Exposición Retorno a la belleza, Fundación Mapfre, Madrid

Retorno a la belleza. Obras maestras del arte italiano de entreguerras

Exposición en la Fundación Mapfre, Madrid

Armonía, equilibrio y orden son las tres palabras clave para adentrarse en el arte italiano de principios del siglo XX, deudor de una idea de clasicismo y matizado a veces por sutiles y enigmáticas atmósferas cargadas de misterio y soterrada inquietud.

Daniela Ferrari

Giorgio de Chirico Piazza d’Italia (Souvenir d’Italie) [Plaza de Italia (Recuerdo de Italia)], 1924-1925 Óleo sobre lienzo, 60 × 73 cm Mart, Museo di Arte Moderna e Contemporanea di Trento e Rovereto. Colección L. F. inv. MART 2173 © Giorgio de Chirico, VEGAP, Madrid, 2017
En la Fundación MAPFRE, en su sede madrileña del Paseo Recoletos 23, se puede visitar la exposición Retorno a la belleza. Obras maestras del arte italiano de entreguerras. Una muestra que viene a completar el periodo en la historia del arte italiano que se inició en el año 2013 con la exposición Macchiaoli. Realismo impresionista en Italia; teniendo continuación al pasado ejercicio con Del divisionismo al futurismo.

La Entidad ha logrado reunir un centenar de obras (de las más representativas) de artistas clave tanto en la pintura metafísica (Giorgio de Chirico, Alberto Savinio, Carlo Carrà) o en la pintura del grupo Novecento (Mario Sironi, Achille Funi, Mario Sironi, Ubaldo Oppi) y de aquellos otros que emprendieron un camino en busca del realismo mágico (Felice Casorati, Antonio Donghi, Cagnaccio di San Pietro). A estos artistas, se les unieron otros que aunque no se encuadraron en movimiento alguno sí que participaban, de una manera u otra, en la misma poética (Pompeo Borra, Massimo Campigli, Marino Marini).

 

La muestra ha sido posible gracias a la colaboración del Mart, Museo di Arte Moderna e Contemporanea di Trento e Rovereto; a instituciones internacionales como la Pinacoteca di Brera, el Museo del Novecento de Milán, la National Gallery de Praga, el Museé d’Art Moderne de la Ville de París o el Museo Morandi; así como coleccionistas particulares que han cedido sus obras para la exposición.

Como viendo siendo habitual, la Fundación Mapfre nos propone un recorrido expositivo que, en esta ocasión, se articula en siete secciones:

Antonio Donghi Donne per le scale [Mujeres en la escalera], 1929 Óleo sobre lienzo, 146 × 100 cm Banca Monte dei Paschi di Siena
  • Metafísica del tiempo y del espacio
  • Evocaciones de lo antiguo
  • Regreso a la figura. El retrato
  • El desnudo como modelo
  • Paisajes
  • La poesía de los objetos
  • Las edades de la vida

A lo largo del mismo nos podemos encontrar con piezas excepcionales por su calidad y belleza plástica de artistas tan reconocidos como Giorgio de Chirico o un deslumbrante (y para mi desconocido) Cagnaccio di San Pietro.

Giorgio de Chirico anticipa, ya desde 1910, el sentimiento de nostalgia nacido de la mirada al pasado que va a impregnar toda la pintura europea durante los años veinte y treinta del siglo XX. Carlo Carrà, plantea una interpretación metafísica del tema del bodegón en una composición de objetos cotidianos. La etapa de la pintura metafísica, que cuenta entre sus características con la falta de referencia espacial o temporal en sus composiciones, llegará a su término en los años veinte, cuando sus protagonistas se ven atraídos por un clasicismo moderno y un regreso al oficio que los lleva a inspirarse en la pintura de los grandes maestros, de Giotto a Paolo Uccello, de Piero della Francesca a Masaccio.

En la muestra podemos encontrarnos con obras de artistas que participaron en un movimiento conocido como Novecento, ubicado en la Lombardía y que se dieron a conocer a raíz de la exposición celebrada el 26 de marzo de 1923, en la galería de Lino Pesaro de la Via Manzoni de Milán, aunque no serían reconocidos hasta el año siguiente, año en el que se celebró la Bienal de Venecia. Algunas de estas obras tenían un ojo puesto en el cubismo y el otro en los primitivos, creando un arte basado en el mundo de las ideas frente al mundo de los sentimientos y las sensaciones.

El retrato es el protagonista de otra de las secciones. Durante los años veinte del siglo pasado había un gran interés por la realidad objetivo de los artistas italianos. Esto se tradujo en una vuelta al interés por los maestros antiguos y, por consiguiente, en un especial interés por la técnica empleada. El retrato se convirtió en el protagonista.

El tema del desnudo tuvo una amplia difusión. En la muestra podemos encontrar una sección dedicada a este aspecto como una buena selección de obras con referencias a Masaccio o a Rafael.

Felice Casorati
Concerto [Concierto], 1924
Temple sobre tablero de contrachapado, 152 × 151 cm
RAI. Direzione Generale, Turín. INV. 00160033
© Felice Casorati, VEGAP, Madrid, 2017
Obras de Mario Sironi, Carlo Carrà p Giorgio Morandi integran la sección de Paisajes. Unas visiones muy personales de vistas tanto urbanas como rurales con unos valores pictóricos y plásticos basados en la tradición.

La poesía de los objetos sigue indagando en una vuelta a los géneros tradicionales, en los que no podía faltar el bodegón, las naturalezas muertas. En las obras expuestas podemos encontrar referencia a uno de los grandes revolucionarios de la historia del arte como fue Paul Cézanne. El bodegón ofrecía la posibilidad de ejecutar obras con un dibujo claro y definido, con revelación de formas y volúmenes geométricos. El bodegón fue el principal objetivo para esa vuelta al clasicismo. Podemos encontrar obras de Morandi, Severini, Antonio Donghi o Cagnaccio di San Pietro.

La última sección lleva por título Las edades de la vida. Magnífico apartado que constituye un buen resumen de la muestra. Tal vez el viajero presuroso, debería de empezar con este apartado sino tuviera tiempo para acometer toda la exposición. Maternidades, ancianos, jóvenes, serán motivos comunes en las obras de la pintura italiana de este momento.

Felice Casorati
Ritratto di Renato Gualino [Retrato de Renato Gualino], 1923-1924
Óleo sobre tablero de contrachapado, 97 × 74,5 cm
Istituto Matteucci, Viareggio
© Felice Casorati, VEGAP, Madrid, 2017
Destacaría obras como Retrato de Renato Gualino de Casorati presentadao en la Bienal de 1924, hace homenaje a las poses antiguas, como si de un joven rey de Quattrocento se tratara. El niño, peinado a lo paje (anacrónico para nuestro días), adornado con un paño y un bastón. Por detrás de él una cortina rosa simboliza un telón, como si estuviéramos en el teatro de la vida. Al fondo, en la penumbra, dos figuras en clara alusión a los maestros antiguos italianos.

Pero si tuviera que quedarme con algunas de las obras expuestas mi elección recaería en tres del artista mencionado al principio y que ha constituido todo un descubrimiento. Se trata de Cagnaccio di San Pietro y su tríptico Madre. La vida. El dolor. La gloria, 1923, La familia, 1932-1934 y La partida, 1926. El artista en realidad se llamaba Natalio Bentivoglio Scarpa (1897 – 1946). Falleció cuando tanto solo contaba con cuarenta y nueve años, truncando así una carrera de lo más prometedora. Su pintura se apartaba un poco de las audacias futuristas para orientarse hacia los valores tradiciones. Así no es de extrañar que escogiera y firmara (de forma muy curioso) sus obras, a la manera de los maestros del pasado. Son obras de un realismo exagerado y tajante. Con un dibujo duro y analítico, donde aísla objetos y personajes, sumergiéndolos en una atmósfera enrarecida.

En el tríptico, hay ecos a la obra de Mategna, no solo la disposición de ese cuerpo muerto. Expresa la parábola de la vida, centrado en la figura de la madre, mujer y diosa cristiana, que sobrevive al hijo y culmina su existencia con el recuerdo de los momentos dolorosos. Divide el cuadro en tres escenas, tres momentos que corresponden con los sentimientos de amor de la maternidad, de dolor por el hijo desaparecido en la guerra (con una magnífica Piedad laica) y de gloria con el amargo consuelo tras el sacrificio.

 

 

Firma de Cagnaccio di San Pîetro. Apunte del autor artículo.

 

En La familia, representa a los humildes habitantes de la isla de pescadores de San Pietro in Volta donde se había desarrollado su vida, una laguna veneciana. Una anciana vestida de luto apoyada en una silla a modo de reclinatorio, reza mientras desgrana las cuentas del Rosario, con la mirada ausente, entristecida, rodeada de los miembros jóvenes de su familia. Destaca el tratamiento de los rostros y la ropa de la anciana, como una mancha negra que domina el espacio.

Cagnaccio di San Pietro
La partenza [La partida], 1936
Óleo sobre lienzo, 118 × 96,3 cm
Cortesía de Galleria Gomiero, Milán/Padua
La Partida, una pareja de ancianos al borde de un muelle, con la luz crepuscular incidiéndoles. Ambos muestran una mirada grave, ausente, proyectada hacia el horizonte, en busca del alguien que ha emprendido la partida. Ella muy triste, él resignado, acometen la dureza del final de sus vidas.

Con cierta nostalgia, pero con el espíritu reconfortado, abandona uno las salas de la Fundación sabiendo que ha tenido la oportunidad de disfrutar de un conjunto sin igual de pintura que constituye una ejemplo de la belleza que un artista puede crear en un momento en que los tiempos precisamente no estaban para dedicarse a la contemplación. Artistas que crearon sus obras a partir de los principios de la sencillez o el dibujo bien definido, en su afán de huir de lo artificial, de lo caprichoso o lo individual. Obras que muestran que la modernidad en Europa, en aquellos años locos no solo se daba en París.

Os dejo un enlace para realizar una visita virtual gracias al esfuerzo de la Fundación MAPFRE.

Visita virtual.

Luisjo Cuadrado

Revista Atticus

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