Crítica de Exodus: Dioses y reyes, la nueva película de Ridley Scott

Exodus: Dioses y reyes
Los fuegos de artificio de Ridley Scott

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Película: Exodus: Dioses y reyes.
Título original: Exodus: Gods and kings.
Interpretación: Christian Bale (Moisés), Joel Edgerton (Ramsés), John Turturro (Seti), Aaron Paul (Josué), Ben Mendelsohn (Hegep), Sigourney Weaver (Tuya), Ben Kingsley (Nun), María Valverde (Séfora).
Dirección: Ridley Scott.
Países: Reino Unido, USA y España. Año: 2014.
Duración: 150 min. Género: Drama.
Guion: Steven Zaillian, Adam Cooper, Bill Collage y Jeffrey Caine.
Producción: Peter Chernin, Ridley Scott, Jenno Topping, Michael Schaefer y Mark Huffam.
Música: Alberto Iglesias.
Fotografía: Dariusz Wolski. Montaje: Billy Rich.
Diseño de producción: Arthur Max. Vestuario: Janty Yates.
Distribuidora: Hispano Foxfilm. Estreno en España: 5 Diciembre 2014.
Calificación por edades: No recomendada para menores de 12 años.

Sinopsis
Exodus: Dioses y reyes narra la historia de un hombre cuyo coraje desafió a un imperio. El director Ridley Scott da nueva vida a la historia del desafiante líder Moisés y su rebelión contra el faraón Ramsés, liberando a 400.000 esclavos en una épica huida de Egipto tras un terrorífico ciclo de mortíferas plagas.

Comentario
Hace más de cincuenta años, la industria de Hollywood nos ofreció una de las mejores muestras de cine épico. En 1956, de la mano de Cecil B. DeMille, se estrenó la superproducción Los Diez Mandamientos. Tres años después llegó a España (21 de diciembre de 1959). Avanzado el tiempo, mi memoria no puede precisar tanto, pero siendo yo un crío, posiblemente con pantalón corto, acudí al cine Roxy (Valladolid) a ver esta película, de la mano de mi hermano y con la merienda en el bolsillo. Duraba casi cuatro horas (220 minutos) y hacia la mitad se hacía un descanso. Ver en la gran pantalla aquellas escenas míticas de las siete plagas bíblicas, ese pedazo de barbudo abriendo el Mar Rojo forma ya parte de mi ADN cultural. Fue un momento único, asombroso, mágico. El cine en la gran pantalla. Memorable. Hoy, tras casi cincuenta años de aquella experiencia, se vuelve a proyectar aquel episodio bíblico bajo el título Exodus: Dioses y reyes, del británico Ridley Scott.
Mi capacidad de asombro ya no se muestra tan sensible. Está un poco entumecida porque, a pesar de que acudo con una alta dosis de ingenuidad, no es frecuente encontrarse con algo que nos sorprenda. Creo recordar que lo último en la cuestión técnica fue La invención de Hugo de Martin Scorsese (2011) y en la parte argumental fue Las vidas de Grace (Short Term 12, Destin Daniel Cretton, 2014).

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Exodus es un mega proyecto que ha visto la luz gracias al empeño de Ridley Scott. Un director que nos tiene acostumbrados a las grandes producciones y que alterna en su carrera los éxitos (películas de culto como Blade Runner, Alien, el octavo pasajero o Gladiator) y con algún que otro fiasco (Prometheus).
Exodus: Dioses y reyes nos acerca al relato bíblico en el que Moisés lidera a los hebreos en su huida de Egipto. Según cuenta la leyenda, Moisés (Christian Bale) cuando apenas era un bebé es abandonado en una canastilla en el Nilo. Es recogido por una sirvienta de Tuya (Sigourney Weaver), la madre del que será faraón bajo el nombre de Ramsés II (Joel Edgerton). Ambos son criados como hermanos, como hijos del faraón. Siendo adulto, Moisés se muestra sensible a la causa hebrea. No soporta ver como humillan a los miles de judíos que trabajan en la construcción del nuevo imperio a orillas del Nilo. Como si su sangre fuera consciente de sus orígenes que el desconoce se pone en contacto con la comunidad hebrea y pronto le alumbraran. No se encuentra muy convencido, pero unos signos le conducirán hacia la verdad. En su exilio previo al éxodo conocerá a Séfora (María Valverde) convirtiéndose en el Mesías que liderará la revolución.

 
Ridley Scott no nos sorprende. No entiendo las razones de acometer este proyecto sino es para ofrecer algo nuevo, algo asombroso, algo que mejore el original. Y ahí radica la dificultad. Aquella película fue épica. Ver abrirse el Mar Rojo ante nuestros ojos fue inolvidable. Hoy la recreación de aquel episodio deja mucho que desear. Solo la parte final, con las grandes olas cayendo sobre los guerreros, es digna de mención. Pero eso ya lo vimos. Lo hizo mucho mejor Juan Antonio Bayona en Lo imposible (2012). El resto de la película es correcta, bien rodada, con buena música de Alberto Iglesias, pero sin más. Entretenida. Un producto que no defrauda al público menos exigente, entre palomita y trago de cola.

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El reclamo de Christian Bale y María Valverde no es suficiente. Ambos lucen guapetones, solventes en sus interpretaciones. Es inevitable la comparación con Charlton Heston. Sale perdiendo Bale. La única novedad que presenta la cinta es mostrarnos a un inaudito Dios con apariencia de crío. Irradiando paz, sabiduría, sosegado, pero con poco más de 10 años. El resto de actores está desaprovechado. Un casi irreconocible John Turturro (Set Seti I, como padre de Ramsés II); una fugaz aparición de Sigourney Eawer (Tuya, esposa de Seti I) quien apenas tiene dos líneas de diálogo; un Ben Kingsley (el anciano Nun, como líder espiritual de la comunidad hebrea) con algo más de suerte, pero sin sacarle todo el partido posible; Andrew Tarbet (Aarón, hermano mayor de Moisés) tiene también poca presencia. En definitiva, todos ellos desaprovechados en beneficio de una constante presencia de Christian Bale y Joel Edgerton. Este último merece mención especial por dos motivos. Uno porque en principio parece que su papel como faraón estaba reservado para Javier Bardem (luego ha habido una gran polémica por una declaraciones de Ridley Scott acusando a este de poco menos que agonías y calzonazos); y la otra, por su inevitable comparación con el simpar Yul Brynner. No os digo más que si consultas en la Wikipedia la entrada de este actor, la foto que ilustra el artículo es la de Los Diez Mandamientos. Eso no lo conseguirá ni de lejos Joel Edgerton (aun siendo muy solvente su interpretación).

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No hay nada que objetar a la parte técnica. La recreación de los decorados, los efectos especiales, las batallas e incluso las plagas bíblicas, son sencillamente magníficos. Estas últimas tal vez sea de lo mejor (junto a las imágenes iniciales de la lucha codo con codo de los dos hermanastros contras las huestes hititas). Hay un intento de explicación por parte de los sabios hacia el faraón. Una explicación científica. La última, la que causa la salida del pueblo judío, y que provoca la muerte de los primogénitos (salvo de los hebreos que hayan sacrificado un cordero y hayan embadurnado sus puertas con su sangre) lo dejan como algo inasumible, de origen divino («qué clase de Dios vuestro es ese que permite la matanza de niños» -manifiesta un desconsolado Ramsés con los brazos de su hijo muerto). Pero a la cinta, en su conjunto, le falta convicción, le falta pasión, emoción, algo que nos llegue dentro (y no hablo de religión, bueno sí, en parte, esa otra «religión» que es la de los creyentes del Cine con mayúsculas). Le falta chicha. No está definido el objetivo. No sabemos si estamos ante la lucha de dos hermanos; si lo estamos ante una revuelta social de los trabajadores hebreos o si lo estamos ante un canto a la libertad humana.

 
Uno de los aspectos más brillantes es el tema del vestuario. Han tenido que desarrollar una larga investigación para lograr unas prendas y complementos de hace casi tres mil años. El Museo del Traje, con la colaboración de Hispano Foxfilm y la empresa española Sastrería Cornejo han aprovechado la proyección de la película para organizar una exposición compuesta por cerca de 40 trajes y complementos diseñados por la ganadora de un Óscar, Janty Jates. Se puede ver en Madrid, en la sede del Museo, hasta el 18 de enero de 2015.

 
Cine palomitero realizado por Sir Ridley Scott. Aquí tendríamos que quitarle tal distinción. Ojala hubiera una máquina de regreso al pasado para poder transportarme a mi infancia y asistir a esta película. A mi regreso, con el poso cultural actual, poder decirles mi opinión una vez vista Exodus con aquella ingenuidad. Tal vez si borrarse de mi memoria aquellas imágenes encuentre irresistible la cinta de Ridley Scott. Sin esa máquina esto es imposible. Pero echándole un poco de imaginación seguro que cada vez que me meta en el mar no me acuerde del tsunami de Exodus como sí que me he estado acordando, durante años, en cada baño marino, del pasillo del Mar Rojo de Los Diez Mandamientos.

Os dejo un tráiler:

Luisjo Cuadrado

Revista Atticus

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