Teatro – Miedo de Albert Pla

Teatro – Miedo de Albert Pla

Teatro LAVA, Valladolid

El miedo a lo desconocido y al vacío van muchas veces de la mano. Por eso vamos de compras. Por eso Albert Pla cuando termina su espectáculo aparece con una bolsa de plástico de la mano. Eso, sí, no se sabe si va o viene. Solo se supera el miedo al vacío con lo nuevo, con lo novedoso “con el ir de compras”.

Por eso el público cuando sale a la calle es consciente “que todo lo que sabía estaba allí, esperándole”. Y sale satisfecho. Hace tiempo ya que Albert Pla dejó de sorprender a sus seguidores pero hay que reconocerle cierta audacia. Audacia en los mensajes subrayados que ahora me parecen superfluos y más que evidentes. Porque Pla toca más el estómago que el corazón del espectador.

Un artista es por defecto un ser aislado y la paradoja de esto es que todo artista quiere ocupar un lugar en sociedad, por mínimo que sea. Su lugar. Uno, proponiendo cambiar la sociedad y otros, subiéndose al carro. Depende de las dosis de cinismo de cada uno.

Miedo es un espectáculo curioso. Su montaje resulta en ocasiones milagroso. Pla demuestra solvencia y  destreza para superar el reto que se le plantea. Tengo la sensación de estar,  en algunos momentos en Disneyland  Paris y otros en el Tren de la Bruja. Agua y fuego. Remontarse al misterio, al vacío, a lo desconocido mediante una pirotecnia de imágenes requiere un sutil nexo entre la realidad y lo imaginado que resulten creíbles para el espectador, que le sorprendan. Pero, nanaí de la China.

Es cierto que aceptar la incertidumbre es uno de los aspectos que más llaman la atención de Miedo. Ya sabemos que aceptarla es una forma de acercarte al mundo de Pla, un mundo en apariencia infeliz, complejo, ambiguo, acostumbrado a poner en los teatros el cartel del no hay billetes. La mayor incertidumbre que tiene un artista es saber cómo reaccionar el público después de ver el espectáculo. Ese es el verdadero miedo. El otro, el que propone Pla se da de bruces con la realidad.

El teatro y la moral suelen estar reñidos, son enemigos acérrimos. Por ejemplo, los libros del Marqués de Sade están llenos  de horrores, se pueden leer las cosas más descabelladas y atroces, pero al mismo tiempo pocos se han adentrado con tanta profundidad  en las complejidades del alma humana, del mundo de los miedos, de los deseos y de los instintos como como él. No es el caso de MIEDO.

Marcos Pérez

Revista Atticus