Crítica película ma ma de Julio Medem protagonizada por Penéolope Cruz

Película: ma ma
El alma nunca muere

Ficha

CARTEL MA MA OK 3Película: ma ma.
Dirección y guion: Julio Medem.
Reparto: Penélope Cruz, Luis Tosar, Asier Etxeandía.
País: España. Año: 2015. Duración: 111 min.
Género: Drama. Producción: Penélope Cruz y Julio Medem.
Música: Alberto Iglesias.
Distribuidora: eOne Films Spain. Estreno en España: 11 Septiembre 2015.
Calificación por edades: No recomendada para menores de 12 años.

Sinopsis
Una maestra en paro, tras ser diagnosticada de cáncer de mama, reacciona sacando toda la vida que lleva dentro, desde lo imaginable a lo inimaginable. Su lucha valiente y optimista hará posible que ella y su entorno más íntimo vivan insospechadas escenas de humor y delicada felicidad.
Comentario
El título parece ser ya una marca de autor. Así, ma ma, en minúscula y separado. Hay que marcar el territorio desde el principio. Julio Medem parece avisarnos de que vamos a asistir a una película diferente, que no es una cinta más que habla sobre el cáncer de mama y sobre otras enfermedades terminales. No, ma ma quiere ser otra cosa. ¿Lo consigue? Vamos a verlo.

Magda es una mujer de clase media, profesora, que está a punto de engrosar las listas del paro. Tiene un hijo que con apenas 10 años destaca en la práctica del fútbol. Su relación sentimental va a la deriva. Está en ese punto de no retorno. Su marido, para tomar distancia, se ha marchado de vacaciones con una jovencita rubia. Su mala racha, apenas unos fuertes vientos que la zarandean, deviene en una gran tormenta que pondrá patas arriba su vida. Le diagnóstica cáncer. Un cáncer que aparece justo en el momento en que conoce a Arturo. También en ese mismo momento la vida de Arturo sufrirá un desgraciado vuelco. Magda y Arturo se unirán para sobrellevar su desventura.

Fotos presentación
Fotos presentación

Básicamente en estas pocas líneas se puede resumir ma ma de Julio Medem (Habitación en Roma, 2010, Caótica Ana, 2007, Lucía y el sexo, 2000, Los amantes del Círculo Polar, 1998), que supone, entre otras cuestiones, el esperado regreso a la filmografía española de Penélope Cruz tras Los abrazos rotos (Pedro Almodóvar, 2009) y un rendido homenaje al coraje femenino, a esas mujeres luchadoras contra el cáncer. Lo bueno y lo malo de la cinta lo podemos ver por sus tres personajes principales (además del pequeño Teo Planell -gran desparpajo el suyo-, quien pese a su corta edad ya tiene un buen puñado de películas en su haber; y Silvia Abascal, un papel que es simbólico, apenas poco más que un brillante cameo).
Penélope Cruz (Magda) está, prácticamente, todo el metraje en pantalla. Tienen innumerables registros. No solo a nivel de interpretación, sino en cuanto a lo físico. Sus cambios son brutales. Al principio casi parece una chony, nada favorecida, incluso en sus maneras (por cierto, no muy de acorde con el papel que desempeña de profesora). Tiene que pasar el trance de las sesiones de quimioterapia con su aspecto demacrado, llegando al extremo de aparecer completamente calva, sin trampa ni cartón. Además, por si esto no fuera suficiente luce un embarazo (tanto vestida como en biquini). Su evolución es muy evidente. De ese aspecto un tanto vulgar del comienzo evoluciona, en los últimos momentos de la película, a una belleza cómplice con la cámara. Con pelo corto, luce más guapa que nunca. Su trabajo es incuestionable. Aprovecho para decir que no sé cómo los actores y actrices se pueden concentrar a la hora de interpretar. Solo hay que echar un vistazo a la imagen del rodaje para ver a los dos protagonistas rodeados del equipo de filmación. Ahí triados intentando mostrar drama con todo el mundo encima.

 
Magda es un papel mucho más rico que el que interpretó en Vicky Cristina Barcelona (Woody Allen, 2008) y por el cual ganó el Óscar a la mejor actriz de reparto. Su papel, en cuanto la definición (el guion se debe al propio Julio Medem) tiene algunas lagunas. Una de ellas, quizás la más significativa, es que cuesta hacernos creer que Magda no tenga «otra vida». Que no tenga amigos, ni familia que la puedan acompañar en ese trance cada vez que acude al médico, «por muy época estival» que sea. El verano no justifica la falta de compañía.

 

Luis Tosar (Arturo) actúa como contrapunto de «Pe». Cada actuación de este actor es clase de interpretación. Ahora bien, no es su mejor papel ni mucho menos. Yo lo veo algo pavisoso. Y va un poco a remolque de su compañera. Atrás ha quedado su mítico papel de «malamadre» en Celda 211 (Daniel Monzón, 2009). En esta ocasión está comedido y muy correcto. Ha sido un gran acierto el haber elegido, para su papel como Arturo, la profesión de ojeador de fútbol descubridor de jóvenes promesas. No deja de ser también un canto para la esperanza. Esto le ha permitido contactar con Magda y ganarse el cariño y confianza de su hijo. Los regates de la joven promesa son una metáfora. Cuando le echa en cara a su madre de que no entiende de fútbol y de que no se preocupa por aprender. Puede ser que no entienda de fútbol, pero sí que entiende de regates y los utiliza para encararse a la vida y sortear las continuas trabas que esta le plantea.

Es difícil concentrarse con el equipo encima
Es difícil concentrarse con el equipo encima

Asier Etxeandía (Julián) encarna a un médico ginecólogo. Le toca representar un papel peliagudo. Es el que tiene que proporcionar las noticias más dolorosas a Magda y es el que tiene que velar por su salud. Hasta ahí bien, pero su afición al canto bordea ese puntito, ese límite tan fino de bordear lo ridículo. Esto del canto a capela es una cosa almodovariana. En pleno quirófano, cuando te están a punto de aplicar la anestesia que tu médico se ponga a cantar. Ay, ay, ay. Y cuando este recurso lo utilizas hasta en tres (o cuatro ocasiones) dudas de su efectividad. Asier ya trabajó con Luis Tosar en Musarañas (Juanfer Andrés, Esteban Roel 2014). Su papel está algo desdibujado. Es difícil comprender el alto grado de implicación que tiene con Magda. Desde luego si todos los doctores lo tuvieran con todos los pacientes en esa medida, pobrecitos médicos.

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La película tiene el particular sello de un director, con una mirada personal y a contracorriente. Es un director con alma, que se quiere hacer notar y no deja pasar oportunidad, ya sea por los movimientos de cámara para crear tensión o con otra serie de subrayados (demasiadas veces innecesarios). Incluso la partitura de Alberto Iglesias, magnífico, hasta a veces la «vemos» demasiado. Todo esto, pecata minuta, quizás, le resta interés. A pesar de lo cual, a mí, la película me emocionó en algún momento. Pero no en los que el director pretendía emocionar, sino en los sutiles detalles que tienen que ver con el amor de la madre a su hijo, con miradas, con pequeños gestos lejos de la gran alharaca que pueda ser el grabar imágenes desde interior del cuerpo humano con el corazón bombeando sangre, o la introducción de elementos mágicos como la niña rusa (Natacha), o, por dios, el baile de los cangrejos (que no he acabado de comprender por más que pongo en el google que significa un cangrejo en una película). Espero encontrarme con el director vasco para preguntarle por este aspecto ya que lo repite en un par de ocasiones (véase la imagen cenit de Magda con su ginecólogo en el mar, allí está el cangrejo y dando vueltas a su alrededor Natacha). Por la temática y esos toques mágicos nos sitúa en la órbita de esa gran película que fue Camino (Javier Fesser, 2008).

Ma ma es un homenaje a todas las mujeres que han y padecen cáncer de mama. Es un regalo visual de toda la brega que tienen que pasar desde que reciben la fatídica noticia. Ma ma representa una forma de enfrentarse a la vida ante las terribles encrucijadas que esta te plantea. Su protagonista, Magda, lo hace con una dosis de humor y una gran valentía. Mientras Arturo se ha volcado en encontrar un sentido a su vida en el consuelo espiritual, orando y en una introspección personal. Magda es todo lo contrario. Extrovertida, positiva, alegre y que es capaz de ser generosa, en un momento tan duro, para con quienes le han hecho daño. Y sabe perdonar sin más dios que el propio Arturo y su hijo. Es ella la que tiene que animar a los más desfavorecidos como son el propio Arturo ante su desgracia o, a su manera, con el ginecólogo. Y sabe sacar fuerzas de lo más recóndito de su alma para tener unas emotivas palabras con su hijo. Un regalazo de papel para una excelsa Penélope Cruz, nuestro Pau Gasol del cine. El alma nunca muere. Vayan al cine.

Os dejo un tráiler:

Revista Atticus

Luisjo Cuadrado

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