Robe Iniesta: Trovador a tiempo completo – Concierto Feria de Valladolid

Robe Iniesta: Trovador a tiempo completo por Carlos Ibañez – Fotografías de Chuchi Guerra

Si leemos en distintas publicaciones nos daremos pronto cuenta de que Robe es un obrero de esto que llamamos rock and roll, algo, por cierto, muy mal visto en España, al menos en sus medios de masas. Cosa, dicho sea de paso, que a todos los grandes de este estilo les ha importado poco, sólo hay que ver las ventas reales publicadas de este género en los últimos treinta años a pesar de meternos hasta en la sopa estilos facilones y efímeros de los que difícilmente nos acordamos.

            Él, ahora en la segunda parte de su gira “ahora es cuando”, iniciada para promocionar sus tres primeros trabajo en solitario y su correspondiente elepé en directo llegó a Valladolid con su estilo poco ortodoxo, cargado de todas sus influencias, algunas muy claras y otras tomadas de oído o de fondo para regalarnos su voz desafiante, su guitarra a caballo entre la de Rosendo Mercado en su etapa en Leño, Keith Richards y su maestría rítmica y la potencia sobre las tablas muy al estilo de Tony Iommy, aunque sin el desarrollo solista del inglés.

            Sus letras siguen siendo crudas, directas y filosóficas, pero lo que parece filosofía parda es, en realidad, la voz de su barrio, tanto del de su infancia en Plasencia como del actual en Barcelona. Robe dijo una vez que era como el tomate de Solis, que era cien por cien extremeño pero que se comercializaba mejor en una lata hecha en Barcelona, para solaz de sus contertulios.

            Continúa con la teocoprolalia o blasfemia teológica, para escarnio de los meapilas y los que defienden un delito vergonzante en nuestro Código Penal. Y con sesenta años recién cumplidos es un luchador en la brecha, sin otro rival que sí mismo y más aspiración que poder comer de su trabajo, que es extenso e intenso.

            Extenso porque abarca doce álbumes, once de ellos de estudio, cuatro en solitario, uno de ellos también registrado en directo, y un experimento llamando Extrechinato y Tú, donde aúna fuerzas con otro par de obreros de esto del rock en la lengua de Cervantes, como decía siempre Mariscal Romero: Iñaki «Uoho» Antón, guitarrista de Extremoduro y Platero y Tú, y Adolfo «Fito» Cabrales, cantante y guitarrista de Platero y Tú y Fito & Fitipaldis y donde hacen un homenaje al poeta y letrista Manolillo Chinato. El disco llevaba por nombre Poesía Básica y es un disco de culto en la actualidad casi desde el momento que vio la luz, en el año 2001.

            Su evolución es constante y ya poco queda del chico que vendía chuches en un quiosco y cambiaba papeletas por mil pesetas (seis euros, para los neófitos en esta unidad monetaria) para financiar su primera maqueta y que darían una copia a todo aquel que poseyese una de éstas. Y graba en estudios más grandes que su hogar familiar en el norte de Extremadura, pero sigue llevando la impronta de tipo duro que sólo tiene los que saben lo que cuesta poder comprarse una púa o cambiar un par de cuerdas, antes, mucho antes, de llenar pabellones, teatros y ser cabeza de cartel en festivales de esos que curten tanto como lo que reza la letra de uno de los primeros éxitos de AC/DC: It’s a long way to the top (if you wanna rock and roll), homenajeada al final de la interesantísima School of Rock de Richard Linklater, otro obrero de lo suyo, en este caso el cine.

            Robe nos busca las cosquillas y removernos desde su posición de trovador medieval electrificado por las circunstancias que dan estos tiempos, no olvida nunca de donde viene y continúa luchando por los más pobres con estacazos a todos los que desde las televisiones y el resto de pantallas nos venden como triunfadores. Odia la estupidez humana y a todos los tiralevitas que cría esta sociedad podrida. Aunque también nos divierte con temas sobre la sexualidad o su propia visión del amor, tan alejada del pop y la marca del talent show que encumbró a Bisbal, por ejemplo. Porque como todo buen trovador sabe que su público le escucha para divertirse sin dejar de reflexionar, sin permitirnos él soñar, al menos hasta su próximo espectáculo, que llegará con su nuevo álbum donde esperamos nuevos vuelos hacia lo ignoto, como en Destrozares y temas tan a bocajarro como Puta humanidad u Hoy al mundo renuncio.

            Debemos escuchar más a Robe y mejor, porque sus letras dan aire mientras nos ahogamos o nos ahogan cuando creemos que hemos abierto los pulmones. Él lo sabe, es el secreto de su éxito y no estupideces susurradas para ser vistas por imberbes en 4K. Él siempre nos dice algo, aunque no nos guste y lo subraya, para que nos acabe llegando y lo aceptemos.

            Las fotos enormes de Chuchi Guerra dicen mucho de la personalidad de Robe sobre el escenario. No hay pose ni personaje: hay Robe Iniesta, un trovador extremeño, valga el paralelismo con el título del magnífico álbum de Bob Dylan.

Carlos ibañez

fotografías: Chuchi Guerra

Revista Atticus