Crítica teatro – El hombrecito de Cía Teatro la Guita

Teatro Zorrilla, Valladolid – El hombrecito

La sala experimental del Teatro Zorrilla de la mano de la Compañía de Teatro la Guita, nos presentan la obra El hombrecito de Carlos Pais y Americo Torchelli.    

El hombrecito, es una comedia que transcurre en los años cincuenta. Años donde había tiempo para hablar y soñar despierto. Es el encuentro de dos solitarios  en un bar de barrio, en busca de aquellos sueños perdidos, de aquel camino de tango: Uno lleno de esperanzas busca el camino que los sueños prometieron  a sus ansias. Pero no todo es comedia en esta obra ya que el encuentro casual de estos dos seres tan diferentes, hace que entren en conflicto inmediatamente, por pura desconfianza mutua sin saber que los dos persiguen el mismo sueño.

El hombrecito es el encuentro entre dos hombres que aún tienen mucho por qué cantarle a la vida. Es una obra optimista, donde el juego actoral es lo esencial de la puesta en escena, y estos dos actores; Santiago Nogues y Oscar Pretzel, lo defienden a pulso. Un cliente del boliche que interpela y el otro se deja invadir por quien en apariencia tiene más dotes de mando, los actores sostienen el texto con un lenguaje de gestos que resulta fundamental y que modulan progresivamente la relación entre ellos, para que el espectador comprenda la relación dominante o sumisa que tienen… Dos seres solitarios que discrepan, pero que se acercan en un encuentro progresivo, con instantes tensos, hay desconfianza y conflicto,  pero acaban reconociendo los respectivos anhelos, la palabra acaba por unirlos y la esperanza por dinamizarlos. Estos dos actores potencian la ternura, el humor, la ingenuidad de esos dos hombrecitos tan distintos y tan iguales.

Con esta obra todos nos podemos identificar, con sus ilusiones y frustraciones, también con los sueños postergados  y esperanzas, ya que todos en un momento dado perseguimos aquel minuto de gloria que nos permite seguir luchando con dignidad.

Un canto al barrio tanguero, al romanticismo y a los febreros de murga. Buscando esa luz que derrita las distancias que hay entre cada uno de nosotros.

Luisa Valares

fotografías: Chuchi Guerra

Revista Atticus