Katmandú, un espejo en el cielo, un compromiso con los más necesitados

Katmandú, un espejo en el cielo, un compromiso con los más necesitados

Ficha

Laia: Verónica Echegui

Sharmila: Sumyata Battarai

Tsering: Norbu Tsering Gurung

Directora: Icíar Bollaín

Guión: Icíar Bollaín con la colaboración de Paul Laverty

Año de producción: 2011. Nacionalidad: España

Duración: 1 h 44 min. Una producción de MEDIA FILMS y ES.DOCU

Distribución Alta Classics

Sinopsis

La acción transcurre en los primeros años de los noventa. Laia, una joven maestra catalana, se traslada a trabajar a una escuela local de la capital nepalesa. El panorama que se encuentra a su llegada es desolador: pobreza extrema y un programa educativo que deja fuera a los más necesitados. Surgen problemas con su visado y para legalizar su situación Laia se ve abocada a un matrimonio de conveniencia. Pero en vez de ser otro obstáculo más se encuentra con una bendición en la persona de Tsering. Su relación amorosa y el compromiso con los niños no siempre serán compatibles. Su amiga y joven maestra, Sharmila, tratará de ayudar en todo lo posible a Laia en este viaje personal.

Comentario

El comienzo de la película es una sucesión de escenas cortas de sus inicios en Katmandú que se van alternando con flashbacks de su vida en Barcelona. Laia emprende un viaje para dejar un pasado infeliz. Es joven y llena de vitalidad. Barcelona le agobia y no quiere ser una profesora más en la sociedad civilizada. Su vocación la quiere ejercer allí donde es necesaria. En los años noventa muchos jóvenes viajaron a la India y el Nepal, y como uno de ellos Laia emprende un viaje sin aparente retorno.

A pesar de que la protagonista no ha tenido una vida fácil, Laia llevará consigo la modernidad a una población anclada en las tradiciones del pasado. Una sociedad nepalí que se nos muestra corrupta, intransigente, pobre y llena de perjuicios.

La maestra tendrá que luchar diariamente con los funcionarios de su primera escuela que la ponen mil problemas para ejercer su profesión. Uno de esos problemas será la caducidad de su visado. Esto va a suponer un cambio radical en su vida. Como no está dispuesta a favorecer el enriquecimiento de los funcionarios acepta el matrimonio de conveniencia. Es así como conocerá a Tsering. Tsering es un joven nepalí muy arraigado en su tierra y fiel a sus tradiciones. Quiere complacer a su familia presentándose ante ellos con su esposa. Sus padres son ya muy ancianos  y es una de las pocas oportunidades que le quedan.

En su empeño por cambiar ese pequeño mundo y sacar de la pobreza a los niños por medio de la educación, Laia se compromete al máximo. Para ello se tiene que convertir en gestora y buscar los recursos económicos. Para sacar de la rueda viciosa en la que viven los pequeños (no van a la escuela porque tienen que trabajar en la cantera para poder comer) Laia necesita dinero, mucho dinero. Se traslada a Barcelona para montar todo el dispositivo que se verá traducido en una gran escuela-residencia donde acogerá a los pequeños.

Y esa es, prácticamente, la historia que nos cuenta Katmandú, un espejo en el cielo. Es una película preciosa sobre la reflexión del aprendizaje, algo triste, dolorosa, pero necesaria. Nos habla del compromiso, de la solidaridad, pero sobre todo del amor. Del amor físico, pero también del amor hacia una vocación. De cómo una joven Laia se compromete con los más necesitados anteponiendo ese interés a su relación personal. Con Laia asistimos a su proceso de madurez, con la toma de decisiones vitales, de pérdidas y de traspiés que muchas veces conllevará dolor.

Ese dolor se transmite también en unas imágenes de la vida cotidiana de la ciudad, donde la mugre convive, puerta con puerta, con los niños. Para apaciguar ese dolor Icíar Bollaín nos permite acompañar a la joven pareja, Laia y Tsering, en su viaje a la boda de la hermana de este último. Un escenario, el Himalaya, impresionante, lleno de belleza, de aire fresco y de libertad. Tsering nació en Naurikot, en el corazón de Mustang, uno de los últimos territorios tibetanos abiertos a los occidentales, al pie de la cumbre de uno de los “ochomiles”, el Dhaulagiri.

Aquellos amantes de los viajes podrán disfrutar contemplando los iconos monumentales de Katmandú como la plaza de Durbar Square, las stupas budistas de Swayambunath y Boudanath, y el crematorio y templo de Pasupatinah. Donde Laia empieza con los niños más desfavorecidos es el barrio de Sinamangal, el más pobre de Katmandú.

 

«Es una película preciosa sobre la reflexión del aprendizaje, algo triste, dolorosa, pero necesaria.»

 

Iciar Bollaín realiza una cinta con sencillez, sensibilidad, mucha sensibilidad y un alto grado de compromiso. Bollaín ya es poseedora, por méritos propios de un estilo personal con el que aborda grandes problemas sociales: la lucha por el agua, la violencia de género, la pobreza, el acceso a la educación y un largo etcétera. Y todo lo hace a su modo, sin grandes estruendos de una forma bastante convincente, llegando a la gente. Tanto en esta última película como en su anterior También la lluvia (de la cual ya nos hicimos eco en esta páginas, hace un año)  ha sabido disponer de un buen planten de “actores”. Actores entre comillas pues no son profesionales. Salvo, claro está en el caso de Verónica Echegui que se muestra magnífica, radiante y convincente,  en su lucha contra la adversidad para conseguir que unos niños, lo más pobres y necesitados, de la sociedad nepalí, estén escolarizados.

El adjetivo que más se repite en los comentarios que he leído es el de conmovedora. Y empleo este adjetivo para destacar una de las tramas más dramática e interesante para el que suscribe: la venta de niñas a unos proxenetas sin escrúpulos. Es la historia de Kushila, una de sus alumnas más aventajadas que, abruptamente, dejará la escuela. Ese acto lleno de horror nos recuerda la necesidad (casi diría que la obligación) de luchar contra la pobreza en la que una de las armas pasa por la educación.

 

Una pega que le resta puntos en una hipotética clasificación frente a sus competidores: al estar rodada en inglés padece una mala traducción, con frases sin traducir o, lo que es peor, entrecortadas. Un descuido imperdonable para aquellos que quieren ofrecer un producto de cuidad elaboración.

El resto es todo acierto, con sus más y sus menos, pero acierto. Gran trabajo y gran película. Le falta “un algo” para que nos llegue más al corazón, pero animo a cada uno a que vaya al cine para descubrir cuál es su espejo en el cielo.

Sobre También la lluvia en Revista Atticus

corto.revistaatticus.es/lalluvia

El tráiler

Reportaje sobre Iciar Bollaín.

http://www.elpais.com/articulo/portada/viaje/Iciar/elpepusoceps/20120115elpepspor_7/Tes

Luisjo Cuadrado

 

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