Crítica película The imitation game (Descifrando Enigma)

The imitation game (Descifrando enigma)

La nueva película de Morten Tyldum

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Ficha
Película: The imitation game (Descifrando Enigma).
Dirección: Morten Tyldum.
Interpretación: Benedict Cumberbatch (Alan Turing), Keira Knightley (Joan), Matthew Goode (Hugh), Mark Strong (Stewart), Allen Leech (John), Charles Dance (Denniston), Rory Kinnear (detective Robert).
Países: Reino Unido y USA. Año: 2014.
Duración: 114 min. Género: Biopic, drama, thriller.
Guion: Graham Moore.
Producción: Nora Grossman, Ido Ostrowsky y Teddy Schwarzman.
Música: Alexandre Desplat. Fotografía: Óscar Faura.
Montaje: William Goldenberg. Diseño de producción: Maria Djurkovic.
Vestuario: Sammy Sheldon Differ.
Distribuidora: Tripictures. Estreno en España: 1 Enero 2015.
Calificación por edades: No recomendada para menores de 7 años.
Sinopsis
Durante el invierno de 1952, las autoridades británicas entraron en el hogar del matemático, analista y héroe de guerra Alan Turing (Benedict Cumberbatch), con la intención de investigar la denuncia de un robo. Acabaron arrestando a Turing acusándole de «indecencia grave», un cargo que le supondría a una devastadora condena por, lo que en aquel entonces se consideraba una ofensa criminal, ser homosexual. Los oficiales no tenían ni idea de que en realidad estaban incriminando al pionero de la informática actual. Liderando a un heterogéneo grupo de académicos, lingüistas, campeones de ajedrez y oficiales de inteligencia, se le conoce por haber descifrado el código de la inquebrantable máquina Enigma de los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Un retrato intenso e inolvidable de un hombre brillante y complicado, que bajo gran presión ayudó a acortar la guerra y, consecuentemente, salvar miles de vidas.

Comentario
He querido mantener la sinopsis «oficial» que nos suministran las distribuidoras para centrarme en un detalle que no quiero que pase desapercibido: «lo que en aquel entonces se consideraba una ofensa criminal, ser homosexual». Den vueltas a este asunto mientras, una vez leída la sinopsis, les adentro en The imitation game.
Por medio de una serie de flashbacks, la película avanza o retrocede en el tiempo. Parte de un hecho: el supuesto intento de robo en la vivienda de Alan Turing en el invierno de 1952. Atrás ha quedado la guerra y también la labor del matemático durante los últimos años del conflicto que sirvieron, para entre otras cosas, acortar la duración de la guerra. Uno de esos saltos en el tiempo es hasta 1927, en su colegio, en el Sherbome School, en Dorset, Inglaterra. Es vital para conocer cómo se relaciona el joven Alan (15 años) con sus compañeros. Se muestra retraído, «raro». Entre otras cosas muestra interés (gracias a su amigo, Christopher Morcom) en la encriptación, y, sobre todo, en las matemáticas. Es tímido, solitario, y sufre el acoso de sus compañeros. En Morcom encontrará ese amigo especial que le hace replantearse su sexualidad. Pero el puritanismo reinante y las férreas convicciones trasnochadas frustran todo intento de manifestación de cariño hacia una persona del mismo sexo.

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Otro salto en el tiempo nos sitúa en la escuela de Código y Criptología del gobierno británico al frente del comandante naval Alastair Denniston (Charles Dance). Estamos en los comienzos de la guerra, en 1939 y Turing cree poder dar con la clave que revele los secretos de la máquina Enigma. Denniston ve en Alan a un joven arrogante y engreído pero por la seguridad que muestra le concede una oportunidad formando parte de un brillante equipo de matemáticos, lingüistas y hasta expertos en ajedrez. Al frente se encuentra Hugh Alexander. Los primeros momentos son de tensión ya que Alan Turing no lleva muy bien eso de someterse a otros. Él va por libre. Su arrogancia llega hasta tal punto que convence al mismísimo Winston Churchill para situarse a cargo del equipo. Lo remodela; echa a dos de sus propios compañeros y convoca un concurso para ver quién es capaz de resolver un crucigrama en apenas unos minutos. La ganadora es la joven matemática Joan Clarke (Keira Knightley). Ella será la encargada de humanizar al arisco Alan y bajarlo de la nube para que se relacione con sus congéneres.
A partir de este momento el equipo se concentrará en crear una máquina, una enorme máquina que permita descifrar los mensajes secretos de las tropas alemanas. Trabajan a contrarreloj. Los mensajes son interceptados y los alemanes lo saben. Para ello establecen todos los días una clave que es válida para ese día desde las seis de la mañana hasta las doce de la noche. Esto es posible gracias a que se hicieron con una máquina de descifrado que utilizaban los alemanes, Enigma. Tanto este tema (el descifrado en las comunicaciones nazis) como la propia máquina ya han sido llevadas al cine. Una de las más recientes e interesante es Enigma (2001, Michael Apted) con una meritoria interpretación de Kate Winslet. De aspecto muy similar a la máquina de escribir, era igual de ligera, no llevaba papel y la fuente de alimentación eran unas baterías, lo que permitía su transporte. Básicamente constaba de tres partes. Los rotores: tres especies de ruletas que marcaban el código de encriptación. Un teclado que al pulsar cada letra se iluminaban, en la parte superior, las letras y que constituían la tercera parte de la máquina. Y ya estaba. Sabiendo la combinación de las ruedas, podías descodificar el mensaje. Pero esto que está contado así de aquella manera para simplificar las cosas, en realidad era complicadísimo. Las posibilidades que daba este sistema eran millonarias (en realidad trillonarias), lo que hacía casi imposible de descifrar el código. Pero Alan Turing no se desespera. Sabe que puede conseguirlo. Solo necesita tiempo (se le agota) y algo de suerte. Ésta surge en un momento de distensión y se le enciende la bombilla dando con la clave que permite acortar tantas posibilidades y así hacer posible que en breve tiempo la máquina que idea Turing permita desvelar las órdenes nazis.

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Uno de los grandes logros de este genio es que se tuvo que enfrentar a todo el equipo para contenerles, para evitar que salieran corriendo gritando: «Eureka, hemos logrado descifrar los mensajes». Gracias a esa contención, a ese anonimato y a su genialidad pudieron seguir recibiendo (ya ahora sí, descifrando) los mensajes. Para no desvelar al enemigo que lo sabían tenían que dejar que ciertas misiones salieran victoriosas y otras no, por lo que tuvo que idear una casuística para que los alemanes no sospecharan. Genial. Entregaban unas ovejas, para salvar granjas.
Después surgen los episodios con los que comienza la historia. Esa mezquindad de acusarle de indecencia, de señalarle por tener unos gustos «distintos» y, en definitiva, por condenarle por su homosexualidad es uno de los episodios más lamentables no solo en la vida de este científico sino en el alma británica. Los avances que logró Alan Turing permitieron no solo acortar la duración de la guerra, cambiando su curso, y, por supuesto salvar miles de vidas humanas, sino que sentaron las bases para el desarrollo de «las máquinas Turing», que fueron los embriones de los modernos ordenadores. Alan Mathison Turing (1912 – 1954) está considerado como el precursor de la informática moderna y logró, también, grandes avances en lo que se refiere a la inteligencia artificial. Puso fin a sus días. Fue condenado por la justicia británica a la castración química para «reconducir o atemperar sus gustos sexuales». Hay una escena clave en The imitation game. Joan Clarke visita a Turing cuando ya había sido juzgado y sometido a esta castración. Turing avejentado, desorientado, sigue trabajando en el desarrollo de su máquina Christopher (en clara alusión a aquel amor de juventud), pero su mente está nublada por el estrógeno sintético. La cura química con la que pretendían sanar su homosexualidad le está destrozando. Su cerebro se ha esponjado, Alan se muestra incapaz de hacer un crucigrama. A los dos años de su condena Alan decide suicidarse apagando su mente cuando apenas tenías 41 años. Ser homosexual no es ser distinto ni mucho menos. Han tenido que pasar más de 50 años para que los británicos devolvieran, de forma simbólica, el honor de Alan Turing, recibiendo, en 2013, el indulto de manos de la reina Isabel II.
Morten Tyldum acomete este trabajo con resultado brillante. Tal vez podía haber incidido más sobre la condición homosexual del protagonista, pero quizás hubiera caído en el error de falsas moralinas. Creo que deja el suficiente espacio al espectador para que sea él el que le juzgue, el que saque sus propias conclusiones. Ahora es aquí donde retomo aquella frase del principio: «lo que en aquel entonces se consideraba una ofensa criminal, ser homosexual». Hoy día mostrar tu amor hacia una persona del mismo sexo se sigue persiguiendo, se sigue criminalizando, condenando y ejecutando solamente por «ser diferente». Esto es terrible. Por fortuna, poco a poco, las mentes se van volviendo más tolerantes y los países se suman al carro para adecuar estúpidas leyes que persiguen a este colectivo. El trabajo de Morten, tras su brillantísima Headhunters, no decepciona y parte con algunas posibilidades en las carreras de premios cinematográficos (aunque esto no quiera decir que sea sinónimo de calidad). Ha contado con un buen guion adaptado que permite que, a pesar de ser varios y significativos los saltos en el tiempo, podamos seguir la película con interés y sin decaer en la tensión dramática.

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Además de la pareja protagonista el resto de actores y actrices son rostros menos conocidos pero algunos sí que lo son como secundarios. Poco más que eso era Benedict Cumberbatch. Había participado en War horse (Steven Spielberg, 2011), 12 años de esclavitud (Steve McQueen, 2012) y recientemente, y por ello, más conocido en la película en la que da vida a Julian Assange, El quinto poder (Bill Condon, 2013). En el Reino Unido es bastante más conocido tras protagonizar al detective Sherlock Holmes en una serie televisiva homónima. Por aquellas tierras le tienen mucho cariño y respeto por los papeles que interpreta y lo consideran como un auténtico embajador. Este es el típico papel para lucirse y Cumberbatch no lo desperdicia. El resto, incluso la propia Keira Knightley (nominada como mejor actriz de reparto para los Globos de Oro) quedan ensombrecidos a pesar del buen trabajo en conjunto. Es una lástima no gozar más de esa sonrisa de Keira, pero la personalidad del papel de Alan, se la come.
La banda sonora es obra de uno de los más prolijos últimamente. Se trata de Alexandre Desplat. Contiene muy buenos pasajes, sin ninguna estridencia. Deliciosa.
En definitiva, comenzamos el año con una muy buena película que nos sitúa en un hecho histórico (el descifrado de la máquina Enigma); nos desvela los comienzos de la computación (máquinas Turing); narra las vicisitudes de unos de los grandes matemáticos del siglo XX (Alan Turing) y que nos invita a una reflexión sobre un aspecto privado de una persona y la repercusión que ésta puede tener en la vida. Sin lugar a dudas… ¡vayan al cine!

Os dejo un tráiler:

 

Luisjo Cuadrado

Revista Atticus

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