The Hole Zero, Teatro Calderón, Valladolid

The Hole Zero

Teatro Calderón, Valladolid

Posiblemente, uno de los lugares de Valladolid donde el personal se ha sentido feliz este fin de semana pasado haya sido el Teatro Calderón. ¿La causa? Una de ellas ha sido que ha tenido la oportunidad de sentirse libre, dicharachero y lúcido. The Hole Zero regaló a espectador momentos únicos, sensuales, frescachones y le transportó a la noche vieja de 1979, para que disfrutara, se besara, se abrazara, saltara, etc., etc.

Cuando lo que estás viendo es un placer la vida durante esos momentos resulta mágica. Esos momentos en The Hole Zero podrían sumar más de… 80 minutos. Si exceptuamos los momentos que Manu Badenes (el conductor de espectáculo) se fue por los Cerros de Úbeda y optó por los tópicazos tan manoseados y en desuso que dio pie a que los espectadores nos diéramos cuenta que no había preparado los deberes y por lo tanto el suspenso lo tenía asegurado. Se lo ganó a pulso.

Porque todos sus compañeros de reparto estuvieron espléndidos. La puesta en escena resultó ágil; la música sonó estupendamente y los números circenses “hicieron las delicias del espectador”. La Diva y sus secuaces ofrecieron lo mejor de sí y eso lo notó el espectador correspondiendo con los merecidos aplausos y jaleos correspondientes.

El arte, el espectáculo bueno sabe cuándo el espectador se lo está pasando bien, está entretenido para decirlo con una palabra. Entretenerse no es cuestión baladí. Para entretener al personal hay que realizar muchas horas de ensayos, perder horas de sueño y alguna novia, si me apuran. Ensayar y fundamentalmente disfrutar con lo que haces. Si no disfrutas, malo. Y a algunos se les ve a la legua, como a Manu Badenes que se le nota que ha ido justo de ensayos y la titularidad del espectáculo le ha pillado en cueros.

La sensación que el personal se llevó a casa es que el espectáculo había valido la pena. Del menú ofrecido por The Hole Zero algún plato había colmado sus  expectativas, había entendido lo fundamental de estos espectáculos que el arte es un vehículo para  transmitir buenas vibraciones y en ocasiones emocionarse, sin pedir permiso a nadie.

Cuando un espectáculo consigue emocionarte no hay que preguntarse más cosas. Con eso basta. Esas emociones perduraran en el recuerdo. Como el tañido de una campana. Eso nunca se olvida.

Marcos Pérez

Revista Atticus