Crítica película Un día perfecto de Fernando León de Aranoa

Un día perfecto

La labor humanitaria: la guerra dentro de otra guerra

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Título original: A perfect day.
Dirección: Fernando León de Aranoa.
Interpretación: Benicio del Toro (Mambrú), Tim Robbins (B.), Olga Kurylenko (Katya), Mélanie Thierry (Sophie), Fedja Stukan (Damir), Eldar Residovic (Nikola).
Director de fotografía: Alez Catalán A. E. C.
Dirección de producción: Luis Fernández Lago
Dirección de arte: César Macarrón
Montaje: Nacho Ruiz Capillas
País: España. Año: 2015. Duración: 105 min. Género: Drama.
Guion: Fernando León de Aranoa; basado en la novela Dejarse llover, de Paula Farias.
Distribuidora: Universal Pictures Intenational Spain.
Estreno en España: 28 Agosto 2015.
Calificación por edades: No recomendada para menores de 12 años.

Sinopsis
Un grupo de trabajadores humanitarios trata de sacar un cadáver de un pozo en una zona de conflicto armado. Alguien lo ha tirado dentro para corromper el agua y dejar sin abastecimiento a las poblaciones cercanas. Pero la tarea más simple se convierte aquí en una misión imposible, a causa de las circunstancias.
Los cooperantes recorren el delirante paisaje bélico como cobayas en un laberinto, que podría no tener salida. Una guerra dentro de otra guerra, en la que el único enemigo quizá sea la irracionalidad.
La crisis que tratan de resolver es humanitaria, pero ellos sólo son humanos. Humor, drama, ternura, rutina, peligro, esperanza: todo cabe en un día perfecto.
Esta película no tiene más género que el de la vida. Como en un juego de muñecas rusas, es un drama dentro de una comedia, dentro de una road-movie, dentro de una película bélica.

Comentario
Un día perfecto sitúa la acción en un jornada cualquiera de un grupo de cooperantes que pertenecen a una ONG (de ficción) Aids Across Borders, Ayuda sin fronteras. Está ambientada hacia el final del conflicto de los Balcanes de 1999. Conviene recordar lo que supuso esta guerra.
Desde 1991 hasta 1999 (incluso para algunos historiadores se extendió, por aislados escarceos, hasta 2001) en el territorio de la antigua Yugoslavia se produjeron una serie de enfrentamientos armados conocidos de forma genérica como Guerra de los Balcanes. Un espacio geográfico que abarca lo que hoy es Eslovenia, Croacia, Bosnia-Herzegovina, Montenegro, Macedonia, Serbia y Kosovo. Las luchas se caracterizaron por enfrentamientos étnicos (aquellos que tienen diferentes orígenes culturales, religiosos, raciales, o geográficos). Por un lado los serbios y por otro croatas, bosnios, y albaneses. Al final un enfrentamiento entre musulmanes, cristianos y diversas etnias cuyo origen se sitúa al final de la Primera Guerra Mundial. En las mismas puertas del siglo XXI, esta guerra produjo más de 130.000 muertos y casi 4 millones de desplazados. Se constataron numerosos abusos contra civiles, cometiéndose innumerables atropellos a los derechos humanos: asesinatos masivos, torturas, castraciones y violaciones generalizadas de todas las mujeres para que una vez finalizada la guerra dieran a luz a los hijos de la raza victoriosa. Se destruyeron todas las mezquitas y todas las iglesias católicas. El papel de las Naciones Unidas, cuya misión era perseguir y buscar la paz entre los contendientes, dejó mucho que desear. «Al ordenarle a sus tropas no entrometerse en la refriega de la ex Yugoslavia, el papel de la ONU como intermediaria resultó una caricatura. En el conflicto de Bosnia-Herzegovina su actuación fue indecisa, a veces estúpida -como cuando el secretario general declaró a los habitantes de Sarajevo que han existido guerras peores-, y en cuanto a la magnitud del desastre, cómplice en la tragedia de los Balcanes». 1

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Aunque la ambientación sea en los Balcanes, sin echar mucho la vista atrás, en el siglo XX las guerras por conflictos étnicos es y ha sido una constante lacra. Desde los conflictos raciales de negros y blancos en Estados Unidos y Sudáfrica, hasta Irlanda del Norte entre católicos y protestantes, pasando por Ruanda (hutus y tutsis) o el conflicto árabe israelí. Cualquiera de estos enfrentamientos podía haber sido el escenario elegido.
Dejamos atrás la historia para centrarnos en la película. Fernando León de Aranoa (Familia, 1996; Barrio, 1998; Los lunes al sol, 2002; Princesas, 2005 y Amador, 2010) establece ese día en un clima posbélico donde las luchas prácticamente han cesado y hay una fuerte presencia de tropas de pacificación, con un gran recelo de la población autóctona hacia estos miembros y por extensión a todos aquellos extranjeros (incluso los integrantes de una ONG).

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Básicamente la acción se desarrolla a lo largo de una sola jornada (eso sí, con noche incluida). Mambrú (Benicio del Toro) junto a su intérprete Damir (Fedja Stukan) tratarán de sacar un cadáver que han tirado a un pozo que es la única fuente de agua potable de los habitantes de esa zona. La mala baba no tiene escrúpulos. Pero la cuerda se rompe debido al gran peso del muerto. Hay que buscar una maroma. Mambrú no duda en llamar a su compañero B (Tim Robbins) para que le eche una mano. Junto a él se encuentra una muy voluntariosa, pero inexperta, Sophie (Mélanie Thierry) quien casi se desmaya al contemplar el cadáver. Es su primer muerto y eso deja impronta. No hay grandes almacenes a la vista y tienen que emprender la búsqueda de la maroma hacia una pequeña población donde se encuentra el único colmado. En su camino tienen que socorrer al pequeño Nicola (Eldar Residovic) y rescatarlo de unos desalmados amiguetes que no dudan en esgrimir una pistola con tal de ahuyentar a Mambrú para recuperar su pelota. A esta excursión se sumará Katya (Olga Kurylenko), persona encargada de hacer una evaluación para ver si es rentable que la ONG permanezca allí. Katya y Mambrú tuvieron un pequeño affaire y ahora se vuelven a reencontrar.
La película se construye sobre una adaptación del libro , que narra la experiencia de una médico de una ONG internacional, Paula Farias. Unos diálogos brillantísimos, con fina ironía y humor negro pero sin causar molestias. Gracias a esto, hay un tratamiento de temas muy delicados, que no mueven precisamente a la risa. Hay una escena que es el reflejo de esta ironía. Los dos vehículos de la ONG con sus integrantes a bordo van al pueblo del pequeño Nicola en busca de la cuerda para sacar al cuerpo del pozo. Un pueblo fantasma, un pueblo devastado por la metralla, con sus casas agujereadas por la estulticia humana, abandonado. La ironía que refleja el personaje de Tim Robbins (B) cuando narra que llegan a la ciudad de la cuerda es magnífico.

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Otro gran recurso es situar a una vaca muerta en medio del camino. Es lo que Alfred Hitchcock llamaba Macguffin un hecho que no tiene mucha importancia en la trama pero que ayuda a evolucionar en la misma. La res muerte se usa contra la población o la ayuda humanitaria. La sitúan en medio del camino para que los vehículos se vayan por uno de los lados para evitar la posible mina que tenga en su interior. Pero, precisamente ese era el objetivo, que el vehículo lo rodee y así que explote, porque unas veces lo pondrán en la derecha y otros a la izquierda, o, tal vez, esté realmente en su interior.
Los actores prácticamente se reducen a 5 (dos más si unimos la fugaz intervención de Sergi López y el meritorio papel del pequeño Nicola). Dejamos a un lado la correcta interpretación del intérprete (el único que parece tomarse en serio todo lo que ocurre, y que es lógico, pues es el único nativo) para poner el foco en el duelo interpretativo dos a dos. Por un lado los hombres y por otro lado las mujeres. Dos grandes monstruos de la interpretación frente a frente. Benicio del Toro y Tim Robbins, no hay lucha por destacar, no se estorban, se complementan. Mambrú es un tipo de aspecto canallesco, de esos que las mujeres ven muy atractivos. El macho alfa de la manada. B es más hosco en el trato. No es fácil penetrar en su alma. Está curtido en mil batallas y hace del voluntariado su modo de vida. Pero tiene su corazoncito en ese corpachón de dos metros. Sin embargo, Mambrú está deseando llegar a casa y asentar su relación. Muy convincentes. Los personajes femeninos sí que pugnan por sobresalir, tanto en la pantalla como en la trama. La guapa Katya quiere imponerse jerárquicamente a la inexperta Sophie. La ve como la nueva que quiere llevarse a la cama a Romeo (Mambrú); la ve como la voluntaria que ella fue un día no muy lejano. Sin embargo, Sophie lo único que quiere es hacer bien su trabajo en beneficio de la gente a la que ha ido ayudar, aunque sea pasando por «la modelo sin fronteras» y saltándose toda la burocracia para imponer la razón y el sentido común. Y también quiere suplir su falta de centímetros con sus dotes interpretativas. Quizás la pega más grande radique en que son papeles supeditados a los de los hombres y que encontramos algún que otro cliché machista.

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He observado, últimamente, que hay una parte de críticos o aficionados a hacer críticas de películas que les gusta mucho dar caña al cine español. Y que esto es inversamente proporcional cuando se trata de cine americano. A estos se les perdona casi todo a favor de la industria del entretenimiento, y sin embargo a la española: leña al mono que es de trapo. Me consta, de primera mano, que Un día perfecto en su presentación en Cannes recibido más de diez minutos de aplausos de un público puesto en pie. Sin embargo son muchas voces la que tachan esta película de fallida, malona. «Que si no profundiza en la sicología de los personajes; que deja a un lado el desastre de la guerra; que si Sergi López es el peor actor español (el colmo de los disparates, apenas interviene 5 minutos); que si el director emblemático de cine social, lo ha abandonado». ¡Qué despropósitos!
Un día perfecto es un planteamiento inteligente, lleno de ironía, de mucho humor (un arma necesaria para distanciarse y poder sobrellevar esas situaciones a las que el hombre se tiene que enfrentar). Un relato sobre la guerra en el que no hay ni explosiones, ni tiros ni violaciones. Y apenas pocas armas. No entra a juzgar lo que allí pasó, ni el papel de los dirigentes, ni el de las fuerzas armadas, aunque sí que pone el acento sobre estas últimas al llenarlo todo de una inútil burocracia que ralentiza la toma de decisiones en el campo, en el lugar donde suceden las cosas que son muy diferentes a los despachos. Son los llamados protocolos de actuación. También hay una dosis de crítica para los señores de la guerra: unos desalmados que no dudan en hacer su agosto al colocar un depósito de agua y vender cubos como si fuera oro líquido; o aquellos otros que no te venden un trozo de cuerda por motivos étnicos.
Los actores están sobresalientes en la interpretación, aunque (no todo van a ser alabanzas) sus papeles están poco definidos, no sabemos nada de sus motivaciones. Es el primer proyecto del director madrileño rodado enteramente en inglés, pero de producción española que lo hace un producto internacional. La fotografía es brillante («qué bonita es toda esa zona que habrá quedado devastada» pensé, y resulta que está rodada en España, en la sierra granadina). Corre a cargo de Antonio Catalán ganador del Goya, en la pasada edición, a la Mejor fotografía por su trabajo en La isla mínima (Alberto Rodríguez, 2014). Aquí destaca no solo por el paisaje, sino el tratamiento que hace de la luz (en la escena de noche) o esos planos desde dentro del pozo o los planos cenitales a vista de pájaro (cuyo mérito será compartido con el director).

Y tiene una banda sonora potente. Quizás se note en algún momento demasiado. Se ha criticado mucho el uso de Sweet Dreams de Marilyn Manson o Where have al the flowers gond de Pete Seeger para acompañar momentos dramáticos. Pero en su conjunto es destacable.

Un día perfecto es un claro alegato antibelicista rodado sabiamente sin recurrir a la violencia, ni a las armas (más allá de una cámara y de la fina ironía), ni a ríos de sangre; que nos habla de la rutina del trabajo de una organización humanitaria (que libran a diario un guerra dentro de otra guerra) y ambientada en los Balcanes, pero que bien pudiera extrapolarse, lamentablemente, a centenares de puntos geográficos, repartidos por toda la Orbe. Una reflexión sobre el sinsentido y la irracionalidad de las guerras.

Os dejo un tráiler:

1 http://www.guerraycombate.com/wordpress/conflicto-de-los-balcanes-2/

Luisjo Cuadrado

Revista Atticus

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