Crítica – Rey Lear en el Teatro Calderón, Valladolid

Rey Lear de Compañía de Teatro Atalaya

Silencio. Es lo primero y lo último de Rey Lear. El silencio -ha dicho Juan Mayorga- es el soporte de las palabras y a la vez su frontera. Han pasado cuatro días y todavía guardo en mi corazón ese fulgor irrepetible donde no existe el pasado solo el teatro profundo escrito sobre palabras inmortales que conducen a la verdad. La verdad os hará libres.

Shakespeare. Un clásico siempre se renueva con el tiempo. Los personajes, -todos- hablan a través del dolor, ese dolor que no tiene fecha de caducidad. Cuentan una historia que tiene la capacidad de emocionar, de llegar al patio de butaca y compartirlas con el público.

Ricardo Iniesta. La lealtad al texto es rigurosa y se agradece. Y tiene la cualidad, lo notas en tu cuerpo de que la obra te pertenece. La están representando solo para tus ojos. La obra ya no es de Shakespeare, ahora es tuya, mira a ver lo que haces con ella.

Intérpretes. Son capaces de hacerte viajar muy lejos, lejísimos. Con sus cuerpos, sus voces –qué potencia vocal Dios mío- y su energía. Hacen más efecto en el cuerpo que un Gelocatil y no tiene contraindicaciones. Los intérpretes pasan de un estado emocional a otro siguiendo la narrativa del texto y abordando las escenas de intensidad en intensidad produciendo un escalofrío en el espinazo del espectador que no se cura con ningún ibuprofeno. Encarnan sus personajes, trasmutan, y te hacen creer realmente lo que sienten en cada situación.

Carmen Gallardo (Lear) vive en el límite de lo físico y lo incorpóreo, la realidad y la evocación. En su interpretación existe un peculiar diálogo entre lo que se ve y lo que se intuye, entre el texto y los elementos. Su presencia en el escenario conforta y alivia porque resuena la vida y suben los latidos del corazón de los espectadores hasta cotas insospechadas en este teatro.

Todo. Texto, puesta en escena, interpretaciones, luz y música funciona a la perfección. Función enorme para los afortunados espectadores que esta noche llena el Teatro Calderón. 

Epílogo. Lear tiene estratos de verdad profundos, verdades poéticas, misteriosas, alusivas que solo se pueden alcanzar  a través de un trabajo serio lleno de imaginación y eso es lo que hace la Compañía de teatro ATALAYA. Enhorabuena.

Marcos Pérez

fotografías: Compañía de Teatro la Atalaya

Revista Atticus