Concierto de Miguel Bosé en Simancas (Valladolid)

Concierto de Miguel Bosé en Simancas

Estaré

Tenía nueve años cuando un domingo camino del Pinar mi padre puso en el radio cassette del coche la cinta “del chico este, el hijo del Dominguín y la Lucía Bosé” y comenzó a sonar Linda. Parece que fue ayer. Crecí escuchando a Bosé y me ha acompañado estos cuarenta años convirtiéndose en la banda sonora de los buenos y los malos momentos; y ayer el Duende nos visitó en Simancas para recorrer juntos tantos recuerdos.

Ocho amigas que llevábamos meses madrugando cada día con una de sus canciones -hicimos un grupo de WhatsApp para calentar motores- nos reunimos a las siete de la tarde para empezar a disfrutar del momento mágico que pocas horas más tarde daría comienzo. Amigas que compartimos la ilusión, los recuerdos y los nervios. Y como nosotras, parejas, familias y pandillas fueron llegando al recinto. Se dirigían allí, como nossotras, con sus recuerdos y vivencias con la misma música de fondo.

Hablo en primera persona para describir la emoción cuando el escenario se iluminó y comenzaron a salir los componentes de la banda (¡Y que banda, impresionante!). Sabiendo que Miguel Bosé estaba a punto de pisar las tablas. Pero entiendo que miles de almas latiendo al unísono contarían lo mismo. Con permiso, pongo voz a un público entregado.

Entró Sereno, llenó el escenario con su presencia y el Duende se apoderó de la noche.

Una chica que estaba detrás de nosotras repetía sin parar: “no me lo puedo creer, es Miguel Bosé, madre mía, me muero” y siguió con su mantra hasta que las luces se apagaron.

Un Miguel entregado nos habló de compromiso, de solidaridad y con Nada Particular lanzó un mensaje lleno de intenciones, de las buenas, un mensaje de Paz. Un Bosé con cuarenta años de carrera nos hizo vibrar, bailar y cantar hasta quedarnos afónicos aquellos primeros temas que a más de uno nos empañaron los ojos. Morir de amor, Creo en tí,  Don Diablo, La Chula, Linda… siempre Linda.

Un gran artista que fue cercano, que al hablar se le notaba una voz algo rota seguramente castigada por la gira que lleva a sus espaldas y que al cantar con una sensibilidad extraordinaria suplía con creces ese cansancio. Una sonrisa permanente y contagiosa y un diálogo sincero.

Uno de los momentos más emocionantes de la noche fue la presentación de Estaré. Además de ser un tema de gran belleza y de dar título a la gira, es un canto de esperanza. Dedicada a los padres y a las madres que aunque un día ya no estén, seguirán por siempre en el corazón de sus hijos. Una letra inspirada en su experiencia como padre que les dice a sus hijos que mientras resida en los recuerdos, residirá en su alma.

Y del presente más inmediato el Aire soy y al aire nos devolvió a aquella Nena, a la Morena Mía -que también puede ser rubia, pelirroja o teñida- a las que un Lobo seguía sus huellas. Se preguntaba qué haría Si No Vuelves, como todos nos hemos preguntado alguna vez. Nos embrujó Sevilla, compartió a su Amigo y nos regaló una propina que nunca es suficiente si no canta Te Amaré. ¿Qué tendrá esa canción que para los seguidores de Miguel Bosé es tan especial? ¿Será que al caer de cada noche esperaré a que seas luna llena? Y la chica de atrás abandonaba lentamente el recinto repitiendo: “no me lo puedo creer, es Miguel Bosé, madre mía, me muero”.

Un padre caminaba de la mano de su hija de no más de nueve años, grupos mixtos -más hombres de lo que en otras ocasiones creo haber visto en un concierto de Bosé- se dirigían al pub para alargar la fiesta, varias parejas con los brazos entrelazados sonreían con su canción aún resonando en su cabeza y nosotras nos fuimos a tomar algo para que el ángel siguiera allí. Y de nuestra copa tranquila del “después” recogí estas frases:

“Ha estado pletórico, se notaba que estaba a gusto”-dijo Eva.

“Me ha hecho sentir viva” -añadió Merce.

“Ha sido insuperable” -opinó Pili.

“Es un currante, el concierto estaba súper trabajado y cada vez brilla más” -según Rosa

“Sin palabras” -todavía emocionadas Ana, Marta e Isabel.

Y así en cada rinconcito de Simancas un Pedro, varias Lauras, Jaimes y Sonias, comentaban lo que acabábamos de vivir.

Una noche que se presentaba fría, Miguel, que sigue siendo muy sexi, caldeó  con sus movimientos sensuales e intencionados y fue al final el sueño de una noche de verano.

Si alguien esperaba una crítica más objetiva debería pescar en otras aguas. Esta es mi crónica, todavía bajo el influjo de las estrellas que iluminaban el escenario.

Gracias Simancas, gracias Miguel, gracias Duende.

Pilar San Juan

fotografías: Chuchi Guerra

Revista Atticus