta tras sufrir esa agresión, dejando al espectador el espacio suficiente para que sea él el que se posicione, o emita su juicio de valor ante los hechos. El director neerlandés ha dejado a un lado (para esta ocasión) los juegos de artificio en forma de efectos especiales, indagando en la psique humana poniendo Elle en relación con el cine descarnado de Haneke.

Os dejo un tráiler:

Luisjo Cuadrado

Revista Atticus

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