La pesca del salmón en Yemen. No estamos programados para la vida insulsa.

La pesca del salmón en Yemen

No estamos programados para la vida insulsa.

Ficha

Película: La pesca de salmón en Yemen.

Título original: Salmon fishing in the Yemen.

Dirección: Lasse Hallström.

País: Reino Unido. Año: 2011.

Género: Comedia dramática, romance.

Interpretación: Ewan McGregor (Dr. Fred Jones), Emily Blunt (Harriet Chetwode-Talbot), Kristin Scott Thomas (Patricia Maxwell), Amr Waked (jeque Mohamed ben Zaidi bani Tihama).

Guion: Simon Beaufoy; basado en la novela de Paul Torday.

Producción: Paul Webster.

Música: Dario Marianelli. Fotografía: Terry Stacey.

Distribuidora: Wanda Visión.

Estreno en Reino Unido: 20 Abril 2012. Estreno en España: 20 Abril 2012.

Sinopsis

Un funcionario de la administración británica (equivalente en España al Ministerio de de Agricultura y Pesca), Alfred Jones (Ewan McGregor), recibe un correo solicitando cierta información sobre la pesca del salmón en Yemen por parte de Harriet Chetwode-Talbot (Emily Blunt) representante de un rico jeque árabe, Mohamed ben Zaidi bani Tihama (Amr Waked), que pretende satisfacer un capricho personal y que no le importa desembolsar 50 millones de libras. Sería uno de esos correos que acaban en la papelera si no fuera porque al final se convierte en una cuestión de estado.

Comentario

Un email constituye el punto de arranque de esta comedia que tiene que ver poco con el salmónido y mucho que ver con remontar la corriente.

Se trata de la adaptación de la novela homónima del escritor Paul Torday. El betseller (publicado en España por Salamandra, 2007) desborda humor elegante e incisivo y proporciona una mirada irónica y satírica sobre lo absurdo que es un sistema político que se basa en la imagen.

La propuesta de Chetwode-Talbot y la respuesta del Dr. Jones inician una relación entre ambos protagonistas a la que se abre un tercer frente que es el propio despacho del Primer Ministro cuando Patricia Maxwell (Kristin Scott Thomas) intercede a favor del proyecto anglo-yemení.

Alfred Jones es un metódico y racional funcionario que disfruta de una vida calculada al milímetro; la elaboración de las moscas para pescar constituye el prontuario de la misma: repetición, meticulosidad, orden y perfección.

Harriet Chetwode-Talbot, guapa, joven, trabaja como relaciones públicas e intermediaria de una importante firma de abogados, acaba de iniciar una relación amorosa con lo que ella cree que es el amor de su vida: un militar que se encuentra a la espera de destino.

Patricia Maxwell es la jefa de prensa del Primer Ministro británico y es una gran manipuladora. Ama de casa, esposa, madre de dos hijos y con un marido complaciente, ve en el proyecto de poblar los ríos de Yemen con salmones una posibilidad de ganarse la opinión pública y favorecer las relaciones de ambas países mejorando su imagen más allá de algo que no tenga que ver con explosiones.

Y la cuarta pata de esta mesa cinematográfica lo constituye el jeque yemení Mohamed ben Zaidi bani Tihama, un incondicional de la pesca con mosca, deporte que practica en su residencia temporal de Escocia. Quiere invertir 50 millones de libras (los primeros) en este proyecto para que las generaciones venideras disfruten de ese paraje creado con la presa y que esa agua proporcione los recursos necesarios para desarrollar la agricultura en un país que casi es un desierto. Y así de paso satisfacer su ego y promocionar el deporte de la pesca en su país. Es un hombre culto, inteligente, visionario, exquisito en sus modales y es un autentico salmón. Nada a contracorriente. Tanto es así que suscita el recelo de sus propios compatriotas porque quiere traer el agua a unas tierras secas. Va en contra de las tradiciones (“si Dios ha querido que esto sea un secarral porque vas a traer tú el agua ahora” -¡cuánta intolerancia en nombre de la religión!-). Es un hombre de fe. Confía en que con la ayuda de Dios el proyecto saldrá adelante.

 

Pese a sus reticencias iniciales, Alfred Jones, da forma a la idea ante la insistencia de su jefe, el poco trabajo que tiene y la buena presencia de Harriet. No tiene nada que perder. Su vida es aburrida y su mujer poco o nulo caso le hace, más pendiente de su carrera que de él. La señorita Harriet, por su parte, vive un momento delicado. Todo se ha venido abajo cuando su reciente novio ha tenido que salir corriendo para Afganistán y a los poco días le comunican que ha desaparecido en combate. El proyecto cae a un segundo plano pero ahora el que insiste será el doctor Jones que ha encontrado en él una ilusión. Harriet verá en el viaje a Yemen, junto al atildado Alfred y el multimillonario impulsor del proyecto, su única válvula de escape

Patricia Maxwell quiere sacar réditos políticos a esta extraña propuesta del jeque. No duda en embarcar al primer ministro en la aventura. Pero la empresa no es nada fácil. No se puede sacar del país diez mil ejemplares de salmón y dejar desatendidos a un par de millones de pescadores británicos. Quiere una foto junto al jeque millonario pescando en Yemen al precio que sea.

Tal vez decepcione la película a aquellos que vayan buscando mucha comedia o mucho romanticismo y también, para aquellos que busquen cine político o deportivo. La pesca del salmón tiene un poco de todo y tal vez eso le pierda algo. En primera persona: me ha gustado esta película por varios motivos. Casi encuentro una similitud con el salmón: voy a contracorriente de la crítica, e incluso mis amigos me miran con la boca abierta. Destaco el fino humor inglés, ese humor que se basa en la ironía. Sobre todo del doctor Jones, pero más aún de la jefa de prensa. Cada una de sus intervenciones proporciona diálogos jugosos, de los que tienes que estar atento o se te escapan. Me gusta como queda retratada la clase política. El panorama de la política está rozando lo absurdo, y ha caído casi en el vodevil si no fuera porque es una cosa seria. Los políticos parecen ver el mundo como un mercado (aquí cabría la metáfora fácil del mundo como un gran estanque donde echan la caña para pescar los votos, pero eso es muy obvio). Ese mercadeo solo persigue su propia complacencia para captar el mayor número de votantes y así seguir haciendo de las suyas. Les importa más esa foto de ver juntos a un pez gordo (el jeque) con uno que quiere serlo (el político) por encima de la viabilidad del proyecto o esa otra foto de un soldado desaparecido en combate que llega y es recibido por su novia (menuda encerrona). Les importa la imagen. No admiten preguntas ante la prensa, solo quieren foto. No se mojan («¿sabes pescar? –Psss, es la respuesta», -depende que diría un gallego-). Y claro, a veces, les pillan («coño haber dicho que era pescar con caña»). Pero vuelven a salir airosos (como ese pez que remonta la corriente) y les quitan de este puesto para ponerlo en otro parecido. Un fiel reflejo de una situación actual que a todos nos suena y que parece no molestarnos; nos hemos acomodado y nos dejamos llevar por la corriente.

Un punto fuerte de La pesca del salmón en Yemen es Simon Beaufoy (Full Monty, Slumdog Millionaire) quien ha escrito un buen guion, muy trabajado, sutil e irónico. No era nada fácil adaptar un libro que se basa en una extensa colección de emails, mensajes y cartas. Tuvo como reto principal unir la trama de sátira política con la aventura romántica de Alfred y Harriet.

Podía ser una película más completa, claro. Podía haber abundado en las relaciones desde otra perspectiva, claro. Pero el cine está falto de ideas originales (cada vez se recurren más a las adaptaciones de novela) y aquí Lasse Hallström (director de la magnífica Las normas de la casa de la sidra), como un buen salmón, lleva en sus genes remontar la corriente y ha sabido llevar a la pantalla ese montón de mensajes y correos con bastante acierto.

LPDSEY tiene un buen y atractivo reparto, brillante fotografía que retrata unos escenarios inconmensurables con los wadis desérticos como protagonistas (son de Marruecos) y se apoya con buena música que apenas se deja “ver”.

Son destacables esos cambios de mensajes por medio de cortos sms (o whatsapps) de la jefa de prensa (gran vena cómica) y el Primer Ministro o la videoconferencia del jefe de Alfred con el representante de los pescadores británicos. También son reseñables las analogías que hace el jeque para convencer al descreído, y falto de fe, doctor Jones.

 

Como bien dice Carlos Boyero, La pesca del salmón en Yemen tiene un punto entre lírico y tierno. Una película entretenida con grandes dosis de humor inglés. Los salmones ¿remontamos la corriente? No lo sé, pero como señala Alfred, no estamos programados genéticamente para una vida insulsa. Vayan al cine.

El comentario de Carlos Boyero:

http://cultura.elpais.com/cultura/2012/04/19/actualidad/1334855274_074647.html

Un buen resumen de lo dicho, en el tráiler

Luisjo Cuadrado Gutiérrez

Revista Atticus

 

 

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