Exposición en el Thyssen: Hiperrealismo 1967 – 2012

 

Hiperrealismo 1967 – 2012

 

«Dime Parrasio, ¿no es la pintura una imitación de los objetos visibles? ¿Qué no imitáis vosotros mediante colores, los entrantes y salientes, lo claro y lo oscuro, lo duro y lo suave, lo áspero y lo pulido, juventud y decrepitud?»

Sócrates a Parrasio

Libro III, Memorables de Jenofonte

 

Prout's diners, 1974 John Baeder
Prout’s diners, 1974 John Baeder

La exposición Hiperrrealismo 1967 – 2012 que se encuentra en las salas del Museo Thyssen-Bornemisza se puede denominar como una exposición muy dulce. Es como si de una caja de bombones se tratara (parezco al mismísimo Tom Hanks en película Forrest Gum). Cada una de sus obras es un bocado suculento, dulce y muy sabrosón. No hace falta entender nada de movimientos, de estilos, de vanguardias, de pintores, no hace falta nada de eso. Se puede acudir con la mente en blanco para disfrutar de esta magnífica exposición. Pero, vamos a profundizar un poco en ella para aquellos lectores que quieran saber algo más y qué es lo que se van a encontrar al acudir a ver Hiperrrealismo 1967 – 2012, la primera antología del hiperrealismo con la presencia de los grandes maestros del norteamericanos como Richard Este, John Baeder o Chuck Close (entre otros) y que dará continuidad en Europa.

La muestra está organizada por el el Institut für Kulturaustausch (Instituto para el Intercambio Cultural de Alemania) y comisariada por su director, Otto Letze, esta retrospectiva reúne 50 obras procedentes de diversos museos y colecciones particulares. La Kunsthalle de Tubinga (Alemania) ha sido la primera escala de un recorrido que llevará la muestra a varias ciudades europeas; en el Museo ThyssenBornemisza de Madrid podrá verse hasta el 9 de junio y, posteriormente, viajará al Birmingham Museum & Art Gallery (Reino Unido).

¿Qué es el hiperrealismo?

Se puede denominar como hiperrealismo una tendencia pictórica que evoluciona de forma radical a partir de la pintura realista. Surgió en los Estados Unidos a finales de los años 60. Sus obras constituyen una propuestas que trata de reflejar la realidad con la mayor veracidad posible; con más fidelidad (si cabe) y objetividad que la fotografía. En ocasiones agrandándola al máximo al tomar la parte de un todo. Un grupo de artistas pintaban con gran realismo una serie de objetos y estampas de la vida cotidiana utilizando para ello la fotografía como base para la realización de sus cuadros.

Triumph Trumpet, 1977
Triumph Trumpet, 1977 Tom Blackwell

Conviene reseñar que la imitación de la naturaleza ha sido una preocupación desde que el hombre está sobre la tierra. En la cavernas del paleolítico encontramos un reflejo de lo que sucedía en el exterior (con mayor o menor fortuna, pero ahí estaban bien identificados los distintos animales). Es muy conocida la anécdota, relatada por Plinio, de la disputa entre dos pintores por ver quién era más hábil que se produjo allá por el 400 a. C. Zeuxis y Parrasio competían por ver quiere era mejor pintor de los dos. Zeuxis había pintado en una pared un racimo de uvas que se veían tan naturales, que los pájaros volaron hacia ellas para picotearlas. Parrasio pintó entonces una cortina, real hasta tal punto, que Zeuxis, encantado con el veredicto de las aves, pidió a su rival que la descorriera y mostrara la pintura. Al descubrir su error, reconoció que el premio pertenecía a su contrincante, admitiendo que él, Zeuxis, había engañado solo a los animales, mientras Parrasio había engañado a un pintor.

Volvamos a nuestros hiperrealistas. Un antecedente, más cercano, lo podemos encontrar en un grupo de artistas, también norteamericanos, que allá por los años veinte realizaron una serie de pinturas consideradas como preciosistas (gusto por detalle, composición cubista y con una estética futurista). Un ejemplo lo podemos ver en la obra de Charles Demuth, Aucassin and Nicolette, 1921. Pero sin duda los que marcaron una pauta tanto en este movimiento como en las futuras vanguardias fue el Pop Art (ver Revista Atticus 20, páginas 9 a 32) de quien toma la iconografía de lo cotidiano para crear imágenes neutras y estáticas. Estos artistas, del Pop Art, fueron pioneros en usar las fotografías como instrumentos legítimos para su creación.

El movimiento hiperrealista se dio a conocer en Nueva York en la exposición celebrada en la fundación Guggenheim de Nueva York en 1966 y que llevaba por título «The photographic images». Los asistentes a la misma salían entre asombrados y divertidos ante lo que muchos consideraban auténticas fotos. A esa exposición siguieron otras en diferentes estados americanos y no fue hasta 1972 cuando dio el salto al viejo continente. La consagración del movimiento vino de la mano de Documenta (algo así como una exposición universal de arte) de Kassel en 1972. Los artistas hiperrealistas tratan de buscar un verismo, una transcripción de la realidad, a través de sus lienzos, haciendo hincapié en el detallismo (hasta la exageración) y en el encuadre, ambas cualidades inherentes a la fotografía.

Una de las características de este singular movimiento es el uso de la cámara fotográfica como un instrumento dentro del proceso creativo. A veces la fotografía se traslada al lienzo por medio de la proyección de su imagen en el mismo o un sistema de tramas. El resultado es una pintura plana, sin pinceladas que destaquen, con unos colores brillantes y saturados que evocan a las fotografías. Estas pinturas también destacan por la minuciosidad y obsesión que se traduce en una ausencia de la mano del artista en cuanto a la aplicación de los pigmentos (a veces se llega a rallar la pintura para que no se note la pincelada). El resultado final es una obra cuya calidad es similar a la impresión fotográfica pero cuyo proceso de elaboración ha sido muy laborioso y alejado de la inmediatez de la fotografía. Hay que tener en cuenta que muchos trabajos parten de la base de esa fotografía, por lo tanto, lo hace de una realidad manipulada que es, a su vez, alterada al pasar esa imagen al lienzo. Esa es la diferencia principal del realismo pictórico: crear una realidad que tiene un aspecto un tanto irreal.

Sin titulo, 1971 Don Eddy
Sin titulo, 1971 Don Eddy

También se conoce a este movimiento como superrealismo o fotorrealismo.

Los pioneros del Hiperrealismo se cuestionan, entre otras cosas, la autenticidad y objetividad de las imágenes fotográficas y como la fotografía ha cambiado la forma de ver las cosas. A comienzos de 1960 en la Costa Oeste norteamericana, Rober Bechtle (1932) comienza a realizar los primeros cuadros hiperrealistas, casi al mismo tiempo que Richard Estes (1932) trabaja en Nueva York realizando sus características obras donde tiene mucha presencia la compleja utilización de las superficies que reflejan la luz. R. Estes está considerado como una de los grandes artistas del fotorrealismo. Otros integrantes de esta primera hornada son Chuck Close (1940) que utiliza la cabeza humana como motivo principal en sus obras (con ayuda de un sistema de retículas modifica la información fotográfica) y Audrey Flack (1931) la representante femenina del grupo (una de sus primeras obras es Kennedy Motorcade, 1964, basada en una muy famosa foto que se publicó en una revista).

En esta etapa les llamará la atención todo tipo de vehículos que significan movilidad que conllevan un alto grado de libertad y que constituyen una parte muy representativa de la sociedad estadounidense y de cómo se ve a sí misma. Son típicas las obras de los grandes camiones, las autocaravanas, los automóviles que hoy consideraríamos como retros pero que son los que circulaban en ese momento. También centran su visión en los propios materiales de estos vehículos y es frecuente ver, por lo tanto, carrocerías, brillos en los parachoques o en las llantas y reflejos variados que se producen al recibir la luz.

Esta entrada forma parte de un artículo que se desarrollará en el próximo número digital (Revista Atticus 22) que se publicará a finales de mayo. En él mostraremos algunas de las mejores obras de estos artistas que se pueden encuadrar en tres generaciones distintas.

Os dejo un vídeo que os aportará una visión de la exposición.

Luisjo Cuadrado

Revista Atticus

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