J. Edgar. Una pequeña lección de historia contemporánea

J. Edgar. Una pequeña lección de historia contemporánea

Ficha

Película: J. Edgar.

Dirección: Clint Eastwood.

País: USA. Año: 2011. Duración: 137 min.

Género: Biopic, drama.

Interpretación: Leonardo DiCaprio (J. Edgar Hoover), Naomi Watts (Helen Gandy), Armie Hammer  (Clyde Tolson), Josh Lucas (Charles Lindbergh), Ed Westwick (agente Smith), Judi Dench (Annie Hoover), Damon Herriman (Bruno), Jeffrey Donovan (Robert Kennedy), Dermot Mulroney (coronel Schwarzkopf), Denis O’Hare (Albert Osborne).

Guion: Dustin Lance Black.

Producción: Clint Eastwood, Brian Grazer  y Robert Lorenz.

Música: Clint Eastwood.

Fotografía: Tom Stern. Montaje: Joel Cox y Gary Roach.

Diseño de producción: James J. Murakami. Vestuario: Deborah Hopper.

Distribuidora: Warner Bros. Pictures International España.

Estreno en USA: 9 Noviembre 2011. Estreno en España: 27 Enero 2012.

Calificación por edades: No recomendada para menores de 7 años.

 

Sinopsis

Sus casi 50 años como director de la Oficina Federal de Investigación (FBI) convirtieron a J. Edgar Hoover (Leonardo Di Caprio) en uno de los hombres más influyentes de América. Rayando la legalidad, defendió a su país por encima de todo. Se mantuvo en el cargo durante el mandato de siete presidentes y el desarrollo de tres guerras. Sus métodos fueron cuestionados por despiadados, pero a veces ensalzados por heroicos. La anhelada recompensa de la admiración de su país le fue esquiva. Generó un sinfín de expedientes con el marchamo de alto secreto producto de sus seguimientos a todo tipo de personajes. La información es poder y el miedo es una oportunidad son dos premisas que trató de inculcarlas a sus colaboradores más fieles que le siguieron durante casi todos los años al frente del FBI. Dos de ellos fueron por un lado su más fiel amigo y colaborador, Clyde Tolson (Armie Hammer) y, por otro, su inquebrantable secretaria, Helen Gandy (Naomi Watts). Celoso tanto de su vida privada como de la pública supo ganarse una gran influencia y construirse una sólida reputación. Sobreprotegido por su madre Annie (Judi Dench), una persona de fuerte carácter y tradicional, se derrumbó a su muerte. Fue un hijo que todo lo supeditaba a su aprobación, a su reconocimiento y a su amor. Narrada desde el punto de vista del propio Hoover, la película J. Edgar repasa su vida y las relaciones privadas y públicas de un hombre que defendió la idea de justicia sin importarle caminar, a su gusto, por el lado más oscuro del poder o alterar la verdad para el beneficio de su patria.

 

«Imagina que todos los ciudadanos
de este país pudieran ser identificados únicamente
por una tarjeta y número propios,
es decir, su huella dactilar.
Imagina lo rápido que les
encontraríamos si cometieran un delito.»
Edgar Hoover, joven

 

Comentario

J. Edgar podía ser una película destinada, solamente, al público americano. Pero nada de eso. Es un trozo de historia de más de medio siglo de duración englobando unos acontecimientos clave en la historia mundial.  Desde la Gran Depresión hasta la época “dorada” de los gánster como Capone o Dillinger o el Ku Klux Klan hasta personajes como los Kennedy o Luther King.

A lo largo de ese tiempo asistiremos a la narración del propio John Edgar Hoover (un personaje atormentado, oscuro y controvertido) que bajo su punto de vista nos contará en primera persona esos hechos. Presenciaremos la creación de la agencia de espionaje más famosa del mundo. Veremos cómo se relaciona con sus subordinados, con su amigos y, sobre todo, con su madre una de las personas que marcaron su vida. Y es en esas relaciones personales donde notaremos la mano del director: Clint Eastwood.

Con solo 29 años John Edgar Hoover, en 1924, fue nombrado director general del FBI. Hasta entonces uno de sus mayores logros fue la creación de un sistema de catalogación de la Biblioteca del Congreso que le permitía en tan solo unos minutos acceder a un libro. Estamos ante un hombre metódico, ordenado, estricto y, a veces, déspota. Y longevo en el cargo, un cargo que ocupó hasta el día de su muerte, el 2 de mayo de 1972.

J. Edgar Hoover dicta su autobiografía  a un mecanógrafo. Nos va contando su vida y, mediante flashbacks, nos acercamos a los recuerdos de su juventud. Estos tiempos duros, donde la delincuencia era moneda corriente se alternan con los momentos actuales de la narración que recogen una serie de hechos históricos y una sucesión de personajes.

Con gran eficacia Edgar Hoover revolucionó el FBI para hacerlo un modelo de eficiencia. Para ello no dudó en despedir a todo agente que no se comprometiera, primero con él, y después con su patria. Como director general acabó con la corrupción interna a base de despidos y nuevas contrataciones de personas responsables y leales. Era el propio Edgar el que bajo su criterio contrataba a ese personal. Sentó las bases de lo que pudiéramos decir fue el embrión de CSI con profesionales de distintas ramas (desde carpinteros hasta expertos contables, asesores legales o científicos) para mejorar la agencia y que ningún criminal quedara sin castigo. Introdujo el precintado de la escena para que su equipo estudiara la zona y nada escapara a su escrutinio.

En esa lucha contra el crimen se implica personalmente. Toma como una cuestión suya uno de los casos más sonados de la época: el secuestro del hijo de Charles Lindbergh (famoso aviador cuyas hazañas le convirtieron en una especie de héroe nacional). No parará hasta dar con el culpable.

En ese caminar por el lado oscuro del poder no le temblará la mano a la hora de mandar espiar a políticos, artistas o, en definitiva, distintas personalidades sobre sus gustos sexuales (hay una curiosa escena con sombras y la voz de una cinta que nos recuerda un episodio de una rubia y un político sin que se nombre a ninguno pero que enseguida sabemos de quienes se trata).

Clint Eastwood se sabe rodear de un buen equipo. En esta ocasión no ha dudado en captar a un guionista, Dustin Lance Black, conocedor de este género biopic (término, que no me gusta nada, que designa la biografía dramatizada de un personaje llevada al cine). Lance recibió en 2008 un Óscar al Mejor Guión Original por Mi nombre es Harvey Milk.

El director narra de forma meticulosa la carrera brillante de Edgar Hoover, pero también bucea en su vida privada. Y nos muestra a un atormentado líder que está supeditado a su madre quien le condiciona un aspecto vital como es su orientación sexual haciendo de Hoover un reprimido y soltero. Una homosexualidad no declarada en su biografía “oficial” pero que en la película no deja lugar a dudas. Su fiel amigo, Clyde, tuvo que tragar sapos y carretas por estar a su lado y recibir las migajas de su cariño, no fuera a ser que se enteraba la madre de Hoover y que dañara su imagen pública.

Clint Eastwood trata el tema de la homosexualidad con cariño, de forma muy cuidada, velada, dejando lo obvio a un lado y de forma sutil al sugerir más que mostrar. Apenas una mirada, un roce de manos y hasta algún calentón impetuoso pero nada más. Los escarceos amorosos del protagonista no son evidentes hasta que la madre toma cartas en el asunto y le impone a su hijo la castidad. Él no quiere defraudar ni a su madre ni a su país (por las altas miras que tenía como hombre de Estado, condición que no fue reconocida hasta su muerte cuando se le dedicó un funeral como tal). Esta decisión, lógicamente destroza el corazón de Tolson que anhelaba otra relación más allá de la amistosa.

A mí me gusta más Eastwood cuando se acerca a lo personal que a lo público. El desarrollo de los acontecimientos históricos está muy bien. Pero considero que me llega más al alma cuando me acerca a la persona, a su relación familiar y a la de sus amistades y colaboradores.

La película funciona muy bien. A pesar del metraje es entretenida y alterna con elegancia los disitntos momentos históricos del personaje. No era tarea fácil meterse en el subconsciente del creador del FBI. La pega, en este caso menor, de la película radica en la caracterización de los personajes cuando son abueletes (una caracterización lógica para abarcar esos cincuenta años de sucesos). La de Hoover, la de Di Caprio está muy lograda y bastante fiel al modelo, pero la de su amigo Clyde Tolson está, simplemente grotesca. Pero esto es una pega menor.

«Ni que decir tiene que
lo que define el legado de un hombre
es, a menudo, lo que no se ve…»
Edgar Hoover

 

 

Por último, el trabajo de los actores. Destaca sobre todos ellos Di Caprio. Esto que es un punto a su favor también puede restar nota a la película en general. Se echa en falta más presencia de los otros. Es decir, nos gustaría saber más de los papeles de la secretaria (anegada y fiel a pesar del jefe obsesivo y megalómano) o de la madre  y la relación con su hijo. Esa ausencia de motivaciones en esos papeles hace que estos sean marginales y nos priva de más conflictos personales (como el que Edgar Hoover tiene con su amigo) que es donde brilla el director.

Leonardo Di Caprio esta sobrao (perdón, esta brillante). Es un papel con muchos registros y lo borda. Me gusta mucho más que el papel que desempeña George Clooney (Los Descendientes, película que he comentado recientemente en estas mismas páginas). Así que era mi favorito (por ahora a falta de ver a Brad Pitt en Moneyball) al máximo galardón en la carrera de los Óscars. Pero como no sé los criterios que sigue la academia del cine americana esta película no ha tenido ni una sola nominación para los premios (creo que esto no le ocurría a Clint Eastwood ni en sus tiempos de Harry el Sucio). Vaya a la clase, digo… ¡al cine!

Un tráiler

 

Luisjo Cuadrado

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