III Festival de Flamenco de Valladolid

III Festival de Flamenco de Valladolid

La Sala Borja fue el escenario de la Tercera Edición del Festival Flamenco del Centro Sentidos de Valladolid, tomando el relevo al auditorium de la Feria de Muestras, en el que se celebraron las dos anteriores.

Con la presentación un año más del hilarante J. J. Vaquero, de nuevo un gran elenco de artistas, reunidos por Rubén Borjas y Elisa Gabarri, “Mimi”, hicieron que el espectáculo fuese de primera categoría.

Si en ediciones anteriores contaron con figuras del baile como Antonio Canales, Paloma Fantova, La Lupi, Gema Moneo o Antonio Losa, en esta edición eran Sergio Aranda e Irene “La Sentío”, junto a los propios Rubén y Mimi. Además destacaba en el cartel Eduardo Serrano “El Güito”, veterano bailaor, toda una leyenda del baile que sin embargo sorprendió en otra faceta, el cante (algo que no se le conocía en público), interpretando un bolero por bulerías. Todos ellos estuvieron acompañados al toque por Yeray Cortés, Jesús Heredia y Maurizio del Río, y al cante por Leo Treviño, Santi “El Moreno” y José Manuel Fernández.

Irene “La Sentío”, conocedora de escenarios de muchos países, puso su garra y su técnica al servicio del espectáculo.

Por su parte Sergio Aranda, no menos internacional pese a su juventud, puso sobre el escenario su genuina personalidad para el baile.

Y Rubén y Mimi demostraron lo aprendido en Amor de Dios, la afamada  academia de baile flamenco en la que se han formado y que ahora trasmiten a sus alumnos en su academia de la calle Delicias.

Entre todos desgranaron seguirillas, alegrías, soleares, tientos-tangos, etc. hasta un “fin de fiesta” todos juntos con las inevitables bulerías.

Con estos festivales, que ya van por la tercera edición, los titulares del Centro Sentidos pretenden presentar en Valladolid “el flamenco duro, el flamenco de calle, el flamenco que se hace en casa, el flamenco de tablao como decimos, que no es el flamenco estilizado que hacen otros artistas; es ese flamenco duro que les da igual las luces del escenario o el vestuario porque lo que hacen es salir a actuar y comerse el escenario; un flamenco que impresiona cuando lo ves, que te entra un shock, y muchos no son conocidos y por eso hemos querido darles a conocer”, en palabras de Elisa Gabarri.

 

CENTRO SENTIDOS

Rubén y Mimi, con la pasión del flamenco en sus venas, abrieron el Centro Sentidos en Valladolid para trasmitir a sus alumnos lo que ellos han aprendido, y siguen aprendiendo, en la academia madrileña Amor de Dios, a la que comenzaron a acudir desde muy jovencitos y a la que Rubén define como una “fábrica de flamenco, por la que han pasado las mejores figuras del baile”.

En Valladolid ensayaban dónde y cómo podían, que no era mucho: en un parque, en una parada de autobús, etc. Era frecuente que el padre de Rubén les proporcionara un palé del mercadillo para que pudieran taconear, en plena calle, lo que provocaba que la gente se quedara mirando con semblante de extrañeza.

Cuando su economía se lo permitía acudían a Madrid a formarse. Su pasión por el flamenco hacía que incluso llegaran a racionarse la comida, para poder estar más días en Madrid.

Y es que para este bailaor vallisoletano, “el flamenco es todo fatiga, es todo dolor, sacrificio, toda una vida que estás ahí luchando mucho, el flamenco verdaderamente bueno es el que duele en el alma”.

Para ellos bailar se ha convertido en una necesidad. Elisa lo explica: «nos levantamos por la mañana y en lo primero que pensamos es en bailar, en mejorar una patada, o plasmar una inspiración del momento; estamos comiendo y damos toquecitos en la mesa; es todo el tiempo, el flamenco una vez que entras te enamora tanto, te entra tan dentro que no ves más allá, te da igual todo lo demás, estoy deseando que lleguen las cuatro de la tarde para venir al estudio y ponerme a sudar. Hace poco nos han denunciado los vecinos porque me levanté a las cuatro de la mañana y no dormía, porque como se te cruce un baile no duermes, estás moviendo la cabeza y los pies y no puedes dormir, así que me levanté me fui al comedor estuve dos horas bailando y los vecinos se quejaron”.

Rubén también indica que afirmar que el flamenco es para ellos un sueño no es solo una frase hecha: “muchas veces por la noche durmiendo se nos mueven los pies sin querer, y luego piensas que puede ser el nuevo paso que es el que va a encajar bien en el espectáculo, y sale una patada buenísima”.

Por todo ello siguen yendo a Madrid cuando pueden, aunque solo sea un mes al año, para ponerse al día “porque el flamenco va evolucionando cada día, no tiene fin, para renovar, ver las cosas nuevas, conocer a gente nueva”, señala Elisa.

 

Festival flamenco de Valladolid

De esta pasión surge la idea del organizar el festival. Aunque en realidad la magnitud del mismo, con figuras de talla internacional, les surge de un “corajillo” en expresión de Elisa: se les ocurrió ponerse en contacto con otras escuelas de flamenco de Valladolid y hacer un espectáculo conjunto, actuando los profesores de cada escuela para así dar a conocer estos centros. Se ofrecieron a organizarlo ellos, contratar y pagar ellos a los músicos, etc. De tal manera que el resto fuera ya a mesa puesta y no solamente sin tener que pagar nada por la organización sino que incluso cobrarían por actuar. Sin embargo, sorprendentemente, todos les dijeron que no. Esa negativa generalizada encorajinó a Elisa y pensó “ahora van a ver, en vez de hacer un espectáculo con lo mejor de Valladolid lo vamos a hacer con lo mejor del mundo”. Así que cogió el teléfono y llamó a Amor de Dios para plantear organizar en Valladolid un espectáculo fuera de lo normal, con las mejores figuras del momento.

Y ya van por la tercera edición.

Rubén y Elisa son optimistas respecto al panorama de la danza flamenca: “cada vez hay más gente flamenca, cada vez llega a más sitios, el flamenco está llegando a todos los lugares del mundo”.

Fernando Pastor

fotografías: Chuchi Guerra

Revista Atticus

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