Impresionismo americano, la nueva exposición del Museo Thyssen-Bornemisza

Impresionismo americano

La nueva exposición en el Museo Thyssen-Bornemisza

 

«Lo que hoy sabemos mejor de lo que se sabía hace una generación es que el impresionismo fue el primer gran movimiento de vanguardia que atrajo por igual a los coleccionistas, críticos y mecenas franceses y extranjeros».
Impresionismo y nacionalismo: el caso norteamericano
Richard Brettell

Mujer sentada con un niño en brazos, c. 1890 Mary Cassatt Museo de Bellas Artes de Bilbao
Mujer sentada con un niño en brazos, c. 1890 Mary Cassatt Museo de Bellas Artes de Bilbao

¿Otra exposición más sobre el impresionismo? Con cierta sorna arrancó Guillermo Solana la presentación de la exposición Impresionismo americano que acoge las salas del Museo Thyssen-Bornemisza. Pues sí. Otra exposición más « porque el impresionismo es una de las grandes bazas, y está en el corazón de las colecciones del Museo y, sobre todo, en la colección de la baronesa Tita Cervera. Es como pretender que el Museo Nacional del Prado no haga otra exposición más sobre Velázquez (o sobre Rubens, Tiziano, etc.)». «El impresionismo siempre está con nosotros». Y estará pues tienen planificado para los próximos años magnas exposiciones sobre Gustave Caillebotte (uno de los grandes artistas desconocidos del movimiento francés) y sobre Renoir (¿otra más? ¡¡Otra!!), entre otros artistas.
La idea surgió como un proyecto organizativo entre la Terra Foundation for American Art y el Museo de los Impresionistas en Giverny para dar a conocer una serie de obras de grandes pintores americanos que se inspiraron en el movimiento impresionista. A este proyecto se sumó la propia institución madrileña porque era una ocasión única para poner en valor la propia colección del museo.
La exposición se presentó, en la primavera de este año, en Musée des Impressionnismes Giverny; en las National Galleries of Scotland (Edimburgo), en verano, y ahora, en el otoño, en el Museo Thyssen-Bornemisza (Madrid). La muestra pretende dar a conocer pinturas realizadas por artistas americanos «a la manera» impresionista entre las décadas de 1880 y 1890, así como la interpretación propia del estilo que desarrollaron hacia 1900.
¿Existe el impresionismo americano? La comisaria Katherine Bourguignon, conservadora de la Terra Foundation for American Art Europe, nos lanza esta pregunta con la invitación de que sea el propio espectador, el propio amante del arte, el que conteste tras visitar la exposición, la cuestión de Bourguignon, si realmente podemos hablar de impresionismo americano.

 

Dos mujeres dormidas en una barca bajo los sauces, c. 1887. John Singer Sargent. Calouste Gulbenkian Museum, Lisboa
Dos mujeres dormidas en una barca bajo los sauces, c. 1887. John Singer Sargent. Calouste Gulbenkian Museum, Lisboa

En el último cuarto del siglo XIX París estaba de moda. Era un referente en temas culturales con nuevos movimientos artísticos. En 1874 se celebró la primera exposición de los impresionistas. Paris ejercía como un polo de atracción y todo aquel artista que quería considerarse moderno tenía que saber lo que allí pasaba de primera mano. No es de extrañar que genios universales como Picasso o Sorolla (por poner dos ejemplos cercarnos) se desplacen constantemente a la capital francesa. Este encanto traspasó continentes. Sobre todo a raíz de la exposición sobre impresionismo francés que se celebró en Nueva York en 1886 de la mano del marchante Paul Durand Ruel. Esta muestra actuó como catálogo de pinturas de lo que se venía haciendo en Francia. Los colores, las briosas pinceladas y los efectos que la luz producía en los motivos representados hicieron que muchos artistas americanos decidieran emprender el viaje a Europa. Por aquel entonces ya había en suelo europeo una serie de pintores entre los que hay que destacar a dos reconocidos «embajadores del estilo». Por un lado Mary Cassatt (1844 – 1926) y por otro lado John Singer Sargent (1856 – 1925). Aunque hay muchos autores que consideran al americano James Abbott McNeill Whistler (1834 – 1903) como el primero en abrirse paso en la vanguardia parisina. Se encontraba en París en 1960 y trabajó al lado de algunos impresionistas. No participó en las exposiciones de este grupo que comenzaron a hacerlo de forma conjunta a partir de 1874. Pero va a ejercer mucha influencia entre los artistas americanos que se decidieron a conocer la pintura impresionista.

«(…) Monet apenas se trataba con los artistas que se congregaban en Giverny, muchos de los cuales se acogían a la protección de los pintores Mary y Frederick William MacMonnies. Pero no siempre había sido así, pues a algunos de los primeros visitantes, como Sargent y Robinson, se les permitió poner su caballete junto al del maestro. Sargent celebró su primer viaje a Giverny en 1885 con Claude Monet pintando junto a un bosque. (…) La pincelada quebrada de Sargent apunta a una nueva dirección, pero Monet recordó que Sargent era incapaz de pintar sin utilizar pigmento negro en las zonas de sombra: ‘le di mis colores, pero él quería el negro, y le dije ‘es que no tengo’; ‘¡entonces no puedo pintar! ¿Cómo lo hace?’, exclamó’. Significativamente, las notas de color más vivas del cuadro de Sargent son las audaces pinceladas de rosas y verdes, complementarios en la paleta de Monet».
Los artistas norteamericanos en Europa y su participación en el impresionismo
Frances Fowle

Mary Cassatt se trasladó en 1866 a París desde su Pennsylvania natal con apenas veintidós años. Como las escuelas oficiales no aceptaban a mujeres, comenzó a estudiar pintura a las órdenes de grandes maestros. Uno de ellos fue Camille Pissarro. Pronto será adoptada por los impresionistas (de la mano de Edgar Degas) y expondrá conjuntamente con ellos desde de 1879. A partir de la década de 1890 sus obras se expusieron en diferentes salas neoyorquinas con lo que se convirtió en embajadora del arte impresionista.

Pabellón de Horticultura, Exposición Universal Colombina, Chicago, 1893. Childe Hassam. Terra Foundation for American Art
Pabellón de Horticultura, Exposición Universal Colombina, Chicago, 1893. Childe Hassam. Terra Foundation for American Art

John Singer Sargent nació en Florencia, pero sus padres eran estadounidenses. Su nacimiento en la ciudad italiana fue algo accidental. El matrimonio entró en crisis por la muerte prematura de uno de sus hijos (el hermano mayor de John). Decidieron exiliarse de forma voluntaria en Europa estableciendo su residencia en París pero viajando según las estaciones del año por todo el continente. El joven artista ingresará en la escuela de Bellas Artes de la capital francesa en 1874. Vive el momento impresionista. Su pintura es la interpretación del realismo pero con un estilo propio. Fue un artista que no se decantó exclusivamente por el nuevo estilo. Estuvo muy influido por las exposiciones impresionistas. Convivió con Monet y hasta tuvo una presencia real en el movimiento siendo sus obras más suaves y con un acabado más refinado con algún toque impresionista. Se decantó por exponer en el Salón («lo oficial»).
En estos dos grandes artistas, Cassatt y Sargent, se concentra el primer apartado de la exposición. Son dos figuras que contribuyeron a difundir el ideario del nuevo estilo pictórico. Podemos disfrutar de la mirada amorosa de Cassatt al contemplar esos habituales retratos de niños y de mujeres de clase media alta en obras como Otoño (1880), Niños jugando en la playa (1884) o Mujer sentada con un niño en brazo (1890). Del artista nacido en Florencia, sin embargo, me gustaría destacar una deliciosa obra. Se trata de la sensual Dos mujeres dormidas en una barca bajo los sauces (1887). Tras este bucólico título se encuentra un ejemplo que resume uno de los preceptos del impresionismo: pintar al aire libre. Nos acercamos a la obra sin hacer ruido para no despertar a estas dos jóvenes dormidas en la barca, al pairo, a la sombra del sauce. Junto a estos lienzos también podemos volver a contemplar la magnífica pintura de Berthe Morisot El espejo psiqué (1876), una obra habitual en este tipo de muestras ya que pertenece a la colección del Museo, pero que no cansa contemplar. Ejerce un maravilloso poder de atracción.

Nocturno: Azul y plata Chelsea, 1871. James Abbott McNeill Whistler. Tate Londres
Nocturno: Azul y plata Chelsea, 1871. James Abbott McNeill Whistler. Tate Londres

«(…) Pintar lo local tenía una triple ventaja: podían expresar el creciente nacionalismo, experimentar con las técnicas modernas y generar una respuesta emocional en un público conocido. Pero muchas veces había que superar dificultades y empezar de nuevo. Tras años en el extranjero, no siempre les resultaba fácil pintar su país natal o encontrar la trascendencia en sus paisajes».
La pintura impresionista en Norteamérica
Katherine M. Bourguignon

En nuestro recorrido podemos admirar el trabajo de otros americanos que se encontraban en Francia explorando las posibilidades del impresionismo. Destacan dos obras de gran formato de Childe Hassam (1859 – 1935). Una de las grandes posibilidades que ofrecen las celebraciones de las exposiciones es poder ahondar en determinados autores o estilos, o poder descubrir a otros nuevos. En Impresionismo americano sucede con Childe Hassam. Un figura bastante desconocida por estas tierras. Sus cuadros son de una bella factura, realizados al más puro impresionismo. La luz reflejada con una paleta más viva; las pinceladas de factura más suave: los motivos abocetados. Todo en él remite al movimiento francés. Hassam pasó tres años, de 1886 a 1889, estudiando en París. El día del Gran Prix (1887) y Aguacero, Rue Bonaparte (1887) son dos magníficos ejemplos del legado artístico de este americano.

Bajo el sol, 1909, Frank W. Benson, Indianapolis Museum of Art
Bajo el sol, 1909, Frank W. Benson, Indianapolis Museum of Art

 
A partir de 1890 es cuando se empieza a producir ese trasvase de impresionismo hacia América. Los artistas han estado trabajando, codo con codo, junto a los «primeros espadas», en las mismas academias y hasta en los mismos lugares que los impresionistas. Incorporan los nuevos temas, los nuevos colores a su país natal. A Childe Hassam se unen William Merrit Chase (1849 – 1916) y Theodore Robinson (1852 – 1896). Sus obras van a recoger esas nuevas vistas de parques públicos de Boston, Manhattan o Brooklyn. Chase será un pintor fundamental para el desarrollo del impresionismo en Norteamérica. Robinson mostró un gran interés por captar la fugacidad del momento. Podemos contemplar obras como Pabellón de Horticultura. Exposición Universal Colombina, Chicago (1893) de Hassam, o Por la mañana en el espigón, Shinnecock (1897) de Chase.
En ese itinerario que nos propone el Museo es ahora cuando podemos recrearnos en las obras del artista rebelde, moderno y un tanto atípico que era Whistler. Con su paleta apagada, casi monocroma, insinuando los motivos con gruesas capas de pintura. Nocturno. Azul y plata. Chelsea (1871) o Nocturno. El canal de solent (1866) son claros ejemplos de la obra de Whistler.
Un claro influjo de este artista lo vemos en la pintura de John Henry Twachtman (1853 – 1902). Esta influencia la combinó con el impresionismo y con el arte japonés. El río en invierno (1889) y el magnífico lienzo Navegando entre la bruma (ca 1890) son dos obras en las que refleja esos postulados.
Por sus composiciones, por la manera de reflejar la luz y los motivos representados, las obras de Edmund C. Tarbell (1862 – 1938) constituyen el ejemplo más representativo del impresionismo americano y la influencia que ha recibido de lo que se venía haciendo en Francia. Esto es bien visible en obras como Tres hermanas. Estudio bajo el sol de junio (1890) o En el huerto (1891). Y uno de sus principales seguidores, Frank W. Benson (1862 – 1951), también participa de este nuevo arte, de este nuevo ideal americano con sus escenas exteriores bañadas por el sol. Cierran la exposición las magníficas obras Eleanor (1901), Las hermanas (1899), o Bajo el sol (1909), que nos sitúan ante esos artistas que se desplazan al campo (en este caso a la playa) para pintar al aire libre, para plasmar con sus pinceles, no solo la luz, sino la brillante atmósfera y las elegantes actitudes de las figuras femeninas. Quienes contemplen están últimas obras rápidamente se darán cuenta que están ante un estilo muy reconocido. No lejos de estas salas podemos maravillarnos también con las obras de Joaquín Sorolla (uno de nuestros artistas más internacionales) al que se le rinde un homenaje en la Fundación Mapfre con sus obras realizadas en su periplo americano. Sus escenas de sol y playa se asemejan a las de Benson y Tarbell donde el sol siempre brilla. Sorolla expuso en 1906 en la Hispanic Society de Nueva York con gran éxito de crítica y público, lo que a buen seguro contribuyó al desarrollo de esa nueva formar de pintar «a la manera» impresionista.

Luisjo Cuadrado

Revista Atticus

 

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