Henri Cartier-Bresson. El ojo del siglo, en la Fundación Mapfre, Madrid

Henri Cartier-Bresson. El ojo del siglo, en la Fundación Mapfre

«Soy visual […] Observo, observo y observo. Yo comprendo con los ojos»
Henri Cartier-Bresson

Desde el 28 de junio y hasta el 7 de septiembre de este año, tendremos la oportunidad de ver, en la Fundación Mapfre –sede del Paseo de Recoletos de Madrid- la exposición retrospectiva dedicada al fotógrafo francés, Henri Cartier-Bresson. Es la primera vez que se hace una muestra del artista de modo cronológico, ya que previamente, en otras retrospectivas y exposiciones suyas, se había presentado su obra desde una perspectiva geográfica, centrándose en los diferentes lugares que había pisado, y los distintos episodios que había vivido a lo largo de su existencia nómada.

Alberto Giacometti, rue d’Alésia, París, Francia, 1961 Gelatina de plata, copia realizada en 1962 Colección Fundación Henri Cartier-Bresson, París © Henri Cartier-Bresson/Magnum Photos, cortesía Fundación Henri Cartier-Bresson

La primera parte o etapa, abarca su niñez y adolescencia. Sus primeros pasos con la pintura, los collages, la cámara fotográfica. Hasta los veinte años, su obra iniciática se fundamenta en retratos de familia y vecinos, cartas a su madre con dibujos infantiles en los márgenes, collages con referencias al cine –una de sus grandes pasiones, que le acompañará toda su vida- y óleos con influencias de Cézanne y tempranos guiños al surrealismo. Así como reminiscencias de Mélies, André Breton, la fiebre «moustache» que tan en auge ha vuelto a nuestros días, etcétera. Desde muy pequeño toma conciencia de la realidad que le rodea; y en el collage Por el amor y contra el trabajo industrial, de 1931, se aprecia una fuerte presencia de la desigualdad y de la injusticia social.

 
Sus primeras fotografías estarán influidas por el estilo fotográfico del maestro Atget, y suelen mostrar maniquíes, escaparates, manos, pies y piernas, sin ningún orden ni concierto, algo que por otra parte, es especialmente surrealista. Así como la deformación de la anatomía. Están realizadas en sus múltiples viajes por la vieja Europa. Budapest, Rouen, Viena… En estas primeras instantáneas podemos comprobar su pequeño formato, gracias a la novedad que ha incluido el comisario de la exposición, Clément Chéroux. Para esta gran retrospectiva, se han presentado únicamente revelados de la época, los llamados «vintage», que en un principio, son de tamaño más reducido, y según avanza su obra, el tamaño se agranda y los contrastes tienden a aumentar.

 
Sobresale First Album, cuaderno con espiral y portada de cartón –expuesto el original, y también el digitalizado-, que realizó durante el verano de 1931 en su viaje por diversas capitales europeas, a finales de los años veinte, pero también incluye las imágenes africanas. Imágenes capturadas en Costa de Marfil, que no reflejan las tradicionales ceremonias o ritos, costumbres y folklores oriundos, sino una vida cotidiana basada en la más pura naturalidad y realidad de los ambientes aborígenes con los que se encontró y que tanto le impactaron e inspiraron. En contraposición a las instantáneas de los rituales africanos que realiza una de las novísimas miembros de la Agencia Magnum, Cristina García-Rodero, más teatrales y tendentes al espectáculo.

 
Con la inmersión en el surrealismo y su contacto con sus máximos representantes, otro estilo de fotografía emerge en la producción «cartier-bressonista». Una característica fundamental, será la llamada «explosivo-fija» o «explosante-fixe», definida por André Breton como «el estado de una cosa percibida simultáneamente en movimiento y en reposo». Varios de estos ejemplos los lleva a cabo en España, uno muy significativo en Barcelona, en el que plasma a un transeúnte apresurado que pasa por delante de un puesto de lotería.

 
Como subraya Jiménez Burillo, Director del Área de Cultura de la Fundación Mapfre, en este primer período, sobresale una renuncia al pictorialismo en su obra. Hay un claro acercamiento a los diferentes lenguajes artísticos, y aleja al espectador de la fotografía-retrato como se había concebido hasta ahora.

 
La segunda parte de la exposición se centra en su compromiso con el Partido Comunista, que le llevará a viajar por toda Europa y a fotografiar con una clara vocación social. Cumple con el servicio militar tras terminar sus estudios en el taller de Lhote, y realiza panfletos con llamamientos a la lucha y a la unidad de acción (fotos 8 y 9). Se convierte en un militante muy activo junto con algunos otros integrantes del movimiento surrealista como Breton, Aragon o Paul Éluard.

Martine Franck, París, Francia, 1967 Gelatina de plata, copia de época Colección Eric et Louise Franck, Londres © Henri Cartier-Bresson/Magnum Photos, cortesía Fundación Henri Cartier-Bresson
Martine Franck, París, Francia, 1967
Gelatina de plata, copia de época
Colección Eric et Louise Franck, Londres
© Henri Cartier-Bresson/Magnum Photos, cortesía Fundación Henri Cartier-Bresson

Sus amistades tanto en México como en Francia y España se relacionan con el Partido, y a la vuelta de sus viajes colabora en la sección de prensa diseñando octavillas propagandísticas.
Es testigo de la Guerra Civil española y la plasma en fotografías y películas. Los rostros de la pobreza, los mendigos y los indigentes son frecuentes en esta etapa. Filma Victoria de la vida o Return to Life en 1938, sobre el conflicto entre las dos Españas, reflejando las miserias siempre del lado de los más desfavorecidos, los niños y las mujeres. Se exponen diversos fotogramas del filmado en esta retrospectiva, así como el cartel de mano. Junto a Jacques Lemare y Herbert Kline graban los efectos de los bombardeos sobre Madrid, la instalación de hospitales de campaña o la rehabilitación de los heridos en la retaguardia. Son testimonios gráficos impagables de la contienda, con una firma de la más alta calidad.

 
En el campo del cine probará también suerte rodando historias sobre el regreso de los prisioneros de guerra Le Retour y sobre los últimos días del Reich, con impresiones sobrecogedoras de cementerios, cochecitos de niño quemados o la liberación de París.

 
La tercera y última estación de la exposición parte en febrero de 1947, cuando funda junto con Robert Capa, David Seymour, George Rodger y William Vandivert, la Agencia Magnum, icono mundial de los reportajes gráficos de calidad. Esta fase se caracteriza por su compromiso social –siempre presente a lo largo de su trayectoria- y viaja a distintos lugares del mundo para captar con su “ojo universal” diferentes acontecimientos que marcaron el rumbo de países y de personas. De su etapa de reportero, serán importantísimas las instantáneas que toma en India de las exequias de Gandhi, que serán publicadas en la revista Life dos semanas después de ser reveladas y darán la vuelta al mundo. Otros fotorreportajes que llegaron a la cumbre del fotoperiodismo fueron el que realizó de Rusia tras la muerte de Stalin, y en el que se decidió a desmitificar el «monstruo» del comunismo –como se percibía en Europa- y presentar a Rusia como otro país cualquiera. Como destaca el comisario de la exposición, Clément Chéroux, un país «donde los hombres miran a las mujeres en la calle».
Además de fotorreportajes, realizó retratos por encargo, siempre con un sello muy personal. De personajes famosos como los Curie, Giacometti o Jean-Paul Sartre. También quiso retratar la universalidad de la sociedad de consumo, tanto en Estados Unidos, como en Berlín o Rusia, dejando claro que la concupiscencia no conoce fronteras.

Livorno, Toscana, Italia, 1933 Gelatina de plata, copia realizada en los años 80 Centre Pompidou, Musée national d’art moderne, compra realizada gracias al mecenazgo de Yves Rocher, 2011, Antigua Colección Christian Bouqueret, París © Henri Cartier-Bresson/Magnum Photos, cortesía Fundación Henri Cartier-Bresson
Livorno, Toscana, Italia, 1933
Gelatina de plata, copia realizada en los años 80
Centre Pompidou, Musée national d’art moderne, compra realizada gracias al mecenazgo de Yves Rocher, 2011, Antigua Colección Christian Bouqueret, París
© Henri Cartier-Bresson/Magnum Photos, cortesía Fundación Henri Cartier-Bresson

Al final de su vida, a partir de los años setenta, regresa a una fotografía más intimista, más lírica. Y vuelve a lo que fue su gran pasión de niño, el dibujo. Confesaba una vez que «siempre he sentido pasión por la pintura. Cuando era niño, pintaba los jueves y los domingos, y el resto de los días soñaba con pintar». El retrato de Martine Franck de 1967 y alguno de sus bocetos para autorretratos así lo confirman.
Cartier-Bresson siempre abogó por la «invisibilidad» en la obra. Que la presencia del fotógrafo no modificara la imagen ni lo que intentara expresar la esencia de la fotografía. Quizá fue por eso que no se dejó retratar durante los últimos años de su vida. Nunca le gustó ser el abanderado o el portaestandarte de la fotografía. Dijo no a Cartier-Bresson como personaje.

 
En agosto se cumplirán diez años de su muerte. Esta retrospectiva aporta novedades como la presentación de su obra en un recorrido cronológico –nunca hecho hasta ahora-; más de trescientas fotografías y cien documentos gráficos en distintos soportes –vitrina, digital…-; y se mudará, después de estar hasta septiembre en Madrid, a Roma y a México.
El «ojo del siglo» continuará viajando –tal y como hubiera deseado él mismo- a distintos lugares del mundo. Lo corrobora Kristen van Riel –Presidente de la Fondation Henri Cartier-Bresson- ya que Bresson era fiel al concepto de «museo de puertas abiertas» y no deseaba la creación de un mausoleo para venerar sus propuestas. La mirada de Cartier-Bresson es la mirada a la historia del siglo XX. Su historia es la historia del siglo de las grandes guerras y de los grandes cambios. También en fotografía.

 
Más información:
Minisite
Fundación Mapfre, Madrid
Del 28 de junio al 7 de septiembre de 2014

Almudena Martínez Martín
Revista Atticus

 

1 Comment
  1. Una exposición de obligada visita. Es una joya que muestra la absoluta grandeza de Cartier-Bresson más allá de su instante decisivo.

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