Teatro Tartufo, el impostor de Venezia Teatro

Teatro Tarfufo, el impostor de Venezia Teatro

Casa de las Artes, Laguna de Duero

Sin duda hemos tenido una gran noche en La Casa de Las Artes de Laguna con “Tartufo, el impostor” Risas, admiración a todo el elenco y muchos aplausos.

 

Revista Atticus en su agenda Cultural, no se ha querido perder esta representación.

 

Moliére no daba puntada sin hilo y en todas sus comedias prevalece la crítica a ciertas actitudes humanas y a los estamentos de la sociedad en que vivió. Tuvo problemas para estrenar todas sus comedias, también “Tartufo” fue prohibida antes de su estreno en 1664, por considerarla un ataque a la religión y al papel demasiado influyente que tenían algunos devotos directores espirituales, que en realidad eran saqueadores de herencias, hasta unos años más tarde no pudo ser representada.

Venezia Teatro acerca a nuestros días una manera distinta de mostrar un clásico.

 

“Tartufo, el impostor”, una versión de Pedro Villora dirigida por José Gómez-Friha. Una auténtica vuelta de tuerca de un gran texto que consigue que el espectador se sienta cercano a lo que nos cuenta. Un Tartufo que tiene un Ipad en el salón, que usa micrófono y baila canciones americanas de los años 60. Un elenco que habla con el lenguaje más cotidiano e informal que podamos pensar, al tiempo que respeta el guion original. Un mensaje que, aun estando sin tocar, no parece haber sido escrito hace tanto tiempo.

 

Hoy en día queremos ver nuestra vida y nuestra sociedad reflejadas en el escenario, y la adaptación de estos clásicos nos deja una moraleja: no hemos cambiado tanto en esencia. Pero si hay algo claro es que no es fácil aplicar una fórmula de éxito al teatro, y que conseguirlo sólo puede ser síntoma de un gran equipo.

 

Con una escenografía sencilla que se extiende hasta el patio de butacas, integrando el espacio de una manera sublime y jugando con la presencia del público como un elemento más. Unos juegos de luces que complementan la escena, un vestuario digno de la época en la que fue concebido este texto y unas enormes interpretaciones a cargo de su elenco, son los elementos que dotan a este mítico impostor de una gran calidad artística.

 

Alejandro Albarracín es Tartufo, un manipulador, hipócrita y cínico muy inteligente que ha conseguido embaucar al cabeza de una familia adinerada fingiendo ser un mendigo desvalido y devoto. “Un bendito”, como el patriarca defiende a todo el que quiera escucharle. Con su descaro ha conseguido hacerse un hueco en la familia, por delante de todos los demás miembros, y está dispuesto a exprimir hasta donde le sea posible la confianza que le brindan. Fantástico trabajo interpretativo el que hemos podido ver, un gran actor capaz de pasar del lenguaje más actual al código más purista de la interpretación de los clásicos. ¡Enhorabuena!

 

Verónica Moreno es Elmira, esposa del Sr. Orgón. Desconfía de Tartufo pero no sabe cómo mostrarle a su marido la verdadera naturaleza del que trata como a un hermano. Pero no es el único frente con el que tiene que lidiar. Una suegra a la que no soporta y una hija que le suplica que solucione un gran problema. Suficiente como para que tenga que andar de acá para allá todo el tiempo. Un gran trabajo, sin duda, que nos trae un personaje dispuesto a hacer cualquier cosa por desenmascarar al que considera su enemigo. Con toques de comedia muy bien defendidos. Fantástica

 

Vicente León es el Sr Orgón. Un hombre con gran autoridad, que ha caído en las redes de Tartufo, creyendo a pies juntillas lo que él, le ha querido hacer creer y así el personaje se vuelve idiota e intratable.  Pone por encima de todo esa amistad que cree tener con Tartufo, incluso por encima de su propia familia. Toma decisiones sin pensar, cegado como está por la confianza que ha depositado en “ese bendito”. Tenemos que aplaudir desde aquí su gran trabajo, dándonos un personaje muy enérgico, con un gran nivel interpretativo que además nos da una sorpresa encarnando al principio el personaje de la intransigente y amargada madre del Sr. Orgón. Con una gran vis cómica nos ha cautivado, sin duda. ¡Bravo, Bravo y Bravo!

 

Nüll García es Mariana, hija obediente del Sr. Orgón e hijastra de Elmira, a la que quiere como a una segunda madre y una amiga. Prometida con Valerio está deseando que llegue el momento de casarse con él. No soporta a Tartufo, y aunque ya tiene razones para hacerlo, un giro de los acontecimientos añadirá una más. Desesperada, pero con carácter, nos muestra un personaje de una mujer dispuesta a muchas cosas con tal de no renunciar al amor. Fantástico trabajo.

Ignacio Jiménez es Valerio, prometido de Mariana. Tiene muchas ganas de convertirse en yerno del Sr. Orgón, pero últimamente ha detectado que su futuro suegro no parece muy dispuesto a marcar la fecha de la boda. Nervioso y activo, buscará la manera de saber qué está pasando, y sobre todo, cómo evitarlo. Muy buen trabajo, con una energía interpretativa destacable y muy buen manejo de la comedia. Uno de esos personajes alocados con los que no podemos hacer otra cosa más que empatizar. Su naturaleza patosa pero noble está perfectamente definida con este genial trabajo.

 

Y Esther Isla es Dorina, Fiel criada, entrometida, descarada, inteligente e irónica. De todo opina, valiente a decir lo que piensa, aunque nadie se lo haya pedido. Sin ningún género de duda, Dorina es el personaje que marca la diferencia entre un clásico y lo que han conseguido hacer aquí. Manteniendo la esencia del personaje que en su día escribiera Molière, es el punto donde se apoya esa vuelta de tuerca. Destacar de manera especial el gran trabajo que hace esta actriz con una vis cómica espectacular, un enorme trabajo (tanto interpretativo como físico, y es que las carreras que tiene que darse ¡también se deben valorar!) Estamos convencidos de que, demostrando así su talento, esta actriz nos dará muchos y fantásticos personajes que intentaremos no perdernos.

 

José Gómez-Friha dirige con gran acierto esta versión. Acerca los personajes al espectador, rompiendo la cuarta pared en varias ocasiones y dejando que la obra campe a sus anchas por el todo el teatro de La Casa de las Artes. Esta complicidad ha sido muy bien acogida por el público, que se siente implicado en la aventura escénica que, sin lugar a dudas, no existiría sin él.

 

En definitiva, una obra que nadie debe perderse.

Luisa Valares

fotografías: Chuchi Guerra

Revista Atticus