Teatro – Hablar por hablar

Casa de las Artes, Laguna de Duero

La Casa de Las Artes levanta el telón con un espectáculo impecable, por intenciones, atmósfera y puesta en escena, ya que recuperan el formato y el sabor del programa Hablar por hablar de la Cadena Ser, que llevaba 28 años de vida (desde que lo fundara la periodista Gemma Nierga). En la madrugada, mientras el país duerme, brotan de la oscuridad las voces que cuentan sus historias más íntimas, una especie de terapia de grupo radiofónica en la que los ciudadanos susurran los secretos que les desvelan. Ahí, en las ondas la gente se escucha pacientemente y se ayuda.

Ahora algunas de las mejores historias del programa saltan a las tablas teatrales en el montaje Hablar por hablar, se trata de un espectáculo que sucede en la penumbra y donde prima lo auditivo.  Se potencia mucho el sonido de la radio, los micrófonos, las voces,  y hacen que el espectador escuche. El espectáculo sucede en la madrugada, cuando la radio va a otro ritmo más pausado, también bajan las luces y los actores trabajan en la sombra.

Las historias transcurren como la propia vida: entre lo trágico y lo cómico. El hijo desconocido que aparece por sorpresa. El hombre que no liga y por la noche compra sexo con cuero y anillos. La señora paranoica que está convencida de que los vecinos le espían hasta cuando pela las naranjas. La historia que nos cuentan y hace de hilo conductor es la de un niño con discapacidad que se pierde y es rastreado por todos los oyentes del programa, que llaman aportando datos sobre su paradero. “Esta es una historia especialmente bonita porque transmite la idea de que el programa es, además de un programa, una comunidad de oyentes escuchándose y ayudándose”. Con todas estas historias se forma un retablo de lo que es la sociedad actual, con sus aciertos y sus fracasos, sus historias de amor y desamor, un programa donde los oyentes podían abrir su corazón sin ni siquiera esperar de la locutora un reproche, un consejo o un sermón.

El elenco está formado por cinco maravillosos actores, cinco actores desdoblados,  todos ellos tremendamente capacitados para la caricatura de estos personajes reales tan característicos, un elenco muy bien escogido, que se transforma sobre la marcha, física y vocalmente, cuidando los acentos, los movimientos de sus cuerpos, la cadencia de sus emociones.  Teniendo en cuenta la estructura del montaje, todos tienen momentos de lucimiento personal; pero no hay que perder de vista que seguramente la mayor dificultad de este espectáculo sea construir pequeños personajes, gestionando las emociones en breve espacio de tiempo y pasando de un estado a otro. Pepa Zaragoza transmite espléndidamente el encanto de la locutora de radio, pero más adelante destaca como la estrafalaria abuela de familia, demostrando su capacidad histriónica. Carolina Yuste se luce con un par de monólogos donde transmite muchísima luz y verdad, una bella joven que, bajo apariencia de fragilidad absoluta, asume la soledad de una madre soltera. Ángeles Martín gira asus personajes con habilidad entre el dramatismo y el costumbrismo, estremecedora creación de esa madre de ocho hijos. Samuel Viyuela González nos muestra el excelente actor que es en el monólogo del joven  al que le han descubierto un tumor cerebral y lo cuenta anónimamente al programa, mientras en escena no puede parar de controlar su ansiedad saltando a la comba, un viaje en sí mismo, muy bien gestionado por el actor, un momento de la función que produjo una emoción real,  y Julio Cortázar  que mantiene la solidez acostumbrada en sus personajes, y nos presenta a el hombre que abandona a su mujer, presentadora del programa de radio, fascinado por una repentina pasión ocurrida en un autobús. Quinteto entonado, que logra mantener el interés en el público y disfrutamos a lo largo de la función del particular universo de cada uno de los protagonistas, esto dice mucho de todos ellos.

En este montaje también participan las voces de José Sacristán, José Coronado o Cristina Lasvignes, que fue una conductora del programa. La escenografía de Eduardo Moreno reproduce un estudio de radio capaz de adelantarse, retroceder y girar sobre sí mismo; para crear diferentes perspectivas y dejar espacio a que transcurran las historias que pueblan la función, muy bien iluminada por David Picazo, se van alternando las emociones del programa de radio, con las tres actrices del elenco alternándose como locutoras, seguramente sea un guiño al paso de diversas locutoras por el espacio. Tanto la atmósfera del programa como el cuidado estético de la propuesta están muy logrados, todo ello bajo la dirección de Fernando Sánchez-Cabezudo que ha dado voz a algunas de las historias reales que han pasado por el programa, adaptadas y teatralizadas por los dramaturgos: Juan Cavestany, Yolanda García Serrano, Anna R. Costa, Juan Carlos Rubio y Alfredo Sanzol.

Un bonito cierre de temporada en La Casa de Las Artes, donde el público que llenaba la sala ha experimentado un viaje a través de la noche en la radio, con situaciones disparatadas, sugerentes, cómicas, dramáticas… encontrando a través del juego escénico esa atmósfera mágica que solo es posible en el teatro. Hablar por hablar es una danza de cuerpos y palabras embarcada en un espectáculo que mantiene constantemente el ritmo de la intriga con personajes que con muy pocas pinceladas se quedan en la memoria del espectador, un juego de gran emotividad y abundante sentido del humor,  un trabajo interpretativo sincero, honesto y lleno de ternura.

Luisa Valares

Revista Atticus