Una pastelería en Tokyo de Naomí Kawase en la SEMINCI 2015

Una pastelería en Tokyo de Naomí Kawase

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La japonesa Naomi Kawase (1969) vuelve a la SEMINCI con un tercer largometraje, Una pastelería en Tokyo (An). La cinta nos presenta a tres personajes cada uno de ellos en tres etapas de la vida: juventud, madurez y ancianidad; y que, de una manera u otra, viven un poco la margen de la sociedad.

Sentaro regenta una pequeña pastelería donde elabora un pastel típico japonés: dorayaki. Consiste en dos pequeños bizcochos de forma redondeada y planos relleno de un dulce llamado anko o an –de ahí el título- (una especie de judías pintas pero que se le añade dulce). Ofrece trabajo sin importar la edad. Y allí se presenta Tokue, una mujer, anciana llena de vitalidad a pesar de sus 76 años, quien se ofrece para echar una mano en la cocina. Una joven clienta, Wakana, es testigo del deseo de Tokue. Entre los tres se establecerá algo más que una relación comercial.

Apenas dispongo de unos minutos para poder hablar sobre esta deliciosa película. Kawase no habla de muchas cosas. El film arranca con unas imágenes típicas de los cerezos en flor en Tokyo. Imágenes muy bellas que nos espabilan y son muy bien recibidas a primera hora de la mañana. Lo mismo le debe pasar a nuestro protagonista que se presenta cariacontecido a abrir su pastelería. Tiene un semblante serio y eso es lo primero que llamará la atención a la observadora Tokue, una mujer experta en la vida. Ambos tienen un pasado traumático, que llena de cicatrices sus cuerpos, unas serán más visibles que otras. La cinta también nos habla de la lucha por mantener lo tradicional frente a la modernidad de las nuevas tecnologías, que va mucho más allá de la cazuela de cobre frente a la Thermomix. El hombre ha venido al mundo para escucharlo y para verlo, pero no parece que eso sea suficiente en estos tiempos modernos. Hoy, en un mundo globalizado de prisas, nadie escucha como cuecen las judías y cuáles son las historias que nos pueden contar, cómo la del viaje que han experimentado hasta nuestras cazuelas. Pero el plato fuerte lo constituye un tema tabú durante muchos años y un tema que en Japón es de viva actualidad: la lepra. La marginación que han sufrido estos enfermos es debido, entre otras cosas, a las tremendas deformaciones en manos y en cara, dejando casi a la vista el cráneo, que les hizo que en este país (como en muchos otros) se les recluyera y se les tuviera por proscritos. Kawase lo saca a la luz y de su experiencia, de su trata con estas personas se nutrió para ofrecernos este canto a la vida que nos propone para alcanzar la felicidad, la paz y el sosiego con el trabajo bien hecho, sin prisas, y con el tiempo justo. Una pastelería en Tokyo también nos habla de la armonía que tiene que tener el hombre con la naturaleza y la poca consideración que tenemos a nuestros mayores. En la rueda de prensa la propia directora nos desvela la celebración que se realiza en Japón cuando alcanzas los 60 años. Cada sesenta años se cierra un ciclo y se abre un nuevo igual de rico o más que el anterior. Así, de esta manera, nos augura una larga vida a la SEMINCI (a la que espera acudir de nuevo en un par de años).

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Una pastelería en Tokyo es la adaptación libre de una novela. El guion en el que ha trabajado la propia directora (es la primera vez que adapta una novela) nos va proporcionando la información, poco a poco, como el guiso de las alubias. La construcción de los tres personajes es soberbia (sobre todo el Tokue y Sentaro).

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Una película realizada por una mujer muy sensible, filmada de forma exquisita e interpretada por una actriz que se mete de lleno en el papel. Entre ambas han logrado una simbiosis que llega al corazón de forma sencilla, sincera y natural. Junto a ellas, está una actriz que representa la esperanza que tenemos depositada en nuestros jóvenes con la aportación de ese aire tan fresco. Tres mujeres frente a un hombre sensible, frustrado, atormentado, amargado, en constante lucha en su interior hasta que unas judías dulces le sacan una sonrisa. Una película que da para hablar mucho de ella por abarcar muchos temas. Todo ello hace de esta pastelería japonesa una firme candidata a alguno de los galardones. Me voy a quedar sin premios y llevo dos días y apenas cuatro películas. Las dos primeras jornadas han puesto el listón muy alto (después de esta se proyectó Une historie de fou de Robert Guédiguian y eso también son palabras mayores). Por cierto, solo cabe dar la enhorabuena a quien o quienes hayan ideado la idea de obsequiarnos con un delicioso dorayaki mientras esperábamos al comienzo de la rueda de prensa. Eso sí, con la publicidad del inminente estreno de la cinta en España (6 de noviembre) tras su paso por la SEMINCI.

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Naomí Kawase, centro, en la rueda de prensa matinal en el Teatro Calderón. Foto: Luisjo

 

Os dejo un tráiler:

Luisjo Cuadrado

Revista Atticus

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