Crítica película de John Turturro, Aprendiz de gigoló

Crítica película de John Turturro, Aprendiz de gigoló

Aprendiz de gigoló

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Película: Aprendiz de gigoló.

Título original: Fading gigolo.

Interpretación: John Turturro (Fioravante), Woody Allen (Murray), Vanessa Paradis (Avigal), Liev Schreiber (Dovi), Sharon Stone (Dra. Parker), Sofía Vergara (Selima).

Dirección y guion: John Turturro.

Países: USA y Francia.

Año: 2013. Duración: 90 min. Género:

Comedia. Producción: Jeffrey Levy-Hinte, Paul Hanson y Bill Block.

Música: Abraham Laboriel y Bill Maxwell.

Fotografía: Marco Pontecorvo. Montaje: Simona Paggi.

Diseño de producción: Lester Cohen. Vestuario: Donna Zakowska.

Distribuidora: DeAPlaneta.

Estreno en USA: 18 Abril 2014. Estreno en España: 30 Abril 2014.

 

Sinopsis

Murray (Woody Allen) tiene la alocada idea de que su amigo Fioravante (John Turturro) participe en un trío con dos mujeres. Murray no es un chulo de putos (proxeneta) nada de eso; es un librero sin trabajo. Es un tío normal y corriente con una edad en la que el sexo está más en la cabeza que entre las piernas. Como no puede satisfacer a su dermatóloga, la Dra. Parker (Sharon Stone), en su fantasía de participar en un trío con su amiga Selima (Sofía Vergara), se le ocurre que sea su amigo Fioravante el que satisfaga esa aparente locura.

La situación económica por la que atraviesa Fioravante no es la mejor. Tiene un trabajo como decorador floral, haciendo bellos ramos en una floristería, le proporciona los recursos para sobrevivir con una vida humilde. No le hace ascos a la idea de Murray. Pero él se considera soso, poco atractivo y maduro. Y no sabe si podrá estar a la altura de la apabullante Dra. Parker. Y no digamos nada cuando tenga que calentar motores con Selima, un bellezón lleno de hipnóticas curvas.

Pronto Fioravante se dará cuenta de que tienen unas grandes dotes para tratar con cariño a las mujeres. Tras ese nombre se encuentra un hombre que encarna los valores de la caballerosidad y la virilidad. No se trata de cama sino de hablar, de saber escuchar, de ser atento, de ser galante, de que te contemplen, de que no haya reproches ni desaires en los encuentros. Y tras la propuesta de Murray florecerá un gran negocio. Murray conserva el encanto de sus años mozos y con la labia que tiene atrae a mujeres «a la consulta» de su amigo gigoló.

Pero llega el amor, esa cosa que no tiene cabida en los negocios. Y a Murray le empieza a fallar lo más evidente en su profesión y que no se puede sustituir con labia. Aparece en su vida Avigal (Vanessa Paradis) viuda muy joven que se casó con un rabino ortodoxo. La vida de Avigal está marcada por las limitaciones de la comunidad judía (hasta tienen su propia policía para velar por el cumplimiento de las reglas). Avigal necesita de aire limpio, necesita conocer a otro hombre ya que su marido fue el único y ahora apenas sale de casa donde cuida de sus seis hijos. Y así se decide a visitar a Fioravante. La ternura de él le hará estremecerse como nunca antes. Un moscón sobrevuela a la viuda. Se trata de Dovi (Liev Schreiber), judío ortodoxo y que le tiene el ojo echado a Avigal desde la muerte de su marido. Para más inri es el policía que se encarga por velar el cumplimiento de las reglas dentro de la comunidad judía. El descubrimiento de las visitas de Avigal a Fioravante avivará sus celos.

Comentario

FADING GIGOLO

El mundo de la prostitución femenina ha sido llevado al cine en multitud de ocasiones. En el lado masculino hay menos ejemplos. Un gran director como Paul Schrader dirigió como gigoló a Richard Gere en American Gigoló (1980). También lo hizo John Schlesinger en Cowboy de medianoche (1969) con Dustin Hoffman y Jon Voight.

Una de las claves de esta nueva entrega de Turturro (que a su labor de dirección hay que añadirle la de actor principal) es que nos propone que cualquiera de nosotros se puede convertir en un prostituto. Voy a desarrollar esto un poco para que no haya males entendidos. Fioravante es un hombre de mediana edad, no siendo guapo tampoco es feucho. Alto, y con un cuerpo cuidado. La necesidad le pone en el mercado gracias al don de gentes de su amigo Murray. A él nunca se le hubiera ocurrido dedicarse a la profesión más vieja del mundo. Pero tiene un don. No hace falta ser un gimnasta del sexo para poder triunfar en este campo. Las dotes provienen de otras cualidades amatorias. Con su presencia y con cuatro frases que va soltando en italiano hacen de él un donjuán muy creíble.

Murray es un vejete muy picarón que está deseando ejercer el papel que propone a su amigo. Murray se convirtió en una especie de padre al acoger a Fioravante tras intentar robarle en su librería. Sus dotes como antiguo librero los desempolva para atraer a las mujeres chic de la sociedad neoyorquina. Pero ahora se tiene que conformar con los detalles, y con los ingresos, abundantes, que esta nueva actividad le reportan. Él se lleva buena parte de los beneficios por los derechos de poner en marcha su idea. Una idea grandiosa pero que está abocada al fracaso porque es un disparate.

La química entre los dos funciona, como funciona entre la otra parte, entre la rubia madura que interpreta Sharon Stone y la despampanante explosiva y efervescente amiga, papel que desarrolla a la perfección  Sofía Vergara.

Una de las escenas más hilarantes es el juicio a que someten a Murray. La comunidad ortodoxa se escandaliza. Los jueces que representa a esta comunidad indagan y desean saber con todo lujo de detalles que pecados ha cometido Murray y Avigal. Me recuerda a aquellas confesiones a «las que nos sometían» para la celebración de la Primera Comunión, esos interrogatorios con mucha carga de morbo. En toda la película hay un claro intento de poner en tela de juicio a la comunidad judía: sus leyes, su relación con sus semejantes, en definitiva su particular modo de vida. Todo reflejado sin caer en los tópicos y con mucha ironía. Una crítica en toda regla por la falta de libertad en determinados ámbitos de nuestra sociedad.

FADING GIGOLO

El papel que hace Turturro es un poco lineal. Peca de soso. Casi la misma expresión para las escenas calientes, como las más tiernas o cuando está hablando con su amigo. Le faltan matices. Si tengo que reflejar esa sensación en una imagen diría que trata con la misma delicadeza el tallo de la orquídea que la espalda de Avigal. Aunque mejor construido el papel de Woody Allen también le falta algo de justificación (no sabemos qué hace en esa casa, con esos niños afroamericanos). Pero Woody Allen se interpreta a sí mismo y con eso parece bastar. Sin embargo el papel de Vanessa Paradise es más complejo y está muy bien realizado. Sufrimos con su angustia de mujer encerrada en vida, casi en plena juventud, y sufrimos con ella por su congoja al realizar «actos prohibidos» para ella por mor de su religión. Gran papel de la actriz/cantante francesa.

Aprendiz de gigoló nos recuerda al estilo de Woody Allen. Él es el que lleva el peso narrativo. La versión doblada al castellano nos recuerda inmediatamente las películas que él dirige y en las que él interviene. Esto encima está subrayado por la música. Es como si la banda sonora se la hubiera proporcionado Allen a Turturro en un Cd. También está rodada en Brooklyn y los diálogos están realizados al más puro estilo del director neoyorquino.

Una crítica ligera para una comedia light, con buenas intenciones, con entretenidos e inteligentes diálogos, que nos entretiene y nos sirve de aperitivo hasta la nueva entrega de Woody Allen.

Os dejo un tráiler:

Luisjo Cuadrado

Revista Atticus

 

 

 

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