Crítica de El misterio de la felicidad. La nueva película de Daniel Burman

Crítica de El misterio de la felicidad

La nueva película de Daniel Burman

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Ficha
Película: El misterio de la felicidad.
Interpretación: Santiago (Guillermo Francella), Laura (Inés Estévez), Eugenio (Alejandro Awada)
Dirección: Daniel Burman. País: Argentina. Año: 2013.
Guión: Daniel Burman, Sergo Dubcovsky
Duración: 99 min.
Género: Comedia Romántica
Producción: Walkiria Barbosa
Música: Nicolás Cota
Fotografía: Daniel Sebastián Ortega
Montaje: Luis Barros
Diseño de producción: Margarita Tamborino. Vestuario: Roberta Pesci.
Distribuidora: Filmsharks.
Estreno en Argentina: 16 Enero 2014. Estreno en España: 29 Agosto 2014.
Calificación por edades: Autorizada para todos los públicos

Sinopsis
Santiago y Eugenio son amigos de toda la vida que trabajan juntos en su negocio de electrodomésticos. Su relación es muy cercana: se complementan perfectamente, están de acuerdo en todo y se quieren como hermanos. A pesar de ello, una mañana, Eugenio desaparece, sin haber dejado ninguna pista sobre su paradero. Es entonces cuando Santiago y Laura, la mujer del desaparecido, emprenden una investigación para dar con su paradero. A lo largo de esta búsqueda, sin embargo, se darán cuenta de que no quieren encontrarlo, pues han hallado la felicidad en el camino.

Comentario
¿Quién no ha soñado alguna vez con dejarlo todo, con escapar de su rutina y esfumarse?

La rutina implica orden, pero también desgaste. En la simetría el cuerpo vive, pero el espíritu no vuela. Dijo Victor Hugo que, ante la simetría, «la desesperación bosteza».

Así comienza El misterio de la felicidad, una entretenida comedia de la mano de Daniel Burman (ganador del Oso de Plata en el Festival internacional de Berlín en 2004, por El abrazo partido). El film está plagado de momentos de reflexión que pretenden y consiguen que el espectador se identifique con los personajes, con sus dudas existenciales, con esa búsqueda de la felicidad que es inherente a todos.

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La música, a cargo de Nicolás Cota, parece trasladarnos a otra época, y exagera hasta volver grotesca y cómica la primera secuencia, plagada de simetrías que expresan la fuerte conexión existente entre los dos amigos. Y es que es esta la gran protagonista en un comienzo que presenta a Eugenio y Santiago como dos extensiones de una misma persona: uno es el espejo del otro y sólo existe en la medida en que el otro se refleja en él. Comen a la vez, ríen a un tiempo y hasta sus coches son del mismo modelo; a través de la puesta en escena y el montaje, Bruman afirma la simbiosis existente entre los personajes.

Justo antes de la marcha de Eugenio, vemos cómo el más apegado a esa relación es Santiago. Esto lo consigue Bruman con constantes miradas dirigidas fuera de campo por parte de Eugenio, que ansía escapar a un lugar lejano (el tiempo se ralentiza y puede oírse el sonido de olas rompiendo en la orilla), mientras que la vista de Santiago se dirige específicamente a su amigo.

Este último se va sin dejar rastro alguno, por lo que Santiago se encuentra perdido como nunca. Asimismo, la mujer de Eugenio se introduce en su vida y desbarata toda la armonía y seguridad que había construido hasta entonces. Burman, de forma previsible, se vale del contraste con la primera secuencia para remarcar la falta de armonía entre ambos. El equilibrio se rompe, y Santiago tiene que enfrentarse a la vida nuevamente, a la búsqueda de una felicidad que, si bien creía conseguida, se escapa ahora entre sus dedos.

La película desarrolla su trama alrededor de los sueños pendientes, así como de la necesidad de éstos para alcanzar la felicidad. Pueden ser grandes sueños, recuerdos de una juventud perdida, o simples sueños cotidianos, como los de Santiago.

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Pese a las adversidades, el protagonista consigue evolucionar; se da cuenta de que sus aspiraciones no pueden ir siempre de la mano de los demás, que puede ser feliz por sí mismo, aunque esté acompañado. Pero es la evolución de Laura la más radical. Tanto, que chirría un poco: la trama no termina de justificar por qué esa insoportable y charlatana mujer acaba convirtiéndose, en apenas unas semanas, en una persona completamente distinta. Aún así, su extravagante personaje nos regala los momentos más divertidos de la película.

Tal vez sí se echa de menos una actuación de Francella en la que explote todo su potencial. Este actor tan aclamado por la crítica argentina, conocido por películas como El secreto de sus ojos (Campanella, 2009), Rudo y cursi (Carlos Cuarón, 2008) o la serie Casados con hijos (remake de la famosa serie americana Married With Children), a pesar de su buena interpretación, pasa a un segundo plano cuando Inés Estévez aparece en la pantalla.

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El final, predecible, se eterniza con sus planos a cámara lenta de la playa… pero salimos aún así del cine con la frescura y el buen humor que Burman es capaz de transmitirnos. Nos encontramos ante una película simple que, sin embargo, resulta honestamente entretenida y en ocasiones incluso hilarante. Una comedia romántica fácil pero que aporta lo que esperamos de ella, y a la que se suman planteamientos de dudas existenciales con una sutileza algo mayor que en los blockbusters hollywoodienses.

Aquí tenéis el trailer:

Bernarda Parodi
Revista Atticus

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