Reseña libro La lluvia de Camille de Esther Bengoechea

La lluvia de Camille de Esther Bengoechea, premio «Rrose Sélavy» de Novela Histórica 2019

Ella (Camille) no se percata, pero varios caballeros la miran al pasar. Él (Rodin) sigue fijo en ella y ella en él. Tiene los ojos más maravillosos que jamás ha conocido. Ojalá pudiera parar el mundo y detenerse para siempre en ese momento, en ese preciso instante en el que ella le admira y él la adora.

La lluvia de Camille pág 70

Áperion Ediciones acaba de publicar La lluvia de Camille de Esther Bengoechea Gutiérrez (Palencia, 1980). Se trata de una novela que tiene como protagonista a Camille Claudel (1864 – 1943), escultora, alumna, colaboradora y amante de Auguste Rodin. La novela ha merecido el premio «Rrose Sélavy» de Novela Histórica que convoca la propia editorial. Recrea la atormentada vida de la artista francesa, una mujer incomprendida, de compleja personalidad, que se encontró en su camino a un genio artístico como fue Rodin.

Camille Claudel en su taller trabajando en la escultura Sakountala

Esther Bengoechea Gutiérrez se centra en esa tumultuosa relación que tuvo con el genial artista de poderosa figura y con un peso excepcional en la época dentro del panorama cultural francés. Pero también «rescata» esa otra parte de la vida de Camille, que es la artística. Hasta hace bien poco la escultora era más conocida por esa relación que tuvo con Auguste Rodin (pasó por varios estadios como alumna, colaboradora, musa y amante sempiterna) que por ser una escultora descomunal. Rodin sentía verdadera admiración y hasta envidia por su alumna. La escritora nos desvela cómo concibe y ejecuta una serie de obras señas en la producción de Camille. El vals, La edad madura, Sakountala son algunas de esas obras con las que consiguió llamar la atención a la crítica y al público.

La obra, una novela corta, se estructura en una serie de capítulos, una veintena, de similar longitud en los que toma como base un suceso acontecido en la vida de la artista. El primero de ello, 8 de diciembre de 1864, con su nacimiento y el último, 19 de octubre de 1943, su fallecimiento. El resto de ellos solo lleva por título el año. Antes del final también encontramos una carta (conversación-monólogo con el doctor Pavard), extensa, que envía la propia Camille Claudel a un doctor para que la evalúe. Es un gran logro. Casi se convierte en una misiva para el propio lector: «mira esta es mi vida». Actúa a modo de resumen de esos acontecimientos vividos por Claudel. Es el relato desgarrador de una persona sin vida. Camille es consciente de que ya no va a poder salir de allí y lo que es más terrible: no podrá volver a fabricar sueños con sus manos, sus buriles, sus cinceles. No podrá meter las manos en la arcilla y dar forma a aquel niño malogrado. Ella creadora de las formas más bellas y sensuales no pudo parir a su criatura.

Camille permanece hecha un ovillo en el suelo, tapada solamente con un viejo abrigo marrón. La única luz que entra en el taller son los pequeños rayos del amanecer que se cuelan por los maderos que tapan las ventanas. No recuerda cuánto tiempo lleva ahí tumbada. Desde que leyó la carta que su primo Charles le envió hace unos días, tiembla. Esta vez la causa no es el frío y la humedad, sino el miedo. Su padre ya no está, el que siempre la protegió se ha ido. Solo es cuestión de tiempo que vengan a buscarla, que le corten las alas. Por eso yace en el suelo, como un animal herido, hasta que entren por la fuerza y acaben con ella. Está derrotada, ya no tiene fuerzas para seguir luchando contra el mundo.

La lluvia de Camille Página 91

A lo largo de esos casi ochenta años, la escritora nos irá descubriendo una serie de acontecimientos que marcaron su vida. Su relación, su mala relación, con su madre; la admiración que sentía tanto por su padre como su hermano; la aparición en su vida del tormento de Rodin. Sucesos que Esther Bengoechea va señalando y acentuando como debacle del equilibro emocional e intelectual que desembocaron en esa larga etapa final (tres décadas) momento en que la internaron en una institución de salud mental.

Es notorio mi debilidad por ambas mujeres. Esther Bengoechea como escritora, colaboradora habitual de Revista Atticus. Y Camille Claudel, escultora excepcional que sufrió la incomprensión de quienes no supieron ver en ella la artista que era (incluso por encima de su maestro). Esther ha sucumbido al encanto de la genial Camille Claudel. Con su prosa clara, certera y concisa nos desvela aspectos de la vida de esta mujer adelantada a su tiempo. La edad madura es una de las obras cumbres en su producción. Luce en un lugar preminente en el Museo d’Orsay, recibiendo a los visitantes, que quedan deslumbrados por su virtuosísimo. No le gustó al adusto Rodin verse retratado entre las dos mujeres de su vida. Camille era repudiada por su madre. Su hermana sentía envidia por su genio e intelecto, así como su belleza. Gracias al amor incondicional de su padre (siempre creyó en su talento) y al apoyo de su hermano Paul (hasta que no pudo más).

Esther ya nos deslumbró con un reportaje que hizo sobre el cuadro de Los amantes de René Magritte (un auténtico bestseller en nuestra web) y le auguró una carrera exitosa con ese binomio de arte y literatura. Me estremezco al leer el capítulo en el que la madre asiste impasible a la entrada de varios asistentes al taller de Camille con una atmosfera irrespirable por la podredumbre allí almacenada. Semidesnuda, apenas tiene fuerza para revolverse cuando le ponen la camisa de fuerza. Atrás quedan sus bellas esculturas y sus herramientas de trabajo. Tras casi medio siglo, su vida confinada en una institución de salud mental. Sus ruegos, sus suplicas, de nada valdrán contra la férrea voluntad de su madre para que no la avergüence su comportamiento. Ella no estaba loca.

A Camille Claudel, después de muerta, se la ha prestado mucha atención. Mucho más que en vida. Ha sido objeto de innumerables estudios, fruto de los cuales tenemos centenares de obras tanto libros como películas y de un buen número de exposiciones. Como suele ser habitual, si la pobre Claudel levantara la cabeza se sentiría muy orgullosa de la lucha que tuvo y a buen seguro, lamentaría esas innumerables obras que rompió fruto del desamor y la incomprensión. El éxito artístico suscitó la envidia de sus colegas. Su relación con el egocéntrico Rodin no hizo nada más que agravar su crisis nerviosa. Promesas rotas y el abandono familiar.

-Paul, no me sigas castigando por los errores de mi pasado -argumenta con voz entrecortada-. Ya he perdido casi quince años de mi vida. ¿No te parece suficiente condena ya? Quiero estar con mamá antes de que se muera ella o me muera yo. Quiero volver a pasear por nuestro jardín de Villeneuve y ver el campanario azul que tanto te gustaba de niño. Perderme en el bosque, como cuándo éramos pequeños. Me portaré bien, de verdad. No volveré a esculpir si mamá y tú no queréis. Lo entiendo y lo acepto, pero no me castiguéis más aquí dentro, por favor, os lo pido por favor.

La lluvia de Camille Página 107

10-12-2019 Palencia. Esther Bengoechea posa con su novela La lluvia de Camille en la Biblioteca Municipal de Palencia fotos MARTA MORAS

Esther Bengoechea Gutiérrez (Palencia, 1980) es licenciada en Filología Inglesa y en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, ambas por la Universidad de Valladolid. Después de hacer durante un año el doctorado en Tradición e Innovación en la Literatura Española del siglo XX, realizó un Máster en Periodismo en la Universidad de Barcelona con la Columbia Journalism School de New York. En la actualidad estudia el Grado de Historia del Arte por la UNED. Compagina estudios, trabajo y tareas como madre de tres hijos de corta edad. Trabaja desde 2008 en El Norte de Castilla. Comenzó en Valladolid, dentro del área de Internet, y desde 2013 escribe en la sección de Deportes en su ciudad, Palencia. En 2018 ganó el Premio de Periodismo ‘Mariano del Mazo’ Diputación de Palencia. Es colaboradora habitual de Revista Atticus.

La lluvia de Camille se presentará el próximo viernes 21 de febrero, a las 19:30 horas, en la librería Campus de Valladolid (Plaza San Andrés, 15), acto de entrada libre que contará con la intervención de la escritora galardonada así como de Alberto Sevillano, profesor de Lengua y Literatura, poeta y ganador del Premio de Poesía Miguel Hernández.

Puedes consultar más sobre la autora y La lluvia de Camille en su página web, pinchando en el siguiente enlace:

La lluvia de Camille

Luisjo Cuadrado

Revista Atticus