Exposición de Vanessa Winship en la Fundación Mapfre de Madrid

Vanessa Winship, el ojo en la frontera

«Para mí la fotografía es un proceso de alfabetización, un viaje hacia el entendimiento»

La Fundación Mapfre recoge hasta el 31 de agosto el trabajo de la fotógrafa inglesa Vanessa Winship, nacida en 1960. En 2011, el Premio Henri Cartier-Bresson, convirtiéndose así en la primera mujer en alcanzar este prestigioso galardón. La muestra coincide con la exposición de Cartier-Bresson y, de alguna forma, la completa; nos permite apreciar parte del legado del fundador de Magnum.

Las imágenes de Winship nos trasladan a zonas fronterizas, cuyas gentes y paisajes sufren las consecuencias de conflictos ya terminados, o que los medios han dejado de cubrir. Las fotografías se presentan en blanco y negro y sin pie de foto, con lo que se enfatiza el sentimiento de unidad compositiva dentro de cada serie, cuyo significado comprendemos de forma unitaria a través de la explicación de la propia artista.

La exposición comienza con Imagined States and Desires: A Balcan Journey (1999/2003). Un viaje a Kosovo, Albania y Serbia, que se produce el mismo año en que la ONU se hace cargo, de forma temporal, del territorio kosovar. A través de la mirada de los niños a cámara, Winship nos presenta la parte más inocente de una sociedad cobijada por un paisaje destruido por su pasado, con una fuerza desoladora. Los ancianos también miran, pero en sus ojos se descubre un testigo del sufrimiento de su pueblo.

Sin título, de la serie Imagined States and Desires. A Balkan Journey, 1999-2002 © Vanessa Winship
Sin título, de la serie Imagined States and Desires. A Balkan Journey, 1999-2002 © Vanessa Winship

De esta forma, la fotógrafa juega con el contraste de manera constante: entre la sonrisa de un niño y el reflejo de un militar, entre la vida que sigue y el paisaje estancado, entre la arquitectura y escultura comunista de los Balcanes y su deterioro y destrucción. Pero, sobre todo, consigue transmitir cómo estos contrastes se interrelacionan sin remedio: las personas, marcadas por una historia reflejada en el entorno, no consiguen avanzar. Los refugiados albanokosovares se desplazan, pero, igual que un tren descarrilado, no llegan a ninguna parte.

Sin título, de la serie Black Sea. Between Chronicle and Fiction, 2002-2010 © Vanessa Winship
Sin título, de la serie Black Sea. Between Chronicle and Fiction, 2002-2010 © Vanessa Winship

La segunda serie, Black Sea: Between Chronicle and Fiction (2002/2010) tiene al Mar Negro, no tanto como protagonista, sino como hilo conector. Separación entre dos continentes y también punto de unión, este mar, que baña las costas de Turquía, Bulgaria, Ucrania, Rusia y Georgia es el lugar elegido por Winship para plantearse nuevamente la noción de frontera. Nos adentramos en este mar a través de una serie de poderosos retratos: mujeres que nos miran con el agua oscura en segundo plano, vestidas con abrigo, se alternan con imágenes de hombres descalzos, con el torso al descubierto y un muro blanco como fondo. Los siguen conjuntos en los que se distingue la importancia del mar en la vida de los pueblos que lo rodean. Las personas se nos presentan ahora en su ambiente: se representan las casas, los rituales y el movimiento constante de la gente. La vida y el mar, cuya pureza y fuerza se hace presente en cada fotografía.

Sin título, de la serie Black Sea. Between Chronicle and Fiction, 2002-2010 © Vanessa Winship
Sin título, de la serie Black Sea. Between Chronicle and Fiction, 2002-2010 © Vanessa Winship

Se proyecta un corto en la pared del fondo que, «entre crónica y ficción» nos habla de la historia de la gente que Winship retrató a lo largo de ocho años. La relación entre ellos y su lugar, la juventud empañada, el espejismo de una vida mejor, la vida tras la catástrofe. Una leyenda inventada tras enfrentamientos con toneladas de realidad. La visita virtual no permite su visionado, y este es sin duda recomendable para comprender la visión de la artista sobre su propia obra, el cuento que ilustra con su cámara.

Sin título, de la serie Georgia. Seeds Carried by the Wind, 2008-2010 © Vanessa Winship
Sin título, de la serie Georgia. Seeds Carried by the Wind, 2008-2010 © Vanessa Winship

Georgia: Seeds Carried By The Wind (2008/2010) describe «Un lugar que se desmorona bajo el peso del conflicto». Sus paredes, marcadas por escritos y dibujos; sus paisajes y esculturas, testigos de otro tiempo; y, finalmente, los rostros de los jóvenes y niños nos transmiten pura melancolía. Se representa ese «Romance insostenible», que evoca el pasado con color y mira al presente en blanco y negro.

La segunda parte de la exposición comienza con Sweet nothings: Schoolgirls of Eastern Anatolia (2007). Una sucesión de fotografías de niñas en Anatolia vestidas con el uniforme del colegio, en las que destaca su seriedad y sencillez.
She dances on Jackson: United States (2011/2012) es el proyecto por el que fue premiada por la Fondation Henri Cartier-Bresson. En él, Winship descubre nuevamente el «deseo humano de comunicación y conexión con los demás». El sueño americano y su declive se percibe en los paisajes con árboles muertos, en los retratos de sus habitantes, en raíces talladas con las palabras «earth is home». La degradación del sueño, la mentira de la sociedad dormida.

Sin título, de la serie She dances on Jackson. United States, 2011-2012 © Vanessa Winship
Sin título, de la serie She dances on Jackson. United States, 2011-2012 © Vanessa Winship

En 2010, la fotógrafa vuelve a su pueblo natal, y nos enseña Humber. Nos cuenta la historia del río, fuente de paisajes. Para finalizar, Almería: Where Gold was found (2014), es un proyecto propuesto por La Fundación Mapfre, que habla del «anonimato, la naturaleza del trabajo y la presencia en la ausencia». Los paisajes áridos y el abandono protagonizan imágenes carentes de cualquier figura humana.
En conjunto, las potentes imágenes de Winship transmiten la victoria de la vida más allá de la destrucción, así como el terrible peso que la historia supone sobre las personas y el paisaje. Pero, sobre todo, nos invita a reflexionar junto a ella acerca de la noción de frontera, tanto política como natural; con su cámara, parece ilustrar las palabras del escritor serbio Dejan Stojanovik: “There are no clear borders, Only merging invisible to the sight.” («No hay fronteras claras, sólo unión invisible a los ojos»).

 

 

 

Para quienes no puedan acercarse a ver la exposición o quieran ampliar la información pueden consultar:

Fundación Mapfre

O realizar una visita virtual:

Visita virtual

 

 

Bernarda Parodi

Revista Atticus

 

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