Crítica de la última película de los hermanos Dardenne: Dos días, una noche

Dos días, una noche
Un viaje emocional al lado de Sandra

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Ficha
Película: Dos días, una noche.
Título original: Deux jours, une nuit. Título internacional: Two days, one night.
Dirección y guion: Jean-Pierre Dardenne y Luc Dardenne.
Interpretación: Marion Cotillard (Sandra), Fabrizio Rongione (Manu), Pili Groyne (Estelle), Simon Caudry (Maxime).
Países: Bélgica, Francia e Italia. Año: 2014.
Duración: 95 min. Género: Drama
Producción: Jean-Pierre Dardenne, Luc Dardenne y Denis Freyd.
Fotografía: Alain Marcoen. Montaje: Marie-Hélène Dozo.
Diseño de producción: Igor Gabriel.
Vestuario: Maïra Rameddhan-Levi.
Distribuidora: Wanda Visión. Estreno en España: 24 Octubre 2014.

Sinopsis
Sandra, con la ayuda de su esposo, tiene sólo un fin de semana para ir a ver a sus colegas y convencerles de que renuncien a su paga extra para que ella pueda conservar su trabajo.

Comentario

Tras la breve sinopsis de apenas dos líneas se encuentra una de las grandes películas «de compromiso social» de los hermanos Dardenne, Luc y Jean-Pierre.
No lo puede decir mejor Pepa Blanes en su blog de la Cadena Ser:

«La perversión del sistema capitalista ha degenerado en que ya no es el empresario el encargado de despedir, sino que esa responsabilidad, esa culpa, pasa a los propios trabajadores, a los compañeros del despedido. De esta manera, el patrón se convierte en un Poncio Pilatos, que se lava las manos y se sienta a esperar a que el individualismo atroz, que va aparejado al capitalismo, se encargue del trabajo sucio».

Puedes consultar aquí el comentario de completo publicado en el blog de la cadena ser.

Sandra (Marion Cotillard) es una esposa, es una madre y pretende seguir siendo una trabajadora. Es una sucia mentira que las personas quieran vivir sin trabajar a costa de un subsidio. Es otra de las falacias que el capitalismo se encarga de pregonar. Sandra es un ejemplo de honradez. Pero ha sido, perversamente, señalada como objetivo para ir al paro. Es una trabajadora de la empresa que se dedica a la fabricación de placas solares y que ha permanecido durante un tiempo de baja. Al intentar reincorporarse, los patronos han visto que tal vez no sea necesario. Su sacrificio permitirá al resto de sus compañeros disfrutar de su paga extra y de conservar su trabajo.
Lamentablemente esta circunstancia ha sido, es y parece ser que será por un tiempo moneda común entre quienes tienen ese poder decisorio de dar, mantener o quitar a un trabajador de su puesto. Esa arbitrariedad la han relegado, como bien la ha expresado Pepa Blanes, en los propios individuos. Hay distintas formas. Una de ellas es ésta, pero también la de hay que rebajar el sueldo un porcentaje o despido a alguno. Perverso. Además, si esta medida fuera ocasional, pero lo pasajero tiende siempe a ser permanente y el capital se muestra insaciable. ¿Hasta cuándo? ¿Cuándo volverá el ogro a solicitar otra presa que satisfaga su voraz apetito capitalista?
La elección elegida por los Dardenne tiene un pequeño matiz. Se ha personificado, se ha puesto un nombre a la cabeza. Con lo cual, el resto de los compañeros piensan que no va con ellos la cosa. Que ese no es mi problema, que yo no me puedo quedar sin mi paga mileurista, que yo tengo también mis problemas. La cinta está rodada con el particular estilo de los directores belgas y que ya constituye su seña de identidad: realismo, cámara en mano, iluminación muy cálida y apoyo en la interpretación que proporciona al conjunto naturalidad y credibilidad. Estos son dos de los pilares del cine de los Dardenne.

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Salvando las lógicas distancias, el planteamiento de Dos días, una noche, está muy cercano a Doce hombres sin piedad (Twelve Angry Men, Sidney Lumet, 1957). El papel que encarga Henry Fonda, de hombre que persigue la justicia, es el que interpreta Marion Cotillard. La actriz francesa busca convencer a una serie de compañeros para que cambien de opinión y vuelvan a votar tras haberse visto que en el primer escrutinio se había hecho amedrentando al personal por parte del encargado. Quiero un voto justo invocando el anonimato.
En anteriores propuestas de Luc y Jean-Pierre Dardenne la acción se centra más en un individuo. Magníficos ejemplos lo constituyen algunas de sus últimas películas como El chico de la bicicleta (Le gamin au vélo, 2011) o El silencio de Lorna (Le silence de Lorna, 2008). En esta ocasión los directores belgas parecen repartir «la carga» sobre otros actores con lo que consiguen una película más coral que las anteriores. No es culpa de Sandra, como bien se encarga ella de repetir, es culpa de una sociedad enferma, deshumanizada, que no duda en sacrificar al más débil para poder sobrevivir. Uno de los dogmas del capitalismo es que tienes que ser más competitivo, más productivo. El gran acierto del papel de Sandra es que ella escucha, empatiza con cada uno de los compañeros que se ha dignado a hablar con ella. No los juzga, ni tampoco los justifica. A su lado encontrará el apoyo incondicional de su marido, Manu (Fabrizio Rongione), Sandra tratará por todos los medios de recuperar su autoestima y su valor. También tendrá el apoyo de una amiga sindicalista. Por el contrario, en frente tendrá a sus compañeros a quienes les tendrá que explicar que no es culpa suya que le hayan señalado. Ver el currículo de Marion Cotillard asombra. Ha interpretado variadísimos papeles con afamados directores (Woody Allen, Christopher Nolan, Jacques Audiard o Ridley Scott). En los últimos años promedia 2, 3 y hasta cuatro películas al año. Su carrera es imparable. La actriz francesa está presente en la mayoría de las escenas. Sus registros son muy variados. Magistral. Frabrizio Rongione es un habitual en los films de los Dardenne. Su actuación se puede calificar de sobria y convincente como marido incansable que sostiene, alienta y estimula a su esposa.

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El mensaje que nos puede transmitir Dos días, una noche puede ser optimista. Pero solo puede. Me quedo con el cambio que experimenta la protagonista, más que la propio resolución del conflicto, del resultado de la votación final tras esas dos jornadas. No vivimos un momento en que la dignidad tenga valor. Vivimos momentos donde el trabajo es muy frágil y muy precario, cuando este existe. Al paso que vamos, veremos cómo dos personas (o más) se llegan a pegar por las migajas de un trabajo. El deterioro de la función de los sindicatos está envalentonando al capitalismo. Hemos retrocedido más de cuarenta años en los derechos sociales. Los Dardenne no juzgan a los protagonistas del conflicto. Cada cual tiene su motivo y hasta nos da miedo preguntarnos ¿y tú, qué harías ante una situación así? No, no dejan mucho espacio para el optimismo los hermanos Dardenne. Tal vez ese triunfo del individuo sea escaso bagaje para afrontar el mundo laboral actual. Dos días, una noche, con un argumento sencillo, pero con una gran carga emotiva y llena de matices, no te dejará indiferente.
La película de los hermanos Dardenne fue la encargada de abrir la 59 edición de la SEMINCI tras su paso por el Festival de Cannes. Ni en uno, ni en otro ha recibido galardón alguno. El tono realista, sin grandes aditamentos, penaliza la cinta. La acción se centra en las emociones. Pero es una película que merece la pena ver. Actual y oportuna. Fino olfato el de los hermanos Dardenne al saber reflejar con gran maestría la angustia, el miedo y hasta la humillación en los momentos en que tu puesto de trabajo peligra y con ello toda tu «sociedad de bienestar».

Os dejo un tráiler:

Luisjo Cuadrado

Revista Atticus

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