Sterling and Francine Clark Art Intitute se acerca a Madrid

Sobre la exposición en el Prado: Pasión por Renoir

Sterling and Francine Clark Art Intitute

Una selecta selección de lienzos de Auguste Renoir se puede contemplar hasta el 13 de febrero de 2011 en el Museo del Pardo (Madrid) gracias al patrocinio de la Fundación BBVA. Estas pinturas constituyen en núcleo principal del catálogo de obras que conforman el Clark Art Institute, un centro  de arte privado que actúa como museo y como centro de investigación artística, que se fundó en Williamstown (Massachussets) gracias al generoso patrocinio de los Clark. Sterling y Francine Clark que a lo largo de más de cuarenta años fueron coleccionando no solo obras de Renoir, sino de la mayoría de los impresionistas (Sisley, Berthe Morisot, Monet y Manet entre otros) así como de un gran número de artistas que constituyen una buena representación de los principales estilos que va desde el Renacimiento hasta principios del siglo XX.

Retrato de Robert Sterling Clark, 1921 - 1922 William Orpen (1878 - 1931) Williamstown, Massachusetts, Sterling and Francine Clark Art Institute

Robert Sterling Clark (1877 – 1956) fue uno de esos niños que gozó de nacer en el seno de una familia millonaria. Su abuelo, Edward Clark, era un joven y prestigioso abogado cuando en 1848 contrató al inventor Isaac Merrit Singer con el cual, posteriormente, se asoció y pasó a convertirse en el presidente de la Singer Corporation (la famosa firma de máquinas de coser). Con 22 años y, tal vez, para alejarse de la presión de la familia de quién heredó el gusto por el arte, se alistó en el ejército estadounidense. Fue enviado a China para luchar en la Rebelión de los Bóxers, 1899 – 1901 (varias potencias declaran la guerra a China, episodio que ha sido llevado al cine en distintas ocasiones destacando 55 días en Pekín). Al finalizar el conflicto en vez de volver a Nueva Yok, el joven Clark decide ir a vivir a París. Y así se encuentra en plena capital cultural donde asoman y toman impulso las primeras vanguardias del siglo XX (todavía estaba muy presente el ambiente parisino que rodea a las primeras exposiciones impresionistas). A los atractivos de la ciudad hay que añadir que es allí donde conoce, en 1910, a Francine Clary, una actriz de la comedia francesa. Por aquel entonces la fortuna de Sterling Clark había aumentado de forma considerable al fallecer su madre. Tal es la magnitud de su poderío económico que en otoño de 1910 compra un modesto hotel donde va a ir colgando las obras que va adquiriendo. Su pasión por el arte le lleva a comprar obras de grandes clásicos. Pero pronto se da cuenta que no puede mantener un alto ritmo con los precios del momento. James A. Ganz en el catálogo que se ha editado con motivo de la exposición madrileña no da unos datos: Por Virgen con el niño entronizada de Piero della Francesca pagó 170 mil dólares, mientras que por su primer Renoir, Muchacha haciendo ganchillo, paga, en 1915, 20 mil dólares. Ese fue su primer Renoir de un total de 35 obras. Hoy puede resultar fácil pensar cómo lo hubiéramos hecho nosotros. Pero hay que tener en cuenta que para muchos todavía este tipo de pintura era fea, inacabada, y hasta bochornosa; basta con acudir a las reseñas de las primeras exposiciones y nos daremos cuenta de ello.

En 1920 junto con su ya esposa Francine se mudan a Nueva York donde compran un lujoso piso de 18 habitaciones en el número 300 de Pak Avenue (justo donde hoy podemos contemplar el Hotel Waldorf-Astoria). Y como siguen teniendo muchas paredes vacías pues siguen con su afición por la pintura extendiendo sus gustos a otros estilos y pinturas, pero sobre todo como principal figura la de Auguste Renoir.

La relación con su familia no debía ser nada fluía. Se sabe que en 1924, antes de partir hacia París, hizo un testamento para evitar que sus bienes pasaran a sus hermanos. En él se manifestaba que en caso de un fallecimiento conjunto, su casa de París y su colección de arte pasaban como donación al Petit Palais y el resto de sus bienes a Viviane (hija de Francine fruto de una anterior relación).

En 1946, antes de partir al extranjero (apenas se movió de la ciudad durante la II Segunda Guerra Mundial) volvió a hacer un testamento y él se especifica por primera ver su intención de hacer un museo en la ciudad de Nueva York que albergue su colección de arte. Preveía la creación de una institución sin ánimo de lucro, denominada la colección R. Sterling Clark “con el objetivo de establecer y mantener una galería de arte, fomentar y desarrollar el estudio de las bellas artes y avanzar en el conocimiento general de temas afines; dicha galería de arte será pública, de modo que el público tenga siempre acceso a ella”.

Un año después, el coleccionista decide que va siendo hora de llevar acabo su idea de un museo. Quiere intervenir directamente en su fundación y no dejarlo a su albacea. Clark se sentía preocupado por el estallido de un nuevo conflicto bélico. Había sido militar voluntario, había vivido la primera y la segunda guerra mundial y se daba cuenta que ubicar un museo en la ciudad de Nueva York era un riesgo ante un posible ataque bélico. Tenía un sentimiento de terror ante esta perspectiva. Había conseguido salvaguardar su tesoro del último gran conflicto. Tenía que localizar una ciudad cercana a Nueva York pero, a su vez, alejada de todo. Y eligió Williamstown (Massachusetts, cercana a Nueva York y a Boston) una ciudad donde sus abuelos tenían sus raíces. En febrero de 1950 se localizó una sede apropiada y nació de forma oficial el Sterling and Francine Clark Art Intitute. Clark manifestó que el instituto no era una simple cámara de tesoro para exhibir su colección sino que éste debía de estar ligado a la función educativa del estudio de las bellas artes. Pero no fue hasta el 17 de mayo de 1955 cuando el matrimonio Clark pudo cortar la cinta que daba por inaugurado su obra. Apenas un año y medio después, el 29 de diciembre de 1956 fallecía Robert Sterling en su templo de arte y rodeado de sus “hijos”. Allí, bajo la escalinata principal, reposan las cenizas de ambos cuerpos (Francine formó parte del consejo de administración del museo hasta su muerte en 1960).

Hoy, tras  más de 50 años el Sterling and Francine Clark Art Intitute es una reconocida institución ubicada en una pequeña ciudad de Nueva Inglaterra. Sus creadores, con una gran visión de futuro, pretendieron que no solo fuera un espacio cerrado lleno de obras de arte sino que sentaron las bases para que hoy sea un centro de investigación de fama internacional en la historia del arte.

La muestra del Prado nos permite ver un período muy concreto de Renoir. En concreto de se trata de obras ejecutadas entre 1870 y 1880. Este periodo es el favorito del coleccionista Clark, el Renoir joven. Parece ser que debió de manifestar que sus obras más tardías pertenecían a un “maldito Renoir asalchichado”. Mientras que otros coleccionistas compraban obras en grandes cantidades, Clark se dedicó a este artista y a este período siendo bastante selectivo, es decir, que se hizo con, posiblemente, las mejores obras de este período.

Es la primera vez que estos Renoir viajan fuera de la Clark Art Institute circunstancia de la cual, a buen seguro se sentirían muy orgullosos sus fundadores. Y si a esto le añadimos que el pintor francés está escasamente presente en las colecciones pictóricas españolas (salvo en el cercano Thyssen) esta exposición es una cita imprescindible para los amantes del arte en general y de la pintura en particular.

Autorretrato, 1899 Renoir, Pierre-Auguste (1841-1919) Óleo sobre lienzo, 41,4 x 33,7 cm (catálogo 32) Williamstown, Massachusetts, Sterling and Francine Clark Art Institute

Semblanza de Renoir

Pierre Auguste Renoir nace el 25 de febrero de 1841 en Limoges, en el número 4 del Boulevard Sainte-Catherine (en la actualidad Boulevard Gambetta), siendo el penúltimo de cinco hijos.

En 1854 ingresa, con trece años, en un taller de pintura, de los hermanos Levy, de porcelana decorada, como aprendiz, con la esperanza de entrar algún día a formar parte de la nómina de la manufacturera Sèvres.

Adquiere habilidad en la decoración floral y más tarde en tareas más difíciles como retratos de Marie-Antonieta.

En 1862 tiene que abandonar la pintura en porcelana por la nueva producción mecánica. Durante un tiempo pinta sobre abanico tomando contacto con cuadros de Watteau y Boucher que se encuentran en el Louvre; estudia también a Fragonard y Rubens. En abril, entra en la Escuela de Bellas Artes y en otoño, y durante dos años, se encuentra asistiendo a las clases en el taller del pintor Gleyre, donde entabla relación con Bazille, Sisley y Monet. Al año siguiente con sus nuevos amigos trabaja al aire libre en el bosque de Fontainebleau, donde se incorporan Pisarro y Cézanne. De esta manera estudian la naturaleza y toman contacto con la denominada escuela de Barbizon.

En los años 1864 y 1865 acude de forma asidua a las tertulias del Café Guerbois de la Grande Rue de Batignolles, donde se encuentra con Degas y Manet. En 1873 este numeroso grupo de amigos deciden formar la Société Anonyme Cooperative d’Artistes, Sculpteurs et Graveurs. Entre los fundadores destacan: Boudin, Cézanne, Degas, Guillaumin, Monet,   Morisot, Pisarro, Renoir y Sisley. Al año siguiente el 15 de abril en los locales del fotógrafo Nadar abrieron su propia exposición, que pasará a la historia como la Primera Exposición Impresionista. Renoir está representado con seis pinturas y un pastel, entre ellas Segadores, Bailarina y El palco, adquirida por el marchante Père Martin.

El 18 de abril de 1875 pinta en el restaurante de la Fournaise, a orillas del Sena, El almuerzo de los remeros retratando a muchos de sus amigos en actitudes sorprendentemente naturales. En otoño-invierno viaja por Italia; entre otras ciudades visita Venecia, Florencia, Roma y Nápoles.

En 1886 logra exponer en Nueva York y la demanda de obras se dispara. En ese mismo año logra exponer en Bruselas con el llamado grupo de los “Vingt”.

En 1892 viajó con su amigo editor Gallimard a España donde queda muy impresionado con la pintura española, admira sobre todo a Tiziano, Goya, Velázquez en el Prado.

El 4 de agosto (con ¡60 años!) nace su tercer hijo, Claude, llamado “Coco”, modelo de muchos de sus cuadros de estos años. En 1903, extremadamente delgado y con las manos deformadas, Renoir se traslada con su familia definitivamente a Cagnes por su clima más benigno. Expone 59 cuadros en Londres. Su reconocimiento internacional ya es total y sus obras son muy cotizadas. En 1910 la enfermedad le tenía postrado en una silla de ruedas, ya no se sostenía con las muletas y mandó construir un caballete para poder enrollar el lienzo y seguir pintando desde la silla. Los huesos le encorvaban, la piel se le secaba y apenas pesaba 48 kilos; se tenía que sujetar los pinceles con esparadrapo para poder pintar. En esta época se hizo escultor: encontró manos ajenas que supieran reproducir lo que él quería. En sus últimos días, prácticamente se muere por pintar. Su obsesión llega a ser tal que pide que le sujeten a la silla de ruedas y que le aten los pinceles a la mano con esparadrapos. En 1919 emprende la gran composición de Descanso tras el baño. Las fuerzas le abandonan pero afirma que “comienza a saber pintar”. Acude al Louvre para ver una obra suya colgada al lado de Veronés. Sigue trabajando pese a declarársele una nueva congestión pulmonar. El 3 de diciembre, después de haber terminado el día anterior una naturaleza muerta con manzanas, durante la noche tras haber pedido un lápiz para dibujar, se adormila y fallece en Cagnes. Sería enterrado junto a su esposa en Essoyes.

Para profundizar más en la figura de Renoir y su obra se puede consultar Revista Atticus 5 (páginas 27 a 32) que puedes encontrar en esta misma página bajo la pestaña La Revista.

Luis José Cuadrado Gutiérrez

Bañista rubia Renoir, Pierre-Auguste (1841-1919) Óleo sobre lienzo, 81.8 x 65.7 cm (Catálogo 21), 1881 Williamstown, Massachusetts, Sterling and Francine Clark Art Institute

“Miro un cuerpo desnudo y veo en él miríadas

de esfumados; debo encontrar lo que en el

lienzo hagan viva y palpitante la carne”

Pierre Auguste Renoir

“Una mañana se nos acabó a todos el negro y nació el Impresionismo”

Pasión por Renoir

por Almudena Martínez Martín
La exposición Pasión por Renoir que se puede ver en el Museo del Prado de Madrid del 19 de octubre de 2010 al 13 de febrero de 2011 sirve de excusa para mostrar las 31 obras que reunió a lo largo de su vida el coleccionista norteamericano Robert Sterling Clark. Las piezas que atesoró del pintor francés fueron las pertenecientes al período más prolífico e interesante del artista, y entre ellas se encuentra su favorita, la magnífica Cebollas, de 1881, un bodegón (género que no cultivó especialmente) con una factura muy suelta y novedosa en la pincelada y un tratamiento experimental del color.
Diane Kelter define a Renoir como el Impresionista exhuberante, debido muy probablemente a la afición y gusto que sintió, sobre todo, a partir del año 1881 cuando viajó a Italia y tomó contacto con los maestros pintores y escultores clásicos, siendo el desnudo el punto de referencia de este período.

En la muestra podemos observar algunos de estos ejemplos, como la Bañista Rubia que pintó en Nápoles en 1881, que me pareció uno de los más significativos de todos ellos. La blancura de la piel de sus pechos, el suave cutis del rostro y el maravilloso paisaje difuminado hacen de ella una de las joyas de la muestra.
Su formación y estudio del arte Rococó de fines del siglo XVIII, en el taller de Gleyre, como deja constancia él mismo en sus propias palabras, fue fundamental en su aprendizaje:

“¡Cuántas veces he pintado El embarque para Citerea! Así eran los primeros pintores con los que me familiaricé, Watteau, Lancret y Boucher. Mejor dicho: Diana en el baño fue el primer cuadro que me impresionó, y toda la vida he seguido queriéndolo como uno quiere a su primer amor”

Palco en el teatro Renoir, Pierre-Auguste (1841-1919) Óleo sobre lienzo (Catálogo 14) 1880 Williamstown, Massachusetts, Sterling and Francine Clark Art Institute

Para Feist, los cuadros de Renoir comprenden varios conjuntos de temas: los retratos y las figuras individuales tomadas casi como retratos, el baile, el teatro y la sociabilidad, las excursiones campestres, el ajetreo en las calles de la gran ciudad y el paisaje natural. Pero Renoir fue un retratista excepcional. Lleva a cabo un retrato íntimo y personal, sobre todo de las personas que conocía. Pintó en numerosas ocasiones a Monet y a su esposa Camille, situándolos en escenarios al aire libre, entre la naturaleza, en su hogar, con formas vaporosas, realizando alguna tarea cotidiana como regar las plantas, tomar el té, columpiarse en el jardín, dando un paseo, conversando… Entre ellos sobresale Niña con regadera, que no se encuentra en la exposición pero es un buen ejemplo de lo que Renoir quería representar en esta etapa de su producción artística. Son también especialmente tiernos y simbólicos los gestos de las niñas Charpentier en La señora Charpentier y sus hijas.

“Para mí, un cuadro debe ser algo amable, alegre y bonito. Ya hay en la vida suficientes cosas molestas como para que fabriquemos todavía más”

En Pasión por Renoir encontramos el magnífico Retrato de Camille Monet sentada en su sillón leyendo, donde se atisban los primeros ecos de japonesismo en el tapizado del sofá; así como en Muchacha con abanico, de 1879.

Especialmente llamativa me resultó Niña con ave (Mademoiselle Fleury vestida de argelina), de 1872, con el recuerdo de Ingres tanto en el tema como en el colorido exótico que aún sin marcar la línea del dibujo trae a la memoria las Odaliscas y los Baños Turcos de aquél. Se dejan intuir sus anatomías femeninas rotundas, pero Renoir nunca renunció a los más estrictos principios de fugacidad, color e instantaneidad del Impresionismo.

Sterling Clark también reunió otros temas del pintor que no eran retratos, como algunos de los paisajes que realizó en su viaje a Italia (El Palacio Ducal de Venecia o alguna vista de Nápoles); así como un Estudio para escena de Tannhäuser. Tercer Acto, de 1879; el retrato de Tama, el perro japonés (raza chin de perro japonés que se puso muy de moda entre las familias parisinas adineradas) o los Estudios de cabezas de los niños Berard, en los que capta las expresiones de los tres niños durmiendo, hablando, posando, riendo… en un mismo lienzo.

Renoir expuso en cuatro de las ocho Exposiciones Universales celebradas en París entre 1874 y 1886, antes de la llegada de la denominada “crisis del Impresionismo”. Él mismo manifiesta que en 1883 ya “había agotado el Impresionismo» y al final había llegado a la conclusión de que no sabía pintar ni dibujar. En definitiva, el Impresionismo le llevaba a un callejón sin salida.

La llegada de sus sucesores, los neoimpresionistas, puntillistas, nabis y fauves significó la desembocadura de la pintura de Renoir en el denominado “período seco”.

Al final de su vida, Renoir sufrió una artritis reumatoide severa, que le impedía manejar los pinceles y los lápices, por lo que se los tenían que atar a las manos y a los dedos para que pudiera seguir pintando, ya que lo hizo hasta el final de sus días, aquejado de una grave pulmonía y pesando 48 kilos.

El 3 de diciembre de 1919, después de haber acabado su último cuadro, sentenciaba lo siguiente:

“Creo que poco a poco entiendo algo de esto”.

Y si a él le quedaban dudas, ¿qué será de nosotros?

La exposición se puede visitar en más o menos cuarenta minutos, dependiendo del tiempo que el visitante quiera extenderse. Los pases son cada 15 minutos, y conviene reservar bien por teléfono o bien a través de la venta online debido a las largas horas que hay que esperar fuera. Aconsejo no ir en fin de semana para evitar aglomeraciones y poder disfrutarla como se merece.

Cebollas Renoir,Pierre-Auguste (1841-1919) Óleo sobre lienzo, 39.1 x 60.6 cm (Catálogo 12) 1881 Williamstown, Massachusetts, Sterling and Francine Clark Art Institute

Bibliografía:

Kelder, Diane: El gran libro del Impresionismo Francés. Editorial Cátedra. Madrid, 1980.

Feist, Peter H.: Renoir. Ed. Taschen. Madrid, 1990.

John House. Con un ensayo de James A. Ganz. Pasión por Renoir. La colección del Sterling and Francine Cark Institute, Fundación BBVA, Museo del Prado, Madrid 2010

Fotografías: Cedidas por el Sterling and Francine Clark Art Institute como organizador de la misma (Exposición organizada por el Sterling and Francine Clark Art Institute y el Museo del Prado).

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