Morning glory

Morning glory, intento frustrado de reflejar el sensacionalismo en la prensa norteamericana.

FICHA

Película: Morning glory. Dirección: Roger Michell. País: USA. Año: 2010. Duración: 108 min. Género: Comedia. Interpretación: Rachel McAdams (Becky Fuller), Harrison Ford (Mike Pomeroy), Diane Keaton (Colleen Peck), Patrick Wilson (Adam Bennett), Jeff Goldblum (Jerry Barnes), Ty Burrell (Paul). Guion: Aline Brosh McKenna. Producción: J.J. Abrams y Bryan Burk. Música: David Arnold. Fotografía: Alwin H. Küchler. Montaje: Dan Farrell, Nick Moore y Steven Weisberg. Diseño de producción: Mark Friedberg. Vestuario: Frank Fleming. 

 

El film de Roger Michell (2010) es una comedia norteamericana que cuenta las hazañas de un programa de televisión matinal y el empeño de su productora por aumentar la audiencia.

El argumento, en principio, pudiera parecer simple y muy típico del “cine de palomitas”; sin embargo, a parte de sus notas de humor inteligente, esconde la verdadera imagen de la prensa sensacionalista: Mike Pomeroy, un presentador de noticiarios retirado, (Harrison Ford) , se niega a ser cazado por la joven periodista Becky Fuller (Rachel McAdams) que acaba de ser seleccionada para dirigir un programa de varietés (cocina, moda, testimonios… etc) cuya base social está representada por parados, amas de casa y jubilados.

La tensa relación entre el prestigioso reportero (ganador de un premio Pulitzer) y la estresada y perfeccionista productora se va convirtiendo en amistad a medida que él le confiesa el error de su vida: Haber dejado de lado su vida personal (especialmente, olvidándose del cariño de sus hijos) en aras de su éxito profesional, lo que aparece como mensaje fundamental (moralismo) de la película. Además, esta experiencia les sirve a los dos profesionales como trampolín hacia el amor: Ella comienza su romance con un redactor que, asimismo, olvida su vida nocturna y disipada y por su parte, él seduce a su compañera (Diane Keaton), que asume el papel de una periodista autodidacta y buena conocedora del medio a fuerza de años de trabajo.

El aspecto que menos me ha gustado de la película es la presentación del sensacionalismo (aquí no podemos aún llamarlo amarillismo pero sí periodismo morboso) como un bien para primero, los espectadores y, en segundo lugar, para la cadena de televisión. En esta comedia, el sensacionalismo parece representar la solución a los problemas del programa, que consigue, de esta forma, mantenerse en el ranking de los más vistos; así, el sensacionalismo, es una droga (como dice la canción de la banda británica Oasis que da título al film) para los profesionales de los medios y también para los telespectadores, que demandan cada día más escenas del arriesgado reportero subiéndose a una atracción de feria o lanzándose al vacío en un paracaídas.

Por otra parte, la película sigue la estela de otras que han tratado el tema del papel de los medios de comunicación en la sociedad norteamericana:

La más destacada de todas ellas es la célebre obra maestra de Orson Welles, “Ciudadano Kane” (1941) recordando las vivencias del magnate del periodismo Charles Foster Kane a raíz de su muerte en una gran mansión. Posteriormente, la comedia de Billy Wilder “Primera plana” (1974) intentaba demostrar la falta de profesionalidad en la prensa sensacionalista que eludía la veracidad y la objetividad. En 1976, Alan J. Pakula dirige magistralmente “Todos los hombres del presidente”, historia sobre la investigación periodística (protagonizada por Robert Redford y Dustin Hoffman) del caso Watergate que condujo a la dimisión del presidente Nixon. En la década de 1980, destaca “Al filo de la noticia” (1987, James L. Brooks), sobre el cruce de vidas profesionales y personales de varios reporteros. En mi opinión, en esta misma línea, una película excelente es “Buenas noches y buena suerte”, dirigida por George Clooney en 2005: El film narra la relación amor- odio entre poder político (senador Joseph McCarthy) y prensa, en la década de 1950, época de “la caza de brujas” contra el comunismo (Guerra Fría) y de los primeros años del periodismo televisión en Estados Unidos.

Fuera del cine norteamericano, encontramos, también, otros films sobre periodistas: Inolvidable es “La dolce vita” de Federico Fellini (1960), relato sobre la llamada prensa rosa, la persecución de un reportero de crónicas sociales a una actriz famosa; La película francesa “Las flores de Harrison” (Elie Chouraqui, 2000) cuenta la lucha por el amor entre una pareja de periodistas en medio del horror de la guerra de Bosnia. En el cine español, el tema de la prensa no ha sido tratado especialmente, salvo los casos excepcionales de las dos famosas comedias de José Luis Sáenz de Heredia: “Historias de la radio” (1955) e “Historias de la televisión” (1965), ambas con el tema común de los concursos populares, son un buen retrato de la importancia de los medios en la vida cotidiana de la España de mediados del siglo XX.

Un aspecto que me ha llamado la atención de la película es la continua referencia a la Guerra de Bosnia en la década de 1990, como una gran hazaña del periodista interpretado por Harrison Ford: Según el film, su actuación como reportero en el conflicto, le habría valido la obtención del valorado Premio Pulitzer. Desde el punto de vista histórico, esto es un planteamiento falso, puesto que está probada (con las propias imágenes de medios de comunicación procedentes de todo el mundo que mostraban los terribles bombardeos de la antigua Yugoslavia y las oleadas de refugiados) que la libertad de prensa sí existió durante el conflicto, a diferencia del control y la filtración de imágenes que ha habido en la guerra de Irak y que cualquier periodista podía acceder a la grabación de la situación bélica en Bosnia.

Como conclusión, la película es entretenida, sin embargo, no trata en profundidad el tema del sensacionalismo en la prensa, quedándose, solamente, en una simple comedia romántica (aunque también muy lejos del film “Notting Hill”, dirigida por el mismo Roger Michell en 1999).

Cristy G. Lozano

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