Cita a ciegas y La Espera

Exponemos a la opinión publica dos nuevos microrrelatos llegados a nuestra redacción recientemente.  Recordamos que dichos relatos están construídos en base a la fotografía de Alicia González y que podéis observar unas  cuantas líenas más abajo.

Cita a ciegas es obra de Daniel Sánchez Bonet, autor también de la foto que ilusta el mismo (por aquello de no repetir tanto la foto IMG_1587 ). Podéis visitar su interesante blog MICRORRELATOS A PESO en:

http://microrrelatosapeso.blogspot.com/

CITA A CIEGAS

Tantas ganas tenía de verla y de hacerlo de una vez por todas que llegué media hora antes al lugar de la cita. De Lucía, los que ya la conocían, me dijeron que sería directa, que no se iría con rodeos y que le gustaba hacer las cosas con discreción, pero muy rápidas. Según quedamos en el chat, ella llevaría un traje de color marrón y el pelo recogido y  yo llevaría un abrigo de color negro hasta las rodillas y un paraguas porque seguramente llovería. Así nos reconoceríamos. No hacía falta más. ¿Para qué llamar la atención si lo que importaba de verdad éramos nosotros? ¿Qué más daban los demás? ¿Para qué perder el poco tiempo que teníamos? ¡Íbamos a lo que íbamos y basta! ¡Dicho y hecho! Así se hacen las cosas entre desconocidos y luego, cada uno por su lado y tan contentos. Así son este tipo de encuentros, rápidos pero intensos porque a uno, en estos casos, siempre se le pone la piel de gallina y es que hay nervios, muchos nervios por si algo sale mal después de tantas dudas e indecisiones.

 Mírala, por allí viene. Tiene que ser ella. No hay otra. Discreta, a pesar de todo y con la mirada fija en mí. Totalmente segura y confiada de lo que está a punto de hacer ¿Para qué darle más vueltas?

 A la una y treinta siete, yo ya tenía lo que quería de ella y ella de mí. Fue rápido, sin arrepentimientos. Después, se marchó como si nada hubiera pasado entre nosotros.

 Ahora sólo quedaba disimular hasta llegar a casa. Una vez allí, lo abriría.

 Daniel Sánchez Bonet

La espera es obra de Álvaro Acebes Arias y nos muestra a un hombre enfrascado en sus cavilacioens.

LA ESPERA

 Tendrían que sacarme una fotografía. Sí, sería tristísimo. Si pudiera verme ahora saldría corriendo. No bajaría siquiera del tren. Ojala pudiera ser todo de otra manera, que me viera tal y como me veo yo. Que me viera desde la distancia sin que yo me diera cuenta, solo esperando y que comprendiera como son las cosas. Me apuesto lo que sea a que entonces todo sería distinto. No hay duda. Tranquilo… no pasa nada. ¿Por qué está desesperación en el pecho y este sentimiento de vacío? No debo parecer demasiado entusiasta. A alguna gente eso le asusta. Hay que evitar la dependencia, estar siempre disponible. No es bueno. Yo antes no era así. No me explico que ha ocurrido. Desde el momento en que apareció todo empezó a cambiar. Y me gustó que las cosas cambiasen. Me hizo sentir diferente pero me gustó. Debería decírselo… iremos a un café y se lo diré. Le gustará oírlo. Seguro. Pero hay que preparar el terreno, no se lo puedo soltar así como así. Necesitamos tiempo. Eso es, camina un poco… solo quedan quince minutos y estará aquí. Solo estoy esperando. Esperando pero ¿esperando el qué? Llevo dos horas en este andén y no me arrepiento. Dos horas aquí de pie… seguro que lo entendería, que me vería de otra forma y tal vez… Sí, sentiría algo, o quizá no. Esta actitud no está bien. Necesitas tranquilizarte, no pensar en ello. Ojala pudiera fumarme un cigarrillo… lo dejé por ella. Me gustaba pero la verdad es que tenía razón, me estaba destrozando los pulmones. Un paquete y medio diario, ¿a quién se le ocurre? Pero ahora me calmaría un poco… ¿Por qué traje la cartera? No hace más que estorbar. Lo mejor hubiera sido dejarla en casa. Encima está empezando a hacer frío. En el fondo esto es de risa… Hablamos ayer por teléfono y su voz sonaba tranquila, ¿verdad? No, no me dijo nada especial… solo habló de la hora de llegada y que me echaba de menos. No hay de qué preocuparse, sino no me habría dicho eso. Me ha echado de menos. Lo dijo claramente… No sé porque tengo que pensar en esto. No hay ningún problema. Todo va a ir bien… Y si no, no pasa nada. No puedes hacer nada. Son cosas que pasan…  Sigue caminando. El tren llega a menos cuarto. Falta poco. Ojala todo sea como la última vez… ¿cuándo fue? Hace dos meses, creo. En Barcelona, cuando fue a aquella reunión del trabajo y nos despedimos en el aeropuerto. Sí, fue en Barcelona… Estoy seguro de que ambos sentimos algo. Ella también. Aquel beso largo, largo que nos dimos junto a la puerta y la gente pasaba a nuestro alrededor y no nos importaba. Y yo no la soltaba y ella a mí tampoco y los dos concentrados en aquel beso… solo besándonos porque pensábamos que pasaría mucho tiempo hasta que volviéramos a vernos. Y nos besamos durante mucho tiempo… Fue maravilloso. Nunca me había sentido así… Ojala vuelva a ser lo mismo. Tal vez ella esté pensando en ese beso también. ¡No digas tonterías! Ella estará dormida en el tren. No te hagas ilusiones… Unos minutos más, solo tienen que pasar unos minutos más y todo esto habrá acabado. Creo que voy a esperar ahí sentado. Me duelen los pies. Pondré el paraguas ahí al lado, junto a la cartera. No sé porque diablos lo traje, no va a llover… hoy no.

Álvaro Acebes Arias

2 Comments
  1. Muchas gracias por la publicación, espero que le guste a los lectores. Eso sí, les aconsejo que mientras lean el microrrelato no pierdan de vista la imagen de Alicia.
    Por cierto, el de Álvaro también me gustó muchísimo.

    Quien quiera pasar por el blog, ya sabe, las puertas están abiertas las 24 horas.

  2. Enhorabuena a los premiados! Gracias por publicarlo y, por cierto, Daniel tu relato también me gustó mucho.

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