Crítica película Julieta de Pedro Almodóvar

Crítica Julieta. Un nuevo Almodóvar

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Ficha

Película: Julieta.

Dirección y guion: Pedro Almódóvar.

Reparto: Emma Suárez, Adriana Ugarte, Inma Cuesta, Rossy de Palma, Michelle Jenner, Pilar Castro, Nathalie Poza, Darío Grandinetti, Daniel Grao.

País: España. Año: 2015. Duración: 95 min. Género: Drama.

Música: Alberto Iglesias.

Estreno en España: 8 Abril 2016.

Calificación por edades: No recomendada para menores de 12 años.

 

Sinopsis

Julieta vive en Madrid con su hija Antía. Las dos sufren en silencio la pérdida de Xoan, padre de Antía y marido de Julieta. Pero el dolor a veces no une a las personas sino que las separa. Cuando Antía cumple dieciocho años abandona a su madre, sin una palabra de explicación. Julieta la busca por todos los medios, pero lo único que descubre es lo poco que sabe de su hija. La película habla de la lucha de la madre para sobrevivir a la incertidumbre. Habla también del destino, del complejo de culpa y de ese misterio insondable que nos hace abandonar a las personas que amamos, borrándolas de nuestra vida como si nunca hubieran significado nada, como si no hubieran existido.

 

Comentario

Nadie discute que Pedro Almodóvar tiene un estilo propio. Desde Pepi, Lucy, Bom y otras chicas del montón (1980) hasta Julieta (2016) son veinte películas que cada una de las cuales lleva su impronta y en su conjunto confiere un cine personal, de autor, pues se enfrentó a los cánones que hasta entonces regían convirtiéndose así en un iconoclasta. Películas que podrán o no gustar (me quiero olvidar de Los amantes pasajeros, 2013), pero lo que nadie duda es que son reconocibles como un producto del director manchego. Es decir, tiene un estilo definido. Creo que esto es una de las mejores cosas que se puede decir de un creador. Ya sea en el campo de fútbol, donde destaca en los último años el Fútbol Club Barcelona con su juego de toque al que podemos añadir los gloriosos años que nos ha proporcionado (y esperemos que siga así) nuestra selección nacional de fútbol con su famoso tiqui-taca. En el mundo del arte tenemos ejemplos muy claros con un estilo definido y bien característico en las obras de Botero (con sus inmensas gordas), Dalí o Picasso. Son algunos ejemplos. En el cine, en los últimos años, Tarantino también imprime su sello característico. Y así podíamos seguir en diferentes disciplinas. Ya me gustaría a mí (en eso estoy) de encontrar mi estilo, de encontrar mi voz a la hora de hablar de cine. Pedro Almodóvar tiene ese sello personal que hace que su cine sea reconocible. En sus películas podemos encontrar unos diálogos brillantes (en sus comienzos provocadores); un humor cercano al surrealismo; en una primera fase con una clara influencia del neorrealismo italiano a la Nouvelle Vague (rodaje con pocos medios, presencia cámara al hombro o personajes reales que no son actores). Un rasgo diferenciador es, sobre todo en sus inicios, la estética del Pop-Art, incluso pretenciosa, cursi o de mal gusto, pasada de moda (kitsch). En las últimas entregas permanece esa fuerza estética simpar. Almodóvar maneja como nadie los códigos de los colores. Su cine es el cine de la pasión, intenso y desmedido  y su ley es la ley del deseo. Su cine es rojo carmín, bermellón, azul Prusia, cerúleo, amarillo…  Incluso con la novedosa presencia del color blanco como importante contrapunto. El género donde se puede encuadrar sus obras es el melodrama con la mujer como principal protagonista. Es, ha sido y será un estudioso de la mujer. Es el que mejor las comprende y las ha llevado a la gran pantalla. Prostitutas, travestís, amas de casa, madres, hijas. Todo el universo femenino. Y, por último, otro rasgo característico es el uso de primeros planos centrados en el rostro de los actores o primerísimos planos de detalle como unos tacones o en el caso que nos ocupa, ese juego con la tela roja meciéndose con el aire con el que arranca Julieta, maravilloso e hipnótico que constituye un magnífico preámbulo.

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Lejos de aquel agitador cultural inmerso en «la movida» en Julieta vemos una obra contenida, llena de drama y tragedia que llega a nuestros corazones sin que para ello haya tenido que recurrir, el director manchego, a la lágrima fácil. Es más, hay ausencia de lágrimas (hasta en los momentos más trágicos y que estaría plenamente justificados). Al principio asistimos a lo que parece un cambio de vida al realizar una mudanza en la vida de la pareja Julieta/Lorenzo. Pero, un encuentro casual con Bea (una antigua e inseparable amiga de su hija Antía) provoca una catarsis en Julieta. Vemos como se le muda la cara al saber que su hija está más delgada, que vive cerca de Como y que tiene ¡tres hijos! Ahí es cuando el espectador se da cuenta de que algo ha pasado en la vida de Julieta para que no sepa que ha sido abuela. Nos intriga y nos engancha. Y a partir de ahí, asistimos al relato doloroso por medio de una especie de diario de una madre a la deriva emocional que le hace cambiar los planes originales y volver a la casa donde vivió con su hija para tratar de reencontrarla allí donde fueron felices.

Uno de esos rasgos característicos en la producción de Almodóvar es el gran trabajo que hay en la interpretación. De siempre se ha dicho que es un mago en la dirección de actores/actrices y que esa fama le granjea simpatías entre este gremio. Se lo disputan. Emma Suárez es una de nuestras grandes actrices. Ella es la encargada de interpretar a una Julieta en su edad madura, esa misma edad en que le ha llegado el papel de Almodóvar. Una madre que ha sufrido demasiados reveses en la vida pero que quizás el más doloroso es el que no acaba de comprender: la marcha de su hija sin ninguna explicación (esto podía ser considerado como un spoiler, pero es que lo dice la sinopsis oficial, que a mi entender desvela demasiada información). Es un gran trabajo, nada fácil, pues tiene que estar muy contenida en un personaje complejo. Su adolescencia la interpreta una Adriana Ugarte maravillosa. Dulce, encantadora. Con ella, como profesora de literatura clásica, habría mucho más amor hacia los textos clásicos. No me refiero tanto a lo físico sino a la pasión que aflora al comentar un texto en su clase. Lo borda.

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Este recurso de emplear a dos personas para un mismo papel en diferentes épocas tiene un enorme riesgo, pero el director manchego lo ha sabido solventar de forma brillantísima. Es clave el momento de la elipsis en que ambas son una misma persona. Los más entendidos en cine dicen que esto ya lo hizo Bergman en Recuerda. Resulta mucho más convincente, el uso de dos personajes para un mismo papel, que hacer envejecer al protagonista mediante largas horas de maquillaje con un resultado que, a veces, roza el ridículo. Inma Cuesta brilla con luz propia. Rossy de Palma está que se sale con un papel lleno de gracia y de mala baba. Nos quedamos con ganas de ver más tiempo a Michelle Jenner. Como se ve hay una renovación en «las chicas de Almodóvar». Savia nueva. En el lado masculino tenemos al inmenso Dario Grandinetti quien con su sola presencia en la pantalla ya transmite algo. Y así actúa como Lorenzo, como ese compañero necesario en nuestra vida que asiste al dolor de Julieta sin poder hacer más que eso, que observar, calladamente, y estar ahí junto a ella, a su lado, con mucho respeto. Y Daniel Grao que cumple con creces en su papel de marido de Julieta. No faltan los habituales cameos típicos en las producciones de Pedro Almodóvar: su hermano Agustín, su amiga Elena Benarroch, Bimba Bosé o Esther García, productora.

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La puesta en escena es elegante, delicada y muy sobria. Resulta muy potente. Desde esos llamativos interiores del tren donde Julieta conoce al que será su marido, hasta la decoración de las distintas habitaciones en que sucede la acción. Papeles pintados imposibles, obras pictóricas (Serra o Lucien Freud), paredes de colores vivos o mobiliarios pop-art. El juego que hace en algunos momentos del plano y contraplano del rojo pasional al virginal blanco es magnífico (con Emma Suárez y Darío Grandinetti). Ahí es un genio Almodóvar. Por el contrario nos encontramos con una narración  pausada, sin excesivos artificios, ni exageración chiflada. No falta ese elemento mágico de un ciervo corriendo tras el tren. Todo está atado, contenido, y fluye de forma natural en el drama que supone perder lo que uno más quiere y en tratar de recuperarlo. Incluso ese final está excelentemente logrado, pues sales del cine queriendo saber más, queriendo saber qué es lo que va a pasar a continuación con nuestros protagonistas. Otro gran mérito.

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El guion es obra del propio Almodóvar, algo habitual en él. Se ha basado en tres relatos de la premio Nobel de Literatura Alice Munro: Destino, Pronto y Silencio. Precisamente así se iba a llamar esta última entrega, pero la coincidencia con el film a punto de estrenarse de Martin Scorsese le desaconsejó su uso. Había una Juliet como protagonista pero no con una trama lineal. Almodóvar en un principio pensó en ambientarla en Canadá como la obra original. Tuvo que desechar la idea para retomar el libreto un par de años después y centrarse en España. Esta obra supone la tercera adaptación de un texto ajeno, tras Carne trémula (1997) y La piel que habito (2010).

La banda sonora es la acentuación de la película, poniendo los signos –las tildes- justo allí donde son necesarios. Como siempre ahí está, brillante, Alberto Iglesias. Se echa en falta algún tema vocal (aunque parezca mentira, nadie canta en esta ocasión en la cinta) del tipo de Concha Buika o Caetano Veloso. Aunque eso sí, en los títulos de crédito echa mano de su amada Chavela Vargas, con el tema Si no te vas (lleno de dolor, claro está, y esa voz rasgada tan peculiar).

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Todo esto hace que Julieta sea una película muy interesante tanto en la producción almodovarina como en el panorama actual de nuestro cine. Parece que el director haya querido cambiar todo para que todo siga igual. De ahí todo el plantel nuevo de protagonistas (salvo Grandinetti), la ausencia de canciones e incluso un nuevo director de fotografía, Jean-Claude Larrieu (atención a un bellísimo plano interior con Julieta de blanco escribiendo –ver fotograma arriba-). Julieta tiene una estructura sólida, con buenos diálogos, estudiados planos y su mayor activo radica en la manera en qué está narrada: de forma pausada contenida y sólida. Si a esto le sumamos unas grandes interpretaciones, sobre todo de las dos mujeres que acometen el papel de Julieta: Emma Suárez y Adriana Ugarte (con uno de los mejores ejemplos de elipsis, sin brusquedad y sin saltos molestos) nos encontramos con un Almodóvar más preciosista y formal que nunca. Nace un nuevo Pedro Almodóvar. Bienvenido.

P.D. Una pega a El Deseo y la distribuidora Warner Bros. En estos tiempos que vivimos no es de recibo no tener una página web de la película en condiciones con contenido multimedia de acceso general, tanto para particulares como para profesionales. Ni una ni otra la tienen. Han sido capaces de crear una para el Facebook, sin más. Lamentable.

Os dejo un tráiler:

Imagenes de Julieta, distribuida en España por Warner Bros. Pictures International España © 2016 El Deseo. Todos los derechos reservados.

Luisjo Cuadrado

Revista Atticus

 

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