Entrevista a Augusto Ferrer-Dalmau – La épica del pincel

Entrevista a Augusto Ferrer-Dalmau

La épica del pincel

(continuación de la entrega primera publicada 4 septiembre 2017)

 

RA.: ¿Qué sensaciones te provoca el nacionalismo a ultranza? ¿Podríamos decir que los nacionalistas están llevando a cabo un etnocidio de todo lo español? ¿Te parece que fomenta algún tipo de creatividad cultural?

AFD. Es el gran negocio. Simplemente eso, un negocio. Y no hay que darlo más vueltas… Lo que pasa es que este negocio está haciendo daño a nuestra imagen, y sobre todo, a la cultura española. Pero tras de ello sólo hay intereses particulares… O-li-gar-quí-a (esa es la palabra), que mueve muchísimo dinero, y poder. Y, sobre todo, inmunidad. No deja de ser una pequeña república bananera dentro de un país. Y esa es la verdad. Se acabó el textil en Cataluña… y había que buscar otro negocio. Eso es el nacionalismo.

Venden un producto: una raza especial… que España nos roba… Basado en mentiras y victimismo. Y no demos más vueltas. Sólo es eso.

Intentan crear una cultura catalana. Yo no la he visto. La que yo conozco es Urgell, Casas. Son los grandes artistas, incluido Dalí. Esta es para mí la gran cultura catalana, la que preservar, la gran época dorada, el esplendor. Grandes pintores que han marcado una época, un colorido especial… la Escuela d’ Olot, con una gama de colores propia. Todos ellos han creado una época, pero todos ellos se sentían españoles.

Dalí, otro gran artista catalán. Eso es exportar la imagen de la cultura catalana… Por mencionar… Miró, pero nunca habló de política ni de nacionalismo… Conozco grandes pintores y grandes artistas catalanes, pero no tienen nada que ver con el nacionalismo.

Colección de sables y uniformes, en otro rincón del estudio

RA ¿Qué opinas de que otros catalanes como por ejemplo: Pau Gasol, Carles Puyol, Marc Márquez, Loquillo, Estopa, Mercedes Milá, Javier Cárdenas, Rosa Tous, Jordi Labanda, José Manuel Lara, Félix de Azúa, Monserrat Caballé, Albert Boadella, además de ti, seáis amenazados, abucheados, repudiados y agredidos por expresar y defender vuestro derecho a ser españoles?

AFD. La verdad es que tiene gracia. Porque, en general, quien más nos abuchea y nos critica no son catalanes. Muchos de ellos son hijos y nietos de la emigración. Tiene gracia que nosotros, que defendemos la cultura, nuestra forma de ser… con nuestro trabajo…, con nuestra mentalidad… quizás catalana… seamos los abucheados… y los agredidos por ello… tiene sorna que se nos critique por difundir la imagen del catalán…

 

RA.: Digamos que una cosa es la catalanidad y otra muy distinta el catalanismo. Estar orgulloso de ser de una tierra o…

AFD. Es que es muy diferente. Yo estoy orgulloso de ser catalán y de darlo a conocer fuera de mi tierra, y también la imagen de mi familia, de mis abuelos… Un Ferrer-Dalmau está fuera dando a conocer el carácter catalán. Cada uno tenemos una idiosincrasia, una forma de ser… igual que un andaluz o un gallego que se mueven por España, o el mundo y que quien más nos critica son muchos de ellos descendientes de emigrantes… es el absurdo del nacionalismo…

Loquillo, además, es un «tío cojonudo es un rojeras de la hostia» sin embargo, jamás ha sido nacionalista, todo lo contrario, lo ha dicho por todos los medios… y sería un dios en Cataluña si dijera “Visca la independencia”. Le pondrían una estatua en… Pero no. No tiene ninguna necesidad, él es catalán y español y no lo concibe de otra manera.

El mismo Puyol, el futbolista, que ha llamado a su hija Manuela. Y le han puesto de vuelta y media…

Otro, Boadella, que tiene un acentazo catalán. Y mira que siempre ha sido de izquierdas. También creativo. Sus obras tienen un toque y una mentalidad catalana… Y su mujer, también catalana, es una gran pintora, muy buena. Y lo mismo…

Entonces ¿cómo es posible que critiquen a artistas y personas que están exportando y dando a conocer la mentalidad y el carácter catalán? No somos diferentes del resto de los españoles. Sólo es que cada región, o lugar, tiene un carácter particular, propio. Pues los catalanes tenemos también un puntillo diferente, y ese lo exportamos.

 

RA.: Cuando la expresión artística pasa por el tamiz goebbelsiano de la vulgarización y la orquestación, ¿continúa siendo arte o se convierte en mero panfleto propagandístico? ¿Piensas que una mentira que se repite constantemente llega a convertirse en una verdad?

AFD. Sí, claro. ¡Miente, miente… que algo quedará! Es así. Eso han vociferado todos los populismos… y en la cultura pasa igual, en el arte, en el cine… ¡Miente, miente, miente! Y haz creer a la gente que algo es bueno… y lo compran. Marketing puro y duro…

 

RA.: Benjamin Franklin, autodidacta, filósofo, científico, y educador del pueblo, dijo que invertir en conocimientos produce siempre los mejores beneficios. ¿Consideras que las diferentes leyes de educación han servido para fomentar la cultura y el arte o para el sólo alimento divulgativo?

AFD. Ha sido un problema de consideración diferenciar las leyes por provincias, por territorios. Ha sido un gran error de esta democracia. Se debería estudiar una historia de España común, en una lengua común… Se ha dividido tanto la cultura en pequeños corpúsculos, y cada uno la ha interpretado como ha querido. Otra consecuencia del caciquismo.

La Virgen del Empel

RA.: ¿Qué opinas de la educación actual? ¿Y del menosprecio de las ciencias sociales y enaltecimiento de las técnicas, que no científicas?

AFD. Las técnicas son importantes, pero las sociales también, igual. Me preocupa. Sobre todo porque estoy convencido de que un pueblo sin cultura es fácil de dominar, fácil de mentir, no tiene criterio. La cultura te hace libre, de pensamiento y de acción. Cuanto menos cultura, más esclavos…

Hay sectores en el mundo, y en la política en particular en España, no visibles, a los que interesa que haya cada vez más ignorantes. Es una praxis que se ha aplicado a lo largo de la historia y se sigue aplicando. Los dictadores y los tiranos, lo primero que eliminan es la cultura. Muchas veces, la imagen que proyecta un gobierno sobre la defensa de la cultura es un paripé. Sólo se subvenciona lo que interesa. Lo cierto es que el nivel cultural de los jóvenes es cada vez menor, más bajo… Las nuevas tecnologías están bien…, navegan…, ven YouTube…, pero no sustituyen a la cultura.

 

RA.: Ferdinand de Lesseps, empresario, filósofo y diplomático, fue portador de ideas liberales de universalidad, libertad de expresión e igualdad de oportunidades, valorando el esfuerzo personal, desde la cultura, como eje de la sociedad. ¿Crees que el actual modelo educativo en particular y de sociedad en general deja espacio suficiente a la cultura, como elemento necesario del progreso humano?

AFD. En España tenemos la manía de que cuando alguien estudia una carrera, lo hace con el fin de trabajar para otro. Es la mentalidad del español. En este aspecto estamos por detrás de los americanos. En sus universidades hay una clara idea: tú estudias para tener cultura, montar tu empresa y enriquecerte.

En las universidades españolas, en general, no te enseñan a valorar el esfuerzo para ti mismo, sino para que otro se aproveche. Es el gran problema del funcionariado pero también de la empresa privada, trabajar para otro.

Al final, la iniciativa, la inteligencia, la habilidad, la tiene el espabilado que no ha estudiado pero que se arriesga y contrata a los número uno.

Es un defecto de planteamiento inicial y las universidades no enseñan a los alumnos a ser emprendedores. Les enseñan a ser grandes profesionales, pero para trabajar para otros. Es durísimo… si quieres montar algo por tu cuenta hay que ser muy valiente y arriesgado… no sabemos lo que va a pasar.

Muchas veces los que montan los negocios son los irresponsables, los que se saltan los cánones.

 

RA.: España, como Imperio, llevó a cabo un proceso de aculturación en vastos territorios del resto del mundo ¿Consideras que la desculturización actual obedece a un plan prefijado, o crees que, aplicando la Teoría de la navaja de Ockham, la explicación es más sencilla?

AFD. Está pergeñado. No interesa tener un pueblo demasiado culto. Será libre de pensamiento y podrá opinar libremente. La cultura, en segundo o tercer plano. Pan y toros, o pan y futbol. Y para los jóvenes la litrona y el móvil… esa es la cultura.

Regimiento de Caballería del Rey de España

RA.: Hace unos años, la pintura histórica se consideraba el «gran género» porque refleja ejemplos de acciones nobles o elevadas, además de requerir una gran maestría técnica y vastos conocimientos. ¿En tu opinión, ocupa hoy el lugar que le corresponde? ¿Acaso no es también arte contemporáneo? ¿Está, con respecto a las bellas artes españolas, Augusto Ferrer-Dalmau en el lugar que ha ganado por derecho propio, el de un gran maestro en el mundo de la pintura?

AFD. Mi pintura no tiene cabida dentro de la idea que hay ahora de arte contemporáneo. Mi obra, hasta hace pocos días, era considerada poco menos que la de un dibujante de comics. En España, la pintura histórica no está valorada ni reconocida. Hombre, la Academia de Sevilla sí lo reconoce y valora como tal, y las galerías que venden mi obra, pero no en España. Hay determinados sectores o personas, minorías, a quienes les gusta, pero no está en la calle, en el circuito de las grandes obras de arte contemporáneo, no está. No.

Sería un poco chauvinista si dijera que sí. He trabajado y trabajo mucho. Soy un buen Artoholic, es verdad. Tengo el vicio de pintar y un reconocimiento por parte de una Academia que ha valorado mi trabajo. Me siento satisfecho, sí.

 

RA.: Continuando con la nobleza de los temas. Has reflejado en tus lienzos y en la memoria de todos los que le admiramos, escenas y rostros con un arrojo, entereza y dignidad de la que es imposible sustraerse con un mínimo de sensibilidad, y ya no hablemos de sangre… ¿Qué proceso interior sigue FerrerDalmau para pasar de un personaje conocido en la historia a un héroe anónimo?

AFD. La mayoría de mis obras no son sobre héroes conocidos, sino anónimos. El noventa por ciento de mi obra. Yo he pintado y pinto al soldado. Eso no quita que haya algunas figuras emblemáticas, pero mi objetivo es el soldado. Ese que no pintaban antes los reyes, que aparecían solos o rodeados de sus mariscales. En mis cuadros, se ve que la mayoría es soldadesca, los soldados. Puedo pintar a Blas de Lezo o a Gálvez… En el cuadro de la Batalla de Pensacola, por ejemplo, he pintado a Gálvez, pero rodeado de veinte mil soldados. Gálvez es un soldado más, no es el personaje iluminado por un rayo de sol. Está frente al parapeto, pero con él hay otros que están luchando. El abanderado está a su misma altura y hay un soldado que va hacia adelante. Todos son soldados.

Pinto batallas o hechos que tienen que ver con la vida del militar o el soldado. Para mí es tan importante, por ejemplo, Gálvez como el guardia civil de Servicio en despoblado o el tema de La despedida. Los pinto con el mismo cariño y respeto y no tengo ningún problema, no me cuesta nada pasar de un personaje a otro. Todos son igual de importantes para mí. El soldado o los personajes que pinto podemos ser cualquiera. Todos tienen el mismo protagonismo. Me dan igual los galones.

 

RA.: Nos gustaría mucho conocer tu opinión sobre los soldados de la Columna 9ª española (La Nueve) que fueron los que entraron en París con Lecrerc y la frase anecdótica: «Mon general, somos todos españoles, nos puede hablar en español».

AFD. He discutido mucho sobre esto y se lo he dicho a ellos. La culpa de que el bando republicano no ensalce a sus soldados es suya. Elogian la figura política de los de retaguardia, pero al soldado republicano no le han alabado nunca, ni sus hechos heroicos, que los hubo. Y muchos. La Guerra Civil duró tres años y hubo grandes batallas. Todos eran españoles. Igual de grandes los tenían los nacionales como los republicanos. Fueron grandes soldados y sin embargo no se escuchan historias de heroísmo. Y las hubo.

La Nueve era una Compañía de héroes y nadie habla de ellos. Por ejemplo, Pablo Iglesias me habla de Largo Caballero, de políticos y gente de retaguardia, de Carrillo y la Pasionaria, pero no de los muchos soldados que pelearon cuerpo a cuerpo, bayoneta en mano. Ganaron también muchas batallas. T-r-e-s a-ñ-o-s…

En cuanto a lo de París, es muy nuestro. Lo mismo pasó con la División Azul.

Entraron en París las tanquetas con los nombres de Brunete. Estuvieron en la Resistencia y fueron los que pusieron el pecho. Luego hacen presidente a Mitterrand, que pasó por la Resistencia, pero era un emboscado, jugaba a dos bandos… Fuimos los españoles los que dimos el callo porque eran veteranos muy curtidos de la Guerra Civil, y los que ponían las bombas. Eran soldados muy buenos. Con todos mis respetos, el bando republicano habla mucho de las figuras políticas y de ideologías, pero no de soldados, que fueron los que ganaban las batallas. Fueron miles y sólo he leído algunos hechos heroicos: el Ebro, Guadalajara, la Milicia Universitaria en Madrid, pero no les dan repercusión. Habladme de héroes, que los hubo, y no de políticos que estuvieron en la retaguardia…

Pequeños recuerdos del artista en su estudio

RA.: ¿Te gustaría tener la posibilidad de emplear las técnicas pictóricas de los siglos XVI y XVII? ¿Y si te propusieran pintar al fresco, paredes y techos de un edificio público significativo?

AFD. Al final, el resultado es el mismo pero me llevaría el triple de tiempo. No sabría pintarlo, porque nunca lo he hecho. Ni idea. Al final se me acabaría cayendo. Es un trabajo muy artesanal. Si supiese hacerlo, sí me gustaría, claro que me gustaría. Tendría que ir a clase para que me explicaran cómo se hace. [Ríe]

 

RA.: Comenzaste pintando paisajes urbanos y marinas. Después, te has dedicado por entero a reflejar hechos históricos, bélicos, heroicos, personajes de la historia de España y del Imperio español; y a darlos a conocer en todo el mundo. ¿Alguna vez has pensado en un posible cambio o en introducir otros temas?

AFD. No, no, no. Yo me moriré pintando esto. Es más, estoy rechazando encargos de otros países porque quiero seguir pintando España. Tengo mis días contados. Desgraciadamente, no soy inmortal y prefiero pintar todos los cuadros que pueda el tiempo que me queda. Quiero pintar al máximo la historia de España. Lástima no tener más tiempo, pero cualquier día me da un patatús, y se acabó… [Ríe]

Dedico el ciento diez por ciento de mi tiempo a mi trabajo. Es más una obsesión por intentar pintar todo lo que pueda, y que quede… Yo solo soy el que transcribe la historia. Mis cuadros, una vez terminados, pertenecen a todos los españoles… Es así.

 

RA.: ¿En alguna ocasión has sufrido el llamado bloqueo artístico?

AFD. Muchas veces. Día sí y día también. Pasa tiempo hasta que me desbloqueo, pero me bloqueo mucho.

 

RA.: ¿Cómo concibes la sensación de movimiento dentro de tus cuadros, incluso cuando los personajes están parados? Por ejemplo en el caso de Cervantes, el dinamismo, la tensión, es enorme…

AFD. Cervantes está detenido, quieto, pero en tensión, como si se hubiese quedado congelado décimas de segundo tras recibir las heridas y despertase a la lucha… El movimiento se lo doy a los segundos planos, a todo lo que le rodea… al entorno.

RA.: Cuando reflejas una escena ¿es la misma cuando la piensas, la estás realizando, o está finalizada?

AFD. ¡¡¡Noo!!! Comienzo una escena… que voy modificando sobre la marcha.

Parto de una idea preconcebida, pero que en muchos casos termina siendo otra.

 

RA.: Tras imaginar un cuadro ¿realizas varios bocetos? ¿Van en conjunto o en exentos? ¿Te ha gustado en alguna ocasión tanto un exento que se ha convertido en un cuadro aparte?

AFD. ¡Sí! ¡Claro! Las figuras notables, principales… las desarrollo aparte.

Eso no quita que, en muchos casos, los personajes secundarios sean incluso más bonitos que el principal, por eso hay cuadros que nacen de personajes secundarios de otros cuadros.

 

RA.: ¿Qué utilizas habitualmente para los bocetos: lápiz, carboncillo…?

AFD. Prefiero el lápiz… Ensucia menos… Tampoco defino mucho… Me interesan, sobre todo, los volúmenes.

 

RA.: Está claro que eres un trabajador incansable en todos los sentidos, pero ¿cuántas horas duermes? ¿cuántas pasas delante de un cuadro? ¿Cuántos amaneceres te han sorprendido pintando?

 

AFD. Duermo una media de cinco horas. Puedo pasarme delante del lienzo tranquilamente diez horas y… olvidarme de todo lo que me rodea… Y…, por supuesto, he visto muchos amaneceres pintado… Con mis horarios es muy habitual.

 

RA.: Has realizado varios viajes a territorios en guerra o entornos hostiles para destacar y reivindicar la labor de los soldados ¿Qué se lleva Ferrer-Dalmau cuando va de misión con el ejército? ¿Y qué trae Augusto de esas zonas?

AFD. Me llevo incertidumbre. No tengo claro lo que voy a ver y pintar. Pero, cuando regreso, traigo las ideas muy claras acerca de lo que quiero trasmitir. Y, sobre todo, una gran satisfacción de haber estado con nuestros soldados. Sin duda, ¡los mejores del mundo!

 

RA.: ¿Cómo conjugas el militar con el artista?

AFD. Para pintar la historia militar, hay que pensar como soldado, haber «mamado» desde pequeño este mudo. Y, en mi casa… Mi madre, hija de militar, me trasmitió estos valores. Fue ella, sin duda, la que me «forjó».

 

RA.: ¿Qué reconocimiento, logro, te gustaría conseguir, más allá de las condecoraciones militares, diplomáticas, oficiales?

AFD. El único reconocimiento que me interesa es el del público. El hecho de poder proporcionar profundas alegrías a todos aquellos que nos sentimos huérfanos de ese orgullo español. Ese mismo que echamos en falta en las instituciones.

 

RA.: ¿Tiene Augusto un gran sueño?

AFD. Mi sueño lo estoy haciendo realidad.

 

Tenemos que dar por finalizada la entrevista mucho antes de lo previsto. Nos quedan muchas preguntas en nuestras libretas y otras muchas más en nuestras cabezas que nos han surgido tras la amena charla con Augusto Ferrer-Dalmau, el pintor de las batallas. Conscientes de estar ante uno de los grandes genios contemporáneos, nos sorprende su verbo, su inmenso bagaje cultural y sus enormes ganas de transmitirnos su  gran pasión: la pintura histórica. Abandonamos su estudio con una doble sensación: inmensa alegría por haber disfrutado de la conversación con Augusto, un hombre genuino; y un poquito de mala conciencia por haberle robado un gran trozo de su valioso tiempo. Esperamos que la Historia nos sepa perdonar.

 

Aunque una imagen vale más que mil palabras…

Augusto es un hombre joven, de ojos oscuros y penetrantes. Fuerza, observación y dinamismo en la mirada. Cierto aire de niño bueno, ingenuo y travieso, y de soldado dieciochesco, honrado y gallardo.

Curioso, atento. Nada se le escapa. Tímido, pero decidido. En guardia, se relaja cuando se siente a gusto.

Sus ademanes son delicados, elegantes, distinguidos. Transmite fuerza y juventud. Refinamiento y determinación. Clase y rotundidad.

Muy educado. Escucha e interioriza, opina y se expresa sin trabas. Poseedor de un  gran sentido del humor. Buen conversador, expresivo, profundo, entusiasta y jovial.

Tremendamente inteligente, mezcla hondas pinceladas de reflexiva sabiduría con estratégicos, aunque espontáneos, tintes de fina ironía. Habla fluida y apasionadamente, y sus gestos, además de una estupenda voz, remarcan sus palabras. Mira a los ojos, de frente. Enfatiza aquello que quiere destacar.

Amplia sonrisa que llena el espacio. Cuando ríe, lo hace sinceramente, con ganas.

Todo en él es auténtico, único. Orgulloso de ser quien es, catalán y siempre español. Soldado y artista, y ante todo, honorable.

Una palabra le define, al soldado, al artista, al hombre. Con mayúsculas. Un nombre propio, el suyo:

 AUGUSTO

 

Pilar Junquera Gago – Carlos Ibañez

fotografías: Chuchi Guerra

Revista Atticus